En el Gobierno y el partido que le sustenta cunde la expectación, y el escepticismo. A las claras, Mariano Rajoy ha prometido cambios, que podrían llegar "en cualquier momento" una vez se constituyan los ayuntamientos, el próximo día 13. Hasta entonces, ha pedido a los suyos que se centren en mantener el máximo poder institucional posible. Y de ahí que, por primera vez, despachara cara a cara con Albert Rivera, epicentro de sus críticas en campaña. Y que, en segundo lugar, hiciera lo propio con Pedro Sánchez, del que está "decepcionado" -según su entorno- por su "radicalismo" al echarse "en brazos" de Podemos.
El presidente ha fijado prioridades. De las comunidades, se centra en Madrid, Castilla y León, La Rioja y Murcia, ya que podría llegar a acuerdos con Ciudadanos. De los ayuntamientos, tal y como adelantó este diario, ha dado vía libre a Juan Manuel Moreno para que se abstenga en la investidura de Susana Díaz a cambio de ciudades clave como Córdoba, Cádiz, Jerez o Marbella. "Trabajaremos para que se respete la voluntad mayoritaria de los ciudadanos", destacó Carlos Floriano este mismo miércoles en RNE. "Mantendremos conversaciones con fuerzas políticas que no tengan como objetivo desalojar al PP", se comprometieron todas las estructuras.
Si bien, más allá de las negociaciones, el foco de atención internamente está puesto en la toma de decisiones anunciada por el líder. Alberto Núñez Feijóo mantuvo recientemente una conversación "instructiva y constructiva" con Rajoy, y alimentó las esperanzas sobre los cambios. "He visto al presidente absolutamente convencido de que las elecciones generales son clave para nuestro país y el PP en España es la garantía de centralidad y tolerancia política", transmitió a los medios.
Ministros y cargos consultados por este diario a lo largo de los últimos días entienden que Rajoy ha de tener un "golpe de efecto", pero dudan del alcance del giro. Cabe recordar que la Moncloa descarta tajantemente la celebración de un congreso extraordinario antes de las generales, como así reclamó la diputada Cayetana Álvarez de Toledo en esRadio y otros compañeros en privado. Y también que María Dolores de Cospedal ha dejado claro que quiere seguir siendo secretaria general hasta 2016 y que vería un menosprecio que se le hiciera ministra a escasos meses del fin de la legislatura.
"No nos hagamos daño, este partido no es así", reclamó la número dos del PP el martes, en presencia de Javier Arenas -según los propios populares, uno de sus enemigos internos- y Floriano, en una reunión con cargos locales y provinciales para hablar de pactos. "No es momento de originalidades ni de congresos", añadió, avisando de que nada se ha de mover en estas estructuras hasta después de las generales. De nuevo, no compareció en rueda de prensa.
Así pues, Rajoy será candidato sin pasar por un cónclave extraordinario y Cospedal continuará como su número dos en el partido, pero recibiendo ayuda. Y, en este punto, es donde dirigentes próximos al presidente sacan a relucir el nombre de Pablo Casado, actualmente sin función en Génova ya que era portavoz de la campaña de las municipales y autonómicas. A día de hoy, tampoco participa en los maitines de los lunes ni tiene asiento en el Comité Ejecutivo Nacional.
Dudas sobre el alcance de los ajustes en Génova -una amplia mayoría ve poco factible que sacrifique a Arenas o a Floriano, con los que ha estado muy próximo en campaña y ahora copilotan las negociaciones locales y autonómicas-, y también en el Ejecutivo. Se da por hecha la marcha de José Ignacio Wert (Educación) a la OCDE, pero barones y altos cargos señalan a más ministros que están, a sus ojos, "quemados".
Juan Vicente Herrera puso en la diana a José Manuel Soria (Industria) y pidió su cabeza, aunque en principio éste cuenta con el respaldo de Rajoy y este mismo miércoles ejerció de portavoz en la tertulia matinal de TVE. Y no pocos dirigentes consultados verían con agrado que se desprendiera de Cristóbal Montoro, hasta hace no tanto considerado "ministro del PP" y hoy uno de los más impopulares del gabinete. "Te aseguro que si Rajoy echa a Montoro, el partido sería una fiesta. Pregunta a cuántos mítines ha ido esta campaña", remarcó un líder regional, en conversación informal. Otro lo corroboraba: "El primero que se tiene que ir es Montoro. Ha hecho mucho daño al Gobierno".
El entorno del titular de Hacienda siempre ha precisado que cuenta con el plácet de Rajoy, con el que ha trabajado de forma coordinada. Pero el PP le dio la espalda hace meses, e incluso pone en duda sus explicaciones sobre su antiguo bufete, escándalo que destapó este diario.
"El Gobierno está en una nube", es el demoledor veredicto de un miembro de la dirección nacional. "Está al margen de la realidad, como también Rajoy", continuó el golpe un histórico del PP. De hecho, pocos se salvan de la crítica del partido, que reconoce la labor de Ana Pastor -la cual, por cierto, no paró en campaña- o de Alfonso Alonso, que representa el nuevo perfil.
Incluso se ha puesto en tela de juicio el papel de Soraya Sáenz de Santamaría, iniciándose movimientos en su contra. Tiene enemigos en el partido -su relación con Cospedal es manifiestamente mejorable- y también, y muy importantes, en el propio Ejecutivo. Por ejemplo, internamente son conocidas sus desavenencias con José Manuel García Margallo, que apenas ha comparecido con la vicepresidenta al término del Consejo de Ministros. "No ha protegido a Rajoy, se ha protegido así misma", según un diputado autonómico.
Dicho esto, ¿prescindirá Rajoy de Santamaría? ¿Y de Montoro? De nuevo, el escepticismo se apodera entre los cargos consultados. De hecho, desde el entorno del presidente se sugiere que más que cambiar caras -que también- lo que hay que "arreglar aquello que no funciona" para conseguir que su relato político y económico empiece a cuajar entre la sociedad. "No vamos a abandonar el mensaje económico. Hemos sacado a España de la crisis y se crea empleo como nunca", recalcan en el Gobierno. El propio Rajoy ya avisó a los empresarios el domingo que un viraje en este sentido sólo traería inestabilidad.
Hasta el momento de los anuncios, el presidente está recabando la opinión de los suyos. Conversa habitualmente con Cospedal, pero también ha hablado con otros líderes regionales. El viernes, protagonizará una rueda de prensa en Moncloa junto a su homólogo marroquí, pero no se esperan novedades. "El problema que veo de fondo es que, de momento, estamos haciendo justo lo mismo que hicimos tras las europeas. O despertamos o sufrimos el riesgo real de no ganar las generales", según un barón de retirada. Rajoy insiste en que esos comicios se ganarán, y sigue barruntando cómo tomar impulso.