Soraya Sáenz de Santamaría ha dado un giro evidente en su política de comunicación desde la hecatombe electoral y el anuncio de cambios en el Ejecutivo y el PP. Se acabó el perfil plano que criticaban algunos internamente. Una muestra se vivió el pasado viernes, cuando fue la primera en avisar con contundencia del enfado gubernamental con Pedro Sánchez por su política de pactos. Y, ahora, comunica más: si hay periodistas, ella hace una declaración pública y lanza un mensaje claro que después es recogido en los medios. Así ha pasado esta semana.
Lo cierto es que nunca antes, en esta legislatura, la vicepresidenta había estado tan cuestionada. Tras el 24M, los dardos se dirigieron hacia María Dolores de Cospedal, pero ella rápidamente esquivó el tiro -Santamaría la respaldó públicamente- y dio a entender que aguantaría como secretaria general. Aún más, se filtró que despachó largo rato con Mariano Rajoy para abordar los problemas del Gobierno y el PP. Y el foco se puso en la vicepresidenta. Cargos próximos a la número dos, diputados e incluso ministros la acusaron de haberse protegido más a ella que al presidente cada viernes, al término del Consejo. De "haberse puesto de perfil" en los momentos difíciles y no comunicar y coordinar como se debía.
En realidad, se admite en privado, no es que haya fallado la comunicación entre Moncloa y Génova sino que durante este tiempo ha sido nula al más alto nivel. Esto es, entre Santamaría y Cospedal, que por cierto sigue sin comparecer públicamente. Y fue entonces cuando se empezó a especular sobre la posibilidad de quitarle la portavocía del Ejecutivo, aunque continuara siendo vicepresidenta. Mientras, en la sede del PP, se estaría buscando un portavoz fuerte o un coordinador general.
Con ese runrún, no desmentido por la Moncloa porque "los cambios únicamente están en la mente" de Rajoy, la vicepresidenta se paraba este jueves ante los periodistas, con los que nunca ha tenido una mala relación. Y no dio síntomas de que vaya a perder la portavocía, pero sí de que el presidente vaya a comunicar más. "Es la persona que mejor puede explicar que es lo que se ha hecho y cómo se ha hecho porque lo ha protagonizado y dirigido en primera persona", respondió. Y añadió: "Es la persona que ha liderado la recuperación de este país".
"El presidente Rajoy, como dijo él, tiene esas dos competencias exclusivas. Decide nombrar y cesar ministros y señalar la fecha de las elecciones. Yo no le puedo decir más de lo que ha dicho él, que es el único que puede decidir esas dos cuestiones", sentenció Sáenz de Santamaría.
Rajoy habla sobre su vicepresidenta
Precisamente, en Bruselas, los informadores preguntaron a Rajoy por su número dos en el Ejecutivo, a la que le ha dado hasta la fecha un poder histórico. "Que a estas alturas de mi vida me pregunten por la vicepresidenta, que lleva tanto tiempo colaborando conmigo, lo mejor es que no diga nada salvo que es una persona que desempeña su labor francamente bien", destacó, en lo que se convirtió en un claro aviso de puertas para adentro.
Además, Rajoy enfrió las "expectativas" que desde su propio gabinete aumentaron cuando José Luis Ayllón auguró que los ajustes no serían de "chapa y pintura". "Lo único importante es dejar claro que las políticas no se van a cambiar y que, como no se van a cambiar las políticas, pueden sacar las consecuencias que quieran", afirmó al término de la cumbre UE-Celac.
"Que no se genere tanta expectativa. He dicho que no vamos a cambiar las políticas y, a partir de ahí, se pueden sacar algunas conclusiones", dijo a las claras, para insistir en que él no había alimentado esa sensación. De hecho, tal y como publicó este diario, el escepticismo fue reinante en el PP hasta que Ayllón y algunos barones prometieron que los cambios no serían "cosméticos". Ahora, Rajoy da a entender que no habrá muchas caras nuevas.
En todo caso, la remodelación en el Ejecutivo y el PP –Pablo Casado, Alfonso Alonso y Alberto Núñez Feijóo siguen siendo los nombres más escuchados en los círculos populares- podría producirse la próxima semana, tras el viaje de Rajoy a Milán el lunes. Moncloa y Zarzuela ya estarían cuadrando agendas, toda vez Felipe VI tiene que ser informado de la remodelación en el gabinete gubernamental.