Bastaba observar a Manuela Villena, la mujer del candidato, intentando aguantar el tipo. Con la sonrisa forzada. Antes de los primeros sondeos, de que todo se volviera muy negro, el entorno de Juan Manuel Moreno ya se ponía en lo peor. "Hemos hecho todo lo posible", se escudaban."De verdad, que esto estaba muy mal". El objetivo era salvar los muebles, que no ganar. Pero lo vivido fue un drama: 33 escaños, 17 menos que con Javier Arenas en 2012.
El PP sabía que no ganaría, y no se esforzó en vender imagen de ilusión alguna. El equipo de Moreno montó el cuartel general en los salones interiores de un céntrico hotel de Sevilla. Si no fuera por las unidades móviles y los periodistas, los huéspedes ni se hubieran enterado de que se cocía algo. Había bastante de clandestinidad, y un silencio espeso. Nadie del Gobierno o la dirección nacional arropó al candidato y Arenas, el presidente de honor del PP andaluz, optó por marcharse a Madrid. Sólo estaba su núcleo duro. Ni rastro de militantes.
La desolación fue total y nadie quiso disimular lo contrario. Mariano Rajoy le dijo a su candidato, al que puso frente a los deseos de María Dolores de Cospedal, que pasase lo que pasase el domingo podía estar tranquilo. "Has hecho una campaña extraordinaria", le intentó dar ánimos el viernes. En principio, Moreno está en Andalucía para quedarse, y los suyos sacan pecho de que poco a poco empieza a controlar la estructura regional y los andaluces le conocen "y creen que es un tipo serio".
Funeral político en Sevilla, y también en Madrid, en la sede nacional -donde Rajoy y la cúpula siguieron los resultados-. "Hemos venido a pasar el trago, y cuanto antes pase mejor". El presidente ha convocado para este lunes el Comité Ejecutivo Nacional -órgano al que asisten los barones autonómicos- e intentará pasar página y centrarse en los comicios de mayo. Pero en el PP, hay voces que exigen un cambio de estrategia "urgente" para evitar la hemorragia de votos. En especial, con respecto a Ciudadanos -"un voto para ellos era un voto nuestro", admite el entorno de Moreno- y Podemos -que no deja de generar un enorme temor interno-. Según Rajoy, no se pueden extrapolar los datos andaluces. Pero internamente, cada vez más voces –principalmente en Madrid-, piden que reaccione.
Psicológicamente, la dirección regional se fijó en el escaño número 35, e interiorizó que quedar por debajo sería "mortal, una catástrofe". Pero fue mucho peor: Ciudadanos se hacía con nueve representantes -más de lo previsto por los sondeos internos- "y la gran mayoría, digan lo que digan, era voto nuestro". Así se lo avisaron a Moreno los interventores y apoderados apostados en los colegios electorales a lo largo de toda la jornada. En algunos momentos, el candidato vivió verdaderos momentos de angustia. "Que no, que seguro que la subida de Ciudadanos no es tanta", intentaron tranquilizarse internamente. Al final, no fueron 35 sino 33 los escaños logrados por el PP.
Emocionado, con los ojos rojos, Moreno compareció poco después de hablar por teléfono con Rajoy. Hasta prácticamente las once de la noche nadie dio la cara ante los medios. Aseguró que seguirá al frente del PP andaluz, y se mostró partidario de la "estabilidad política y social" y de que Susana Díaz no demore los tiempos y empiece la negociación. El Parlamento queda "fragmentado" y es el momento del "diálogo", proclamó, sin cerrar ninguna puerta.