Los candidatos del PP reconocen en privado su frustración. Lo están intentando prácticamente todo para llegar al ciudadano y darle la vuelta a las encuestas, que siguen siendo malas salvo en lugares como Castilla-La Mancha, Castilla y León o La Rioja. Pero, tras el estallido del caso Rato, todo se ha vuelto mucho más difícil. Y, lo peor, según argumentan, es que no ven una estrategia clara para recuperar impulso. En conversación informal, uno de los protagonistas se exasperaba: "En la calle el ambiente no es malo, la gente responde, pero luego se van a sus casas y ponen las noticias...".
"Lo de Rato nos está destrozando", confesaba en Alicante un alto cargo de la formación instantes antes de que Mariano Rajoy diera un mitin, en el que se forzaba la sonrisa. En algunos lugares, está ocurriendo lo que antes era impensable salvo en zonas del País Vasco o Navarra: que se las están viendo y deseando para encontrar apoderados e interventores. Incluso en tradicionales feudos del PP, como la Comunidad Valenciana.
En búsqueda de la reconciliación con el votante descontento, los candidatos están llevando a cabo una precampaña inédita hasta la fecha. El murciano Pedro Antonio Sánchez, que roza la mayoría absoluta, se enfrentó la pasada semana a un debate con todos sus rivales y Esperanza Aguirre ha sacado un sillón hinchable a la calle, donde despacha con todo aquél que se le acerca.
Se han escrito mensajes de móvil con los simpatizantes enfadados y montado encuentros discretos en los que escuchar las quejas y saber los motivos del malestar con el partido. "La campaña que estamos viviendo en nada tiene que ver con la de hace cuatro años. Todo ha cambiado y hemos tenido que transformarnos", afirma uno de los protagonistas. En Valencia, por poner otro ejemplo, Alberto Fabra ha dejado la economía en segundo plano para centrar su mensaje en la lucha contra la corrupción y, allá donde va, promete tolerancia cero.
Los estrategas observaban que, aunque fuera tímidamente, ese esfuerzo empezaba a dar sus frutos. "Se entendió que había que bajar de los coches oficiales y patearse la calle". Pero explotó de forma estruendosa el caso Rato, y los candidatos, que han estado convocando hasta tres actos diarios, se echaron las manos a la cabeza. "No me puedo creer que no se pudiera haber gestionado mejor", repiten quienes concurren a las urnas el 24 de mayo. Algunos son especialmente duros con el Gobierno, al que culpan al menos en parte del escarnio público del exvicepresidente, tal y como adelantó este diario el pasado viernes. "Entre todos se ha generado una polémica enorme de la que ahora no podemos escapar", según coinciden varias fuentes consultadas.
Desde el pasado jueves, en cada declaración a los periodistas o entrevista, los candidatos son preguntados por Rato. "La explicación fundamental que debe dar es de dónde procede el dinero que presuntamente tiene", expuso este mismo lunes Aguirre durante una visita al vivero de empresas de Carabanchel. Y mostró su indignación: "Lo más importante es que no se puede estar como estamos ahora con el secreto de sumario y que cada día un periódico publique una cosa". "Un escándalo como éste nunca es positivo", destacó Cristina Cifuentes, que también es abordada insistentemente por el exvicepresidente.
Ante este panorama, el presidente hizo una breve declaración el sábado para desmarcarse de Rato e intentar dar por saldada la crisis. Pero el Gobierno y el propio Rajoy se preparan para un aluvión de preguntas al respecto esta semana en el Congreso. "Lo único que demuestra el caso Rato es que la Agencia Tributaria y la Fiscalía actúan con independencia de los nombres y apellidos", se insiste formalmente. La Moncloa rechaza, en principio, tanto la comparecencia del jefe del Ejecutivo como la celebración de una comisión de investigación.
En opinión de Rajoy, todas las explicaciones están dadas. Y de ahí que, pese a la insistencia de los periodistas, optara por el silencio en la Cámara Baja, donde se reunió con representantes del instituto internacional de estudios sobre la familia "Family Whatch". Soraya Sáenz de Santamaría, en Murcia, tampoco quiso hacer declaraciones sobre esta cuestión.
En el argumentario interno se lee que Rato lleva meses sin el carnet del PP, y a ello se acogió María Dolores de Cospedal para hablar de "actividades personales" pese a que hayan causado "sorpresa desagradable e ingrata". En un desayuno informativo, sin presencia alguna de ministros o destacados cargos de la dirección, Alberto Núñez Feijóo se sumó a esa tesis: "No tiene ninguna relevancia política y hace meses pidió la baja de militancia del PP".
A Feijóo le preguntaron si convendrían cambios en la cúpula en caso de un mal resultado en las autonómicas y locales. "Si el PSOE o Podemos tienen más votos, más escaños y más concejales que el PP, creo que en ese caso el presidente del partido tiene que abrir un periodo de reflexión", contestó, consciente de que previsiblemente su partido será primera fuerza en la mayor parte de España. El gallego, como Aguirre o Fabra, no cerró la puerta a pactar con Ciudadanos, pero puso el énfasis en reclamar una reforma electoral para instalar la segunda vuelta.