Mariano Rajoy rebajó las expectativas sobre la conferencia política que el PP celebrará los días 10 y 11 de julio, y que según sus organizadores servirá para entablar un debate sin cortapisas sobre cuestiones que, hace sólo unos meses, eran completamente tabú para el partido. En palabras de Pablo Casado, el nuevo vicesecretario de comunicación, se abordarán asuntos como la organización interna de Génova -en busca de una mayor democracia- o la reforma del Senado. No es un cónclave "para tomar decisiones", avisa ahora el presidente.
Más aún, el jefe del Ejecutivo quiso dejar claro que esos temas no están entre sus prioridades, en tanto en cuanto destacó la creación de empleo, las políticas sociales, la lucha contra el terrorismo o la Unión Europea como los principales aspectos que se han de abordar. Tal y como avanzó este diario, José María Aznar no estará presente en la conferencia, en tanto en cuanto no tendría un papel mayor al que se le otorgaría a cualquier militante.
A Rajoy le preguntaron en concreto por el sistema de primarias, hoy implantado en formaciones rivales como Ciudadanos o Podemos. "Es verdad que las primarias están de moda porque todos los partidos han celebrado primarias y no se presenta nadie más que uno", menospreció, no sin su habitual carga irónica. En privado, en varias ocasiones, ha puesto el ejemplo de lo sucedido en el PSOE de Madrid, actualmente en manos de una gestora pese a que el elegido por las bases fue Tomás Gómez.
Según fuentes de la dirección, el PP abrirá "de verdad" el debate en el congreso nacional, que será celebrado en 2016. Esto es, tras las elecciones generales. Y, argumentan, no hablarán de "primarias" sino del formato "un militante, un voto" que ya utilizó José Ramón Bauzá en Baleares. En todo caso, podría haber una mención en el programa electoral y Casado no descartó que los militantes puedan interpelar sobre el asunto en la conferencia.
"La música es distinta", falta la letra
El jefe del Ejecutivo, que no quiso desvelar la fecha de los comicios, compareció en rueda de prensa junto a Ollanta Humala, su homólogo de Perú, en el marco de su visita de Estado. Y, a pocas horas de regresar de Bruselas, se felicitó porque "Grecia ha movido ficha, tal y como se comprometió" y la música "es distinta a la que hemos escuchado hasta ahora".
En todo caso, Rajoy se mostró muy cauto. "La letra la veremos este jueves", y no escondió su enfado porque Alexis Tsipras "ha perdido mucho tiempo en los últimos meses" y organismos como el FMI han denunciado el giro del país desde su llegada al poder.
"¿Qué va a ocurrir si la letra no se concreta? Eso es algo que decidiremos este fin de semana" pero "esto se tiene que acabar para bien, que ojalá, o para mal, que ojalá que no", zanjó el jefe del Gobierno, en consonancia con el mensaje transmitido desde Berlín. El domingo, anunció, volverá a trasladarse a la capital comunitaria. E insistió: "La situación de incertidumbre tiene que acabar ya".
Por último, Rajoy no fue tan lejos como algunos portavoces del PP alertando de que en España podría producirse un corralito por el ascenso de Podemos con ayuda del PSOE. Pero sí enfatizó que cambiar la hoja de ruta en materia económica sería "muy malo para los españoles" y, por lo cual, tendría graves consecuencias. "¿Qué es lo que ocurre? La demagogia suele chocar contra la realidad y hablar y prometer es muy fácil pero gobernar es más complicado y no tiene ninguna gracia", afirmó.
En su opinión, las recetas de Podemos podrían "hacer daño a los compatriotas" y no resolvería los problemas. "No vamos a ponernos en lo que pasaría en España" aunque "dar marcha atrás es un disparate y, cuando veo que el PSOE lo quiere cambiar todo con Podemos, lo que veo es que es muy malo" para el país.