La última visita del líder del PSOE Pedro Sánchez a Barcelona ha causado revuelo e inquietud entre los empresarios y agentes sociales con los que ha mantenido reuniones tanto públicas como privadas. La agenda de Sánchez incluye Cataluña como uno de los objetivos prioritarios de su partido. Se repite la estrategia de empleó Zapatero antes de llegar al Gobierno, cuando prometió que aceptaría en su integridad el nuevo Estatuto que se preparaba en el parlamento autonómico. Ahora, Sánchez ofrece una reforma constitucional cuyo guión coincide con la tercera vía trazada en el club de empresarios "Puente Aéreo", que cuenta con representantes de todas las grandes firmas españolas, de empresarios a banqueros, editores como el conde de Godó y abogados, con Miquel Roca al frente.
El dirigente del PSOE repite en todos los ambientes y círculos el mismo mensaje: hay que reformar la Constitución para resolver un "conflicto" que a su juicio ha planteado Mas y alimenta Rajoy. Y su solución es la misma que la muñida por Duran Lleida y algunos de estos empresarios, que consideran que la única manera de atajar la deriva separatista es plantear una reforma radical de la Constitución que consagre la inmersión lingüística, que supone la erradicación del español, y un sistema de financiación similar al concierto vasco. Sánchez también incluye en la oferta competencias exclusivas en cultura y la representación diferenciada en el exterior de Cataluña.
Pero aquí comienza y acaba el mensaje del dirigente del PSOE. Tanto en los foros públicos como en los privados, el próximo candidato socialista a la presidencia del Gobierno ha causado una notable decepción. "No aguanta más de tres preguntas", "no concreta ninguna de sus propuestas ni expone plan alguno para abrir la Carta Magna en canal" son comentarios recurrentes que proceden de quienes hablaron con Sánchez en Barcelona este viernes en un acto con representantes de la denominada sociedad civil (miembros de organizaciones empresariales, círculos económicos varios y militantes socialistas), así como de quienes compartieron mantel con él.
El viento sopla a favor de Sánchez en Cataluña. El plan separatista de Mas sólo se puede reconducir con la caída de Rajoy y la salvación del presidente de la Generalidad, afirma la mayoría de los interlocutores de Sánchez en Cataluña. En el caso de Rajoy, por su gestión del "proceso" catalán y porque ven escasas posibilidades de un entendimiento entre Rajoy y Mas. Se le reprocha al presidente del Gobierno la elección de "embajadores" como Pedro Arriola o el ministro de Asuntos Exeriores, García Margallo, y las reacciones posteriores al 9N, con dos ruedas de prensa sobre el referéndum que en su opinión no se ha celebrado.
Salvo para el PP catalán, la querella del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, sólo tiene la virtud de permitir a Mas presentarse como víctima y mártir. Es el mal menor ante el riesgo de que ERC asuma el control de la Generalidad, por lo que los apoyos de Mas son cada vez más consistentes en el mundo económico a pesar de los graves perjuicios en la economía regional generados por la inestabilidad política y los planes separatistas.
En ese contexto, los empresarios y editores catalanes aprecian en el federalismo de Sánchez una salida al atolladero. De ahí el aval que ha recibido en Cataluña y la decidida apuesta por él para suplir a Rajoy. Eso no obsta para que la impresión más generalizada en quienes se han entrevistado con el nuevo dirigente es que Zapatero tenía más cuajo y una cierta comprensión de los escenarios políticos. Sin embargo, confían en la capacidad de maniobra de Miquel Iceta, el primer secretario del PSC (exfontanero de Moncloa en los gobiernos de González) y valoran su predisposición a salvar a Mas a pesar de que CiU ha rechazado el apoyo de los socialistas catalanes para prolongar la legislatura autonómica.