Vuelve la bronca a la sede de la soberanía nacional. La percha fue el balance de los tres años de Mariano Rajoy en la Moncloa y Rosa Díez y Pedro Sánchez se pusieron de acuerdo para otorgar un suspenso sin paliativos al Ejecutivo. "Es lamentable, nos ha engañado, no tiene capacidad de decir la verdad", dijo la primera al presidente. "Ha defraudado a los españoles", remató el segundo en la sesión de control.
Pero el presidente no aceptó las críticas. Más al contrario, sacó pecho de su gestión: "creo que los españoles pueden confiar en mi palabra", dijo, pese al incumplimiento de algunos puntos clave de su programa electoral. "Hoy podemos decir que España ha superado la crisis económica" aunque "aún quede mucho por hacer", se justificó, no sin recordar que este ejercicio el país crecerá por encima de Alemania o Francia.
El cara a cara con Sánchez fue tenso. El líder de la oposición utilizó la economía, la corrupción y Cataluña -"ha triplicado el número de independentistas", le afeó- para afirmar que "no le queda asignatura por suspender". Aunque Rajoy no se quedó impasible y replicó poniendo en duda tanto su liderazgo como sus propuestas.
"Tiene las cosas muy poco claras", se jactó al llevar a la Cámara la "ocurrencia" -según el Gobierno- de rectificar ahora el artículo 135 de la Constitución en el que se especifica la obligación de controlar el déficit público. Un cambio de la Carta Magna que fue ejecutado por José Luis Rodríguez Zapatero en un entorno de enorme presión y que contó con el plácet del PP.
Tras rechazar que España esté hoy peor que ayer y hacer memoria una vez más sobre la herencia recibida, Rajoy hurgó sin miramientos en la situación interna del socialismo español: "Quién está peor es el PSOE, que estaba mucho mejor con Rubalcaba", destacó, mientras que se escuchaban algunas risas de cargos del PP. Cabe destacar la buena sintonía que Rajoy tenía con el anterior secretario general del PSOE, que recientemente visitó la Moncloa -encuentro que, como gusta al presidente, fue fuera de agenda-.
A renglón seguido llegó el rifirrafe entre Antonio Hernando, el portavoz socialista, y Soraya Sáenz de Santamaría. Hernando se vio en la obligación de justificar la nueva postura del PSOE sobre el artículo 135: "corregir en favor de los ciudadanos es de sabios, hacerlo en contra es dudoso". Un capote a su jefe que fue aprovechado por la vicepresidenta con sorna, al entender que había quedado "poco satisfecho".
"El problema es que acaba de darle la estocada (a Sánchez), porque cuando un secretario general de un partido tiene que valerse de los siguientes intervinientes teloneros para que defiendan una postura incomprensible, lo ha dejado sencillamente a la altura del barro", declaró Sáenz de Santamaría. Los diputados del PP se venían arriba: "Sánchez ha quedado en evidencia como nunca", decía uno de ellos vía SMS.
La vicepresidenta no se quedó ahí, y aún remató. Según se quejó, la del PSOE es una oposición por derogación. "Antes era derogar las reformas del PP, las que están sacando al país de la crisis, y ahora son derogar las que aprobaron ustedes. No les queda nada", simplificó. Ante ello, recomendó a Hernando "aguantar un poquito más la presión y la tensión y que no se le note tanto que le avergüenza lo que dice el secretario general de su partido".
Díez no confía en Rajoy
Por su parte, el idilio entre Rajoy y la dirigente de UPyD ya queda lejos. Si Díez salió satisfecha de su última reunión con el presidente asegurando que tenía un plan ante el desafío separatista, en el Congreso se revolvió tras lo acontecido el 9N. "La consulta se ha celebrado. Los españoles teníamos derecho a saber lo que iba a hacer el Gobierno. Usted no dijo la verdad, nos engañó", le espetó sin miramientos. "¡No da señales de vida! Así es como estamos", continuó mientras en la bancada del Grupo Popular se escuchaban quejas de todo tipo.
Al presidente se le notó que el golpe dialéctico le había dolido -Díez también le sacó la presunta financiación ilegal en el PP- y contestó enérgico y a la defensiva: "quién engaña es usted, en quién no podemos confiar es en usted", le contestó utilizando como idea cardinal que "el referéndum no se celebró" y "la ley se ha cumplido". A su juicio, lo acontecido el 9N fue un simulacro de consulta sin consecuencias reales. "Si hubiera actuado de otra manera, habría ocurrido otra cosa distinta", añadió, para exigir a Díez que diga a la Cámara qué le hubiera gustado hacer que sin embargo oculta.
"He cumplido con mi deber" en Cataluña, afirmó Rajoy a modo de resumen. "No engañe a esta Cámara porque si no los españoles no le van a creer nunca", despidió a la líder de UPyD con gesto enfadado y ante el aplauso de los suyos.