Mariano Rajoy mantuvo el pulso, aunque en el Gobierno ven síntomas de que Artur Mas empieza a recular y no se atreverá a incumplir la ley. En el Senado -cuya sesión de control se vio monopolizada por el desafío separatista y las posibles vías de solución-, el presidente reiteró su mensaje, aunque con dosis de mayor vehemencia: "es triste ver que en un Parlamento democrático haya algunos diputados -en relación a los de CiU-que sostengan que hay que incumplir la ley. Eso es muy triste y claramente incompatible con la democracia", asestó ante la ovación de los suyos, que se pusieron en pie.
Según Moncloa, se están cumpliendo las previsiones pese a que Mas pueda "seguir tensando el ambiente". Aunque de las palabras de Rajoy no se atisbó giro alguno: se mantendrá a la espera, sin adelantar acontecimientos. "Un gobernante no puede hacer lo que quiera, tiene que ajustarse a la ley", avisó a Mas, no sin antes acusarle de "saltarse la Constitución". No citó expresamente al líder catalán, pero le instó a que "intente cambiar" la ley si le disgusta, pero siempre dentro de los márgenes legales. "Primera obligación: cumplir la ley", insistió una vez más.
Josep Lluís Cleries (CiU) aseguró que el pretendido referéndum, suspendida por el Tribunal Constitucional, es "legal y democrático". "El futuro de Cataluña es de los catalanes", le espetó, acusándole de usar la Constitución "como un muro". Rajoy le replicó: "La Constitución es la que garantiza que los ciudadanos puedan expresar sus opiniones y votar (…) Antes de la Constitución, nadie podía votar", y recordó por enésima vez que la soberanía reside en el conjunto de los españoles y no en una parte. "La Constitución no es un muro, es un cauce de convivencia", añadió el jefe del Ejecutivo.
Rajoy tuvo que enfrentarse al ataque parlamentario de CiU y el PNV –en voz de Jokin Bildarratz-, que fue duro en las formas y en el fondo. "Deje de ser el presidente del no", afirmó el nacionalista vasco. "Aquí se trata de algo muy importante: todos los gobernantes, todos, tienen la obligación de cumplir la ley no atentar contra los derechos de todos", replicó el jefe del Gobierno una vez más. Y volvió a poner encima de la mesa: "no me hable de Escocia, en Escocia se cumplió la ley y no hay ni la mitad de la mitad de la autonomía que en Cataluña". Esto es, ambos casos son completamente diferentes.
Preguntas al PSOE sobre la reforma
En el marco de las soluciones, el PSOE estrenaba nueva portavoz -María Victoria Chivite- con la petición de reforma la Constitución como petición estrella. "Hoy no es la prioridad del Gobierno la reforma de la constitución pero, dicho esto, estoy dispuesto a escuchar sus propuestas", le contestó Rajoy. A renglón seguido, Chivite deslizó que es el Gobierno el que ha de tomar la iniciativa y abrir el melón, y al presidente se le escapó una sonrisa socarrona.
"Hoy ya he aprendido algo: que tenga yo que decir el contenido de la reforma que ustedes quieren", dijo con ironía. En su respuesta, articuló toda una batería de preguntas sobre qué pretenden desde el PSOE y Chivite no supo o no quiso responder. "Es importante que sepamos todos para qué (hacer la reforma)", replicó un Rajoy que también le exigió saber "con qué apoyos contamos".
El Ejecutivo no cierra la puerta a la reforma. De hecho, hay voces en el gabinete que inciden en que todo va encaminado a ese cometido. Pero Rajoy exigió seriedad y una propuesta concreta, cosa que en ningún caso observa. "Aquí lo que importan son los contenidos. Hablemos, pero hablemos en serio", insistió. "Aquí no se trata de que parezca que hacemos algo: hay que hacer lo que es debido", remató, con un grupo parlamentario aplaudiéndole sin parar -el presidente, como siempre, fue recibido con una ovación-.
Lo único que aclaró, haya o no reforma, es que el Ejecutivo no prevé en ningún caso "recentralizar" competencias en ninguna comunidad autónoma. "No hay ninguna voluntad de recentralizar las competencias de nadie", sentenció. Llegó y se fue sin hacer comentarios a los periodistas. Aunque su entorno parecía hoy más relajado que ayer: opinan que Mas, aunque se remueva, ya está cediendo.