La decepción del Gobierno con Pedro Sánchez es más que palpable. Ni rastro quedan de aquellas buenas palabras cuando fue designado líder del PSOE. Aunque se daba por descontado que tendría "gestos hacia su parroquia", existía cierta confianza en que se comportara "como un hombre de Estado" en los asuntos capitales para el país, en especial Cataluña. Pero ahora el chasco y el enfado es total: "ha sido arrollado por la ola de Podemos" y "cada declaración es una ocurrencia", en voz de un alto cargo de la Moncloa.
Mariano Rajoy no ve un líder de la oposición fuerte y con una hoja de ruta clara, y eso le preocupa enormemente. También a su círculo gubernamental, que ha tratado sin éxito de llegar a algunos acuerdos con el PSOE. "No quiere pactar nada y no se puede hablar con él de nada", se exasperaba un importante miembro del Consejo de Ministros este mismo viernes. La interlocución entre el presidente y Sánchez cada vez es menor; se llaman menos y no se reúnen -al menos oficialmente- desde su primer encuentro el pasado verano.
El que Sánchez entrara en la polémica de los sueldos -para exigir una rebaja de todos aquellos en el Ejecutivo que cobran más que el presidente y sus ministros- ha sido la puntilla. Incluso ha sido contestado dentro del propio PSOE, sacan a relucir en el Gobierno, cuya vicepresidenta le contestó públicamente que "no hicieron nada" para solucionarlo cuando estuvieron en el poder. Sea como fuere, Soraya Sáenz de Santamaría aclaró que no se modificará el sistema salarial de los altos cargos.
Las quejas no se limitan a la "última ocurrencia" de Sánchez. El equipo de la vicepresidenta lamenta especialmente la zancadilla del PSOE ante el plan contra la corrupción planteado en el Congreso. "Quisimos negociar, estuvimos abiertos a todas las propuestas, pero ellos no querían salir del 'no'. El miedo a Podemos es grande", según fuentes parlamentarias. Los cargos consultados también sacan a relucir "cuando se quiso cargar el ministerio de Defensa".
Incluso en la alianza ante el pulso planteado por Artur Mas empiezan a surgir grietas. El PSOE presiona sin descanso para abrir el melón de la reforma de la Constitución, y Rajoy ha acabado por estallar. "¡Sólo pido que concrete lo que quiere!", exclamó ante periodistas en una reciente conversación informal. Según dijo, ni tan siquiera en privado Sánchez le ha explicado qué es lo que quiere hacer. "Es increíble el nivel al que hemos llegado hasta aquí", se quejó, también en relación a su intención de corregir el artículo 135 -el que se refiere al control del déficit público- de la Carta Magna.
Los gestos del presidente dejaban entrever su frustración. No está nada contento con el líder de la oposición, y quería que se supiera. Para reforzar el mensaje, los días siguientes -en el marco de la cumbre Iberoamericana celebrada en Veracruz- se dedicó a elogiar el perfil de Estado de su antecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba. El relevo en la Corona "se hizo muy bien y con una extraordinaria colaboración del entonces líder de la oposición", destacó en Televisa.
Los contactos de Rajoy
Rajoy no se fía de Sánchez y busca otros interlocutores en el PSOE, según desvelan las fuentes consultadas. Cada vez se encuentra más cómodo despachando con Felipe González o con Rubalcaba. Con ellos se entiende e, incluso, han hablado sobre la viabilidad de una gran coalición tras las elecciones generales. También ha despachado con José Bono y otros históricos socialistas que el presidente entiende que son hombres de Estado.
En paralelo, desde la Moncloa se habla cada vez más a menudo con quien se ha convertido en la principal enemiga interna de Sánchez: Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, que será recibida por Rajoy próximamente. En el PP hay quienes opinan que no se puede descartar "en absoluto" que Díaz quiera dar el salto si el PSOE tiene unos muy malos resultados en los comicios locales y autonómicos.
Así, el presidente se prepara para un final de legislatura a cara de perro en el que las relaciones con Sánchez podrían tensarse aún más. "Necesitamos de un PSOE fuerte y comprometido con España y no estamos encontrando con un PSOE sólo preocupado en Pablo Iglesias", es uno de los diagnósticos más repetidos. La presión de las encuestas es mucha, según interpretan. Ante "las ocurrencias" de los socialistas, Rajoy se centrará en la recuperación económica -"la crisis ya es historia", destacó ante empresarios- y se envolverá en los principios olvidados del PP -sin ir más lejos, este sábado protagonizará un potente acto en La Granja en favor de la unidad de España y la Constitución-.