Los amarillos se han impuesto a los rojos en el seno de la ANC. Había mayoría de camisetas limón. Casi se han extingido las cuatro barras rojas de la pasada "V". Eso significa que la Assemblea apoya la "consulta alternativa" del 9-N a cambio de que Mas convoque elecciones a celebrar en tres meses. En el lenguaje de Carme Forcadell, la líder de la Assemblea Nacional Catalana, lo del 9-N debe ser "una primera vuelta de las elecciones (autonómicas anticipadas) plebiscitarias referendarias". No deberían pasar más de tres meses desde el 9-N hasta esa segunda cita con las urnas, por lo que el nuevo calendario señala febrero como mes para unas autonómicas que deberían dar paso a una declaración de independencia.
El ciclo mantiene en vilo a los alcaldes nacionalistas, cuyas elecciones, previstas para finales de mayo, podrían celebrarse en un contexto contaminado por la constitución de un parlamento autonómico en estado de insumisión. De ahí que el entusiasmo de los ediles hace una semana, en la revuelta de las varas del Palacio de la Generalidad, haya dado paso a las objeciones burocráticas. Como dato descarnado, dos de los cuatro alcaldes de las CUP ya han mostrado algo más que reticencias a incumplir la ley y disponer de medios públicos para celebrar la "consulta".
Según la Guardia Urbana de Barcelona, 110.000 personas han llenado la plaza de Cataluña a la llamada de de la ANC y Òmnium Cultural. La semana pasada y según la misma fuente, fueron 35.000 los ciudadanos que celebraron el Día de la Hispanidad en el mismo escenario. Este domingo, TV3 retransmitió en directo el acto. El pasado, ni siquiera TVE informó de la concentración a favor de la unidad de España, La Vanguardia se equivocó de fotografía y puso una de 2013 y El Periódico dijo que el "españolismo se estanca".
La versión mediática en esta ocasión es la de otro éxito sin precedentes, que Forcadell y Casals no han hecho mención explícita de la "lista del president" pero que han afeado al líder de ERC, Oriol Junqueras, la ruptura de la unidad. Los congregados corearon más veces la palabra "unidad" que "independencia" mientras Forcadell, militante de ERC y comisaria lingüística de la Generalidad en la comarca del Vallés occidental, espetaba a Junqueras, en primera fila, que no subordinara los intereses partidistas a los de Cataluña.
El líder de ERC contrastaba con la multitud y con la esposa del presidente de la Generalidad, Helena Rakosnik, ataviados con las camisetas amarillas que identifican en esta etapa de "emancipación nacional" a los separatistas de verdad. Aún se ven algunas de las camisetas rojas de la "V", excedentes del último 11 de septiembre, pero, según dijo Muriel Casals, la "revolución es amarilla". Junqueras, con una camisa violeta, encajaba el chaparrón sin más muestra de sentimentalidad que un ligero parpadeo provocado por estar cara al sol.
ERC no quiere una lista conjunta, sino que se celebren primero las municipales y asaltar la Generalidad y proclamar la independencia tras haber conseguido el dominio de las estructuras municipales y las diputaciones. Sin embargo, lo políticamente correcto ahora en la órbita soberanista es remar en la misma dirección que el presidente de la Generalidad. Junqueras confía en el fracaso del 9-N y en que embarranque la lista conjunta, que significaría cercenar de raíz la posibilidad más que cierta de un president republicano y auténticamente separatista.
Por su parte, Mas entiende que la fusión de su partido con la ANC es la mejor manera de refundar Convergència, desembarazarse de la parte de Unió que aún controla Duran Lleida, pasar página de la corrupción pujolista y frenar el ascenso electoral de ERC. Para él, la candidatura unitaria es una condición "sine qua non" para convocar las "plebiscitarias referendarias" que exige la "Assemblea". Él sería el cabeza de lista y se siente capacitado para gestionar la declaración de independencia con el mantenimiento de los fondos de liquidez autonómica.
La última exhibición de la ANC estuvo amenizada al piano por el cantautor Lluís Llach, recién llegado del Senegal, donde posee un enorme condominio en primera línea de playa y mantiene una escuela infantil. En la fila cero, además de Junqueras destacaba Rakosnik, plenipotenciaria de su marido en los actos no institucionales, y Núria Feliu, la cantante. También se consignaba la presencia del actor Juanjo Puigcorbé. Y entre los políticos, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y los dirigentes convergentes Josep Rull y Jordi Turull. El maestro de ceremonias fue el contratista del Tricentenario, el disc-jockey Mikimoto, de nombre civil Miguel Calzada, que se ha sumado a los aspirantes a formar parte de la "candidatura del president", que es como se conoce ya a la lista única del frente separatista.