Mariano Rajoy no se cansa de repetir que jamás ha cambiado de postura desde que se le informó a través de los medios de comunicación de la fecha y el contenido de la consulta secesionista. Por ilegal, promete, el Gobierno impedirá que el 9 de noviembre se celebre el referéndum. Aunque no desvela su hoja de ruta -lo que llega a desesperar a importantes cargos de su propio partido, que en privado se quejan de falta de firmeza-, su gabinete asegura que todas las hipótesis están contempladas. Y él advierte: "no seré el presidente con el que se rompa España".
Con esta máxima tantas veces repetida en comparecencias públicas, el jefe del Ejecutivo recibió este miércoles a Artur Mas en la Moncloa un año después. Con la bandera catalana compartiendo espacio con la española y europea tanto en la puerta como en la sala de la reunión; extremo que tampoco entiende más de un cargo popular. Con las formas "cordiales" de las que siempre hace gala el inquilino de la Moncloa, sea quien sea el invitado. Pero con "frialdad" de fondo ante un Mas que considera profundamente desleal. Una frialdad que se constató en el saludo -rápidamente plasmado en los medios digitales- y en el hecho de que Rajoy no bajó las escalinatas.
Sin cámaras, el Gobierno y el propio Rajoy hacen un análisis sencillo: Mas se ha metido en un problema y ellos no piensan sacarle. Esto es, si quiere recomponer el marco y negociar, antes tendrá que dar un paso atrás y renunciar a la consulta. Pero nada de esto ocurre y el choque de trenes parece más cerca: septiembre será un mes "caliente" y "tenso", en palabras de un ministro. "Cataluña en vena", es su explícito resumen.
Fueron más de dos horas de despacho con pocos invitados. En el que previsiblemente hablaron de todo y fueron, según las fuentes consultadas, lo suficientemente francos para entender que a la vuelta de verano el contexto se volverá muy complejo. "Tenemos todos los escenarios estudiados y atados", sentencia un ministro implicado en la crisis.
Dicho lo cual, lo que espera el Ejecutivo es que, aprobada la ley de consultas y una vez se pronuncie el Tribunal Constitucional en contra, Mas redirija sus pasos para no cometer una flagrante ilegalidad. En términos parecidos se pronunció Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE, tras despachar el lunes con Rajoy también en la Moncloa.
Comunicado centrado en la economía
En un comunicado de tres páginas, el presidente insistió en el discurso ya consabido. Ante Mas, Rajoy destacó "la importancia de Cataluña por su enorme aportación al conjunto de España" y de ahí que le advirtiera "sobre los riesgos que la inestabilidad política podría suponer al incipiente proceso de recuperación, que está resultando particularmente" intenso en la región.
El comunicado remitido a los medios podría haberse escrito tanto antes como después del despacho. Rajoy, según la versión de Moncloa, se centró en la economía y tiró de las cifras; aquellas que demuestran cómo el Estado ha salvado a la Generalidad de la bancarrota en los peores momentos de la crisis. Se cita el pago a proveedores o el mantenimiento de la atención que se presta a los ciudadanos.
Moncloa dedicó dos párrafos del comunicado en la tercera de las páginas a la amenaza de consulta propiamente dicha: "el presidente ha aprovechado la reunión para reiterar la posición que expresó públicamente el 12 de diciembre de 2013", la misma hecha pública "tanto por el Congreso de los Diputados como por el Tribunal Constitucional". En otras palabras, "la consulta es ilegal, ni se puede celebrar, ni se va a celebrar".
La reforma de la Constitución
En cuanto a la salida ofrecida por Sánchez, la de reformar la Carta Magna, el presidente no la contempla "en este momento" por falta de consenso. Si bien, en el Ejecutivo existe un sector que insiste en que, pasado el peor momento de la crisis catalana, tal vez sea una vía de escape. De esta tesis es José Manuel García Margallo, el ministro de Exteriores. Las fuentes consultadas opinan que, en cualquier caso, ya no sería en esta legislatura.
El resumen que en privado da el Gobierno es que Rajoy no se moverá si antes el responsable de la Generalidad no retira la consulta. Y creen que, tras el posicionamiento del Constitucional, acabará cediendo y presumiblemente volverán los contactos –el modelo de financiación autonómica sigue sin ser reformado, por poner un ejemplo-. Sobre economía si parece que se da un mayor entendimiento: Mas le entregó un documento con peticiones sobre infraestructuras que considera prioritarias y Rajoy prometió estudiarlas "con ánimo constructivo", según el citado comunicado.
Públicamente, ni el presidente ni sus ministros hablan de las herramientas a su alcance si el líder catalán obvia las señales y "se tira al precipicio". Esperan no tener que llegar a eso. Rajoy se despidió de Mas reiterando su disposición a seguir colaborando "franca y lealmente en todo aquello que beneficie a los catalanes desde el reconocimiento de son contribución al progreso general de nuestro país". El viernes, tras el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de agosto, comparecerá en rueda de prensa para hacer balance del curso político.