Desde que estallara el caso Pujol, con la confesión de fraude fiscal continuado por parte del ex presidente regional catalán, el actual "president", Artur Mas, no se ha cansado de repetir que él desconocía cualquier detalle sobre las finanzas de los Pujol, que el escándalo, en vías de judicialización, es un "asunto privado" y que hacía ya diez años que el patriarca del catalanismo asistía a los consejos de Convergència y de CiU para echar cabezaditas, ya que, además, acusa una sordera notable.
El retrato que traza Mas de Pujol ya muestra notables grietas argumentales. El ex presidente catalán se ha mostrado en plena forma en los últimos días en Queralbs, hasta el punto de dejar "descolgada" a su esposa, Marta Ferrusola, en los paseos por las empinadas calles del municipio de la comarca gerundense del Ripollés.
En cuanto a la naturaleza "privada" de la estafa fiscal y de los negocios de familia de los Pujol, la oposición y ERC dudan de que Mas desconociera las verdaderas claves del "emporio" financiero del fundador de CDC y CiU, así como de sus sucesores biológicos y su esposa.
De hecho, algunos de los escándalos asociados a las finanzas de Jordi Pujol Ferrusola se entrelazan con la investigación que relaciona el saqueo del Palau de la Música (el caso Millet) con la financiación ilegal de CDC, cuya sede está embargada. Pero es que además, Jordi Pujol Ferrusola y Artur Mas son algo más que viejos conocidos. Trabaron una magnífica relación en los años ochenta, cuando Lluís Prenafeta, el que fuera todopoderoso lugarteniente de Jordi Pujol, acogió a ambos jóvenes, Jordi y Artur, en su empresa dedicada al tratamiento pieles Tipel.
El primero era el hijo del president y así era tratado. A sus espaldas, todo el mundo, incluido Artur, le llamaba "el Nen". El segundo, un prometedor economista que procedía de la Generalidad, donde había hecho carrera en el servicio comercial exterior y agenda en el partido. En teoría debía dedicarse a diversificar e internacionalizar la sociedad de Prenafeta -ahora imputado en el caso Pretoria, junto a Macià Alavedra, otro mito caído del catalanismo-, que acabó en la quiebra.
Un contacto clave
Para Mas, conocer a Jordi Pujol Ferrusola es la clave sobre la que se sostiene toda su carrera política. Significó su entrada en el círculo familiar de los Pujol, donde era considerado un eficiente ejecutor de órdenes y un hombre que jamás cuestionó una directriz. Y para tres de los hijos de Pujol, Jordi, Oriol y el benjamín, Oleguer, Mas era también un amigo, alguien discreto y en quien confiar, un tipo en apariencia sin ambiciones. Los tres presionaron para que su padre optara por Mas en lugar de Duran Lleida, hecho que se escenificó en 2002, cuando en pleno apogeo de los negocios de la familia y de poder de Pujol, Artur Mas fue designado "consejero jefe" de la Generalidad y el líder democristiano decidió abandonar el que sería el último gobierno de Pujol y de CiU hasta la recuperación del poder en 2010.
La misión de Mas era calentar el asiento a Oriol Pujol, cuya carrera política ha quedado fulminada por el caso de las ITV. A Oriol se le consideraba hasta hace un par de semanas el verdadero sucesor de Jordi Pujol, pero Jordi Pujol Ferrusola, "el Nen", tuvo un papel clave en el proceso para acabar con Miquel Roca, mientras que Oleguer encarnó el ala soberanista de Convergència desde primera hora, aunque su actividad inmobiliaria con sede en Madrid resultó finalmente más tentadora.
Aunque él trata de borrar el pasado y desvincularse del escándalo, tanto Jordi, como Oriol y Oleguer saben quién es Artur Mas.