La situación de Alberto Ruiz Gallardón en el Consejo de Ministros se vuelve cada día más difícil. El Gobierno no aclara si acometerá los cambios prometidos en la vigente ley del aborto, pero da a entender que en absoluto se da el contexto adecuado. Y el titular de Justicia, que esta misma semana volvió a defender la reforma, amaga con dimitir si el texto no sale adelante.
Un viernes más, Gallardón no se sentó con la vicepresidenta en la rueda de prensa posterior al Consejo. El plazo dado por el propio ministro para presentar la reforma ha concluido, y Soraya Sáenz de Santamaría quiso dejar claro que los cambios están lejos de que vean la luz: "ciertamente, es una ley complicada y de gran sensibilidad social" por lo que "el Gobierno, desde el principio, quiso trabajar por el consenso, y no es sencillo de partida", afirmó.
"Consenso" fue la palabra más repetida por la portavoz. Consenso que, admiten en privado, no han cosechado y que no prevén que obtengan en ningún caso por mucho que se rebaje la reforma. Y de ahí que, como ya publicó días atrás este diario, ministros y altos cargos del PP vean más que probable que la ley estrella de Gallardón quede definitivamente guardada en un cajón.
A Sáenz de Santamaría se le preguntó varias veces, pero no quiso decir más que el consenso "es importante" y en ello trabaja el gabinete. "Trabajamos por ese consenso y vamos a tratar de lograrlo" porque "es un tema de enorme sensibilidad social", insistió.
Nada dijo sobre la posible marcha de Gallardón. Pero el ministro se ve sólo, y más tras una semana muy difícil para él en la que ha tenido que leer muchos comentarios de sus compañeros, siempre "en fuentes", en los medios. Según él mismo avisó, ahora está centrado en Cataluña pero la próxima semana atenderá a los medios sobre la cuestión del aborto. Nadie descarta que se vaya, aunque algunos tienen sus reservas. Para la dirección nacional del PP tiene dos opciones: "tragar o irse".