Si el PP no logra remontar en el año que queda para las elecciones generales Mariano Rajoy podría llevar al centro derecha español a su peor resultado desde 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas tras la dictadura.
Al menos es lo que apuntan las encuestas, incluso las más benévolas con los populares, como la que el CIS publicó a principios de noviembre y que otorgaba al partido de Rajoy una intención de voto del 27,5% y el primer puesto en la carrera electoral. Las restantes y con porcentajes variables coinciden en un punto: todas ven a los populares por debajo de ese guarismo.
Esta cifra sería el peor resultado del PP desde 1989, las primeras elecciones a las que se presentó un Aznar que acababa de ser elegido líder de la formación, pero siempre ha habido un partido que completase el espectro político de lo que se ha dado en llamar centro derecha, y la suma de los populares y ese segundo partido nunca ha sido inferior a un tercio del electorado.
Pese a estas negras previsiones, y pese a que algunos en el partido empiezan a pedir cambios, Rajoy anunció este sábado que piensa presentarse a la reelección en lo que sería su cuarta campaña como candidato a la presidencia.
Ni en el 82
Actualmente el único partido que podría complementar ese espectro ideológico junto con al PP sería Ciudadanos, la fuerza de origen catalán que se está extendiendo por toda España. Los expertos coinciden en que los de Albert Rivera son una apuesta al alza, pero según el sondeo del CIS al que nos referíamos estaría aún en un 2,1% de voto.
Su resultado en las elecciones Europeas fue de un 3%, pero incluso estimando un porcentaje más alto para los de Rivera y la mejor encuesta para Rajoy la suma de C’s y PP no superaría el 32%. Esto supondría para el centro derecha un resultado incluso peor que el logrado en 1982, el año de la gran mayoría absoluta de Felipe González: entonces la suma entre los votos de la AP de Fraga –un 26,3%- y los restos de UCD –un 6,7%- llegaba al 33%.
Antes de eso la suma de la UCD de Suárez y el por entonces pequeño partido de Manuel Fraga siempre había superado el 40% de los votos, holgadamente en las primeras elecciones democráticas en el 77 –UCD tuvo un 34,76% y AP un 8,2% para un total que rozaba el 43%-, y más ajustadamente en 1979, año en el que UCD prácticamente repitió su resultado pero AP bajó dos puntos.
Con el CDS
Durante tres elecciones generales consecutivas el CDS, el partido que fundó Suárez tras dejar UCD, fue el complemento en el centro de los populares. Aunque no fuesen exactamente lo mismo, de su afinidad ideológica nos da cuenta un hecho: el pacto que alcanzaron a nivel nacional para impulsar cambios en gobiernos regionales y municipales y que dio a los de Suárez premios tan destacados como la alcaldía de Madrid, ocupada durante dos años, entre 1989 y 1991, por Rodríguez Sahagún.
Este ciclo de tres elecciones se inicia en las de 1986, en las que AP se queda en un 25,9% pero el CDS llega a su mejor resultado con un 9,2% -el centro derecha superaría el 35,1%-. Su segundo escalón son las generales de 1989, en las primeras elecciones de José María Aznar como candidato el PP –ya con ese nombre- se queda en un 25,79%, pero la cifra es considerada un éxito al obtener más votos que Fraga. El CDS, por su parte, inicia el declive y se queda en un 7,89% y la suma de ambos sólo logra superar el 33,5%.
Finalmente, en 1993 y en el primer asalto serio de los populares al poder Aznar logró ser la opción prácticamente unánime del centro derecha, logrando un 34,7% de los votos, mientras que el CDS se hundía con un 1,7. En conjunto lograban el mejor resultado desde 1979, llegando al 36,5%.
En solitario
A partir de ahí, y ocupando en solitario todo el espectro ideológico desde el centro hasta la derecha, los populares se han mantenido en guarismos cercanos al 40% incluso en sus derrotas. En el 96 logra su primera victoria electoral con un 38,7% de los votos; y en el 2000 la primera mayoría absoluta superando el 44,5% de los sufragios.
Ya con Rajoy como cabeza de lista llegan dos derrotas ante Zapatero, pero ambas con porcentajes elevados de voto: en el 2004 un 37,7% -después de los atentados del 11-M- y en el 2008 rozando el 40%. Finalmente, y tras la crisis y el hundimiento del PSOE, el 20 de noviembre de 2011 el PP logra volver al poder con su mejor resultado de la historia: un 44,63%.
Son cifras que parecen impensables en la actualidad, tras la irrupción de Podemos en el panorama político y si finalmente se constata en las urnas el tirón electoral que apunta en las encuestas.
No obstante, más allá del éxito fulgurante de los de Pablo Iglesias no pocos –incluso dentro del Partido Popular- apuntan a Rajoy como el gran culpable de una situación inédita, como vemos, en la historia de nuestra democracia: a una errática dirección política e ideológica en el partido se ha sumado una acción de gobierno que ha renegado de prácticamente todos los principios que, al menos desde 1989, identificaban al PP con su electorado, desde la lucha contra el terrorismo a la bajada de impuestos.
Una carrera de renuncias y desplantes que tampoco ha logrado en el área económica el éxito que pudiese redimir a los populares de los restantes fracasos: a muy duras penas se está logrando una salida de la crisis que es todavía débil y que sigue manteniendo a millones de españoles en las listas del paro.
No hay duda de que ha sido a través una situación económica muy difícil, con una crisis que ha producido cambios muy importantes en el electorado, con nuevos partidos en la arena política y en circunstancias complicadas, pero Rajoy se encamina –y lo hace con paso firme- a algo que puede ser más que una derrota electoral o el hundimiento de un partido: a la debacle de todo un espectro ideológico clave para la política española. Como lo definió Luis Herrero en un artículo reciente, sin duda sería "la página más cutre de la historia".