El presidente fijó sus prioridades de aquí a lo que resta de legislatura, y ya avisa de que no adelantará las elecciones generales. Su primer objetivo seguirá siendo la lucha contra la crisis económica a través su plan de reformas. Si bien, ahora hace hincapié en que tendrá un destacado perfil "social" consciente de que la ciudadanía todavía no nota la pregonada recuperación. En segundo término, la lucha contra la corrupción -vuelve a sacar pecho de las nuevas medidas anunciadas en el Congreso- y, para cerrar el círculo, el desafío planteado por Artur Mas en Cataluña.
Es el resumen que Mariano Rajoy hizo en el aniversario de una Carta Magna que se resiste a reformar porque, aduce con vehemencia, no hay un plan concreto. "Es increíble el nivel al que hemos llegado hasta aquí", se exasperó en una conversación informal con periodistas. Según desveló, ni tan siquiera en conversación privada Pedro Sánchez le aclara su hoja de ruta. Y de ahí que su rechazo a retocar el texto de 1978 sea claro: en su calendario de reformas, quiso aclarar, "no" se encuentra la oferta hecha por el Partido Socialista.
Rajoy, que fue avasallado por los cargos del partido -principalmente diputados y senadores- que se acercaron a la Carrera de San Jerónimo, anunció también que tiene la intención de repetir como candidato a las generales. "Si mi partido quiere", matizó. Esto es, quiso acabar con los rumores que han ido a más en las últimas fechas y que incluían como posible relevo a Soraya Sáenz de Santamaría o Alberto Núñez Feijóo; ambos, sus acompañantes a la cita.
Sobre los candidatos pendientes se encogió de hombros y no desveló los nombres para Madrid y Valencia mientras que deslizó que habrá que esperar hasta el día 16 -cuando ha convocado el pleno del Grupo Popular- para conocer quién será el portavoz. Los sugeridos cambios en Génova se limitarán a la creación de un comité de campaña y, pese a la petición de algunos sectores, dio a entender que no habrá congreso extraordinario. Es decir, solventará su carrera a las urnas con la convención nacional -de menor importancia- prevista para este mes de enero.
Reforma de la Constitución
Antes, en una primera intervención a micrófono abierto, el jefe del Ejecutivo quiso "hacer memoria y recordar" lo que ha supuesto la Constitución para la vida de los españoles. Mejora económica y más libertad, fue la sinopsis de Rajoy, que a renglón seguido se refirió a la pretendida reforma. "La Constitución puede reformarse, pero es muy importante que tengamos muy claro lo que queremos reformar y que seamos muy serios", dijo. Y, actualmente, no cree que se den estos extremos. "Yo sólo pido que concrete lo que quiere", afirmó luego en privado.
La relación entre Rajoy y Sánchez es cada día más tensa, a juicio de las palabras del primer protagonista. El presidente le llamó al orden en el aniversario de la Constitución: "en estas cosas no se puede frivolizar y no es de recibo que una de las partes no diga que esa reforma (en referencia al artículo 135) ya no nos vale", denunció. "La palabra se cumple" porque, en caso contrario, las reglas de juego se tambalean. "Es una broma, da una imagen patética" en el extranjero, insistió ya fuera de cámara.
Para Rajoy, lo que ha de hacer Sánchez es sumarse al programa de reformas del Gobierno. "Eso es lo importante y de lo que nadie habla", destacó, refiriéndose en concreto a la implicación de España en las políticas de unidad fiscal y de mercado que empiezan a llevarse a cabo desde la Unión Europea. "Estoy abierto a todos los planteamientos que se hagan, pero hasta ahora no he escuchado ninguno", afirmó.
Como aviso a navegantes, el presidente proclamó que "voy a defender la unidad de España y la soberanía nacional, porque creo en ello, y no voy a hacer nada contra la igualdad de los españoles". Y, así, ya entraba en el desafío separatista: "es que quiere romper España", lamentó sobre la postura de Mas. De hecho, y pese a estar dispuesto a "hablar" hasta la saciedad, desdeñó un posible encuentro con el líder regional. Su gesto lo decía todo: cree que no servirá para nada.
En resumen, de aquí a las generales, el presidente huirá de los bandazos y las sorpresas. No prevé más cambios en el Consejo de Ministros que el de Alfonso Alonso -con el que espera acabar con la etiqueta de tecnócrata que tenía su gabinete tras las incorporaciones de Rafael Catalá e Isabel García Tejerina- y limitará los ajustes en Génova a los necesarios por la proximidad de los comicios. Sobre el discurso, tampoco habrá en principio novedades: su prioridad ahora será tratar de recuperar al votante descontento a base de medidas más sociales, reforzar su papel en Bruselas y seguir con el discurso de firmeza con respecto a Cataluña.