Mariano Rajoy reivindicó la marca del Partido Popular en su peor momento. Con Rodrigo Rato en las portadas de todos los periódicos y las encuestas dibujando un histórico descalabro en la Comunidad Valenciana, el presidente forzaba la sonrisa a su entrada al principal polideportivo de Alicante. "Lo de Rato nos está destrozando", en palabras de un alto cargo regional. "Nos está costando hasta encontrar apoderados e interventores, cosa impensable hasta hace unos meses".
Si el equipo del presidente parecía recuperar cierto ánimo con el paseo por el centro de Benidorm, donde ganaron los aplausos a los abucheos, todo se volvía otra vez negro el domingo. Las desgracias del PP, con el exvicepresidente de Aznar en el epicentro, ocupaban las páginas de los diarios y los chascarrillos. "¿Cómo nos pueden hacer esto? Rajoy podría haberlo evitado, al menos en parte", según un alcalde valenciano, que no llegaba a creerse las explicaciones del líder horas antes, cuando habló de "actuaciones normales" de la Agencia Tributaria e intentó dar por zanjada la espinosa cuestión.
El sábado por la mañana, en una medida declaración, Rajoy despachó el caso Rato en apenas dos minutos y sin admitir preguntas. Fin de las explicaciones pese a su intensa agenda pública ese día. Y, en el mitin de este domingo, tampoco se refirió a ello ni lanzó mensaje alguno sobre la corrupción. Lo que hizo fue tratar de insuflar ánimos enarbolando la bandera del PP, un partido "que hoy es más necesario que nunca con España" frente "a las recetas del PSOE" y los partidos emergentes. "No podemos llenar España de ocurrencias que no sirven absolutamente para nada" ya que, a su juicio, sólo traerían "inestabilidad".
Y es que, a la conmoción por Rato, se sumó un sondeo en El País que apunta a que el PP perdería la mitad de sus escaños en la región. Ante ello, Alberto Fabra se agarró a la histórica reclamación de un Plan Hidrológico Nacional. "Vamos a seguir pidiendo el agua que necesita esta comunidad", avisó, recibiendo la ovación de los suyos -pese a las circunstancias, los populares lograron reunir a cerca de 2.500 personas-. "Necesitamos que se acometa el PHN para que nos traiga el agua que nos falta", coreó también José Císcar, el líder provincial.
Rajoy no recogió el testigo, salvo para decir que "se harán todos los esfuerzos para dar una solución definitiva al tema del agua", y se centró en devaluar las nuevas opciones políticas. "Cuando oigo algunas cosas en el Congreso o a algunos que aparecen en las radios y en las televisiones, creedme de verdad, me produce verdadero estupor lo que oigo y las cosas que se dicen sobre lo que hay que hacer en el país", alertó. E insistió en que hay que mantener la hoja de ruta económica, que defendió con vehemencia. "No ha sido fácil", pero auguró un futuro prometedor si sigue gobernando el PP.
"Ni la Comunidad Valenciana ni España pueden volver a caer en las manos de quienes han destrozado el país ni en quienes están instalados en la ocurrencia, dicen que no quieren más AVE y se sacan conejos de la chistera", siguió atacando. "¡Sería un disparate!", ya que, según su argumento principal, "gobernar es algo muy serio" y "hay que tener determinación y objetivos claros".
Los estrategas del partido monstraron su frustración ante un fin de semana perdido electoralmente, en el que el PP ofreció su peor rostro. "Nosotros no estamos en el pasado, hemos cumplido con nuestra obligación y estamos en el futuro", quiso animar Rajoy. "España es una gran nación y queremos que siga siendo así para siempre", arengó. Pero, en paralelo, los suyos agachaban la cabeza y confesaban que hace falta un revulsivo urgente.