El escenario recordaba al de la presentación de su candidatura en la agrupación socialista de Alcorcón. "Calor de militancia", decían algunos, pero calor. Decenas de ellos hacinados, pero ésta vez, en Ferraz. En la sede que dentro de dos semanas vivirá el desembarco de una Ejecutiva liderada por el 'tal Pedro' a quien la militancia desconocía hace meses y hoy aclaman a coro.
"¡Pedro, Pedro, Pedro!", interrumpían una y otra vez los militantes en Ferraz mientras Alfredo Pérez Rubalcaba felicitaba a Pedro Sánchez: "¡Tienes el apoyo del 100% de los militantes de este partido!". Secretario general interino e in péctore, hasta que sea ratificado el próximo 27 de julio en el Congreso Extraordinario del PSOE. Una imagen inimaginable hace apenas dos años cuando el madrileño Sánchez, colaborador entonces de Rubalcaba en Ferraz, se quedó fuera de su Ejecutiva tras el 38 Congreso de Sevilla por la decisión de Alfredo de incluir a Maru Menéndez, la número dos de Tomás Gómez en Madrid quien, a su vez, apoyaba ahora a Eduardo Madina.
En su primera intervención como líder del PSOE -de hecho, pero no aún de derecho-, el socialista madrileño Pedro Sánchez, a quien muchos calificaban como el candidato 'de la derecha' comenzaba a desvelar unas intenciones políticas que se desvían del centro izquierda en el que el PSOE ocupaba su espacio.
"Cambiaremos el PSOE porque queremos cambiar España", dijo Sánchez prometiendo "más participación de la militancia de base, rejuvenecer la organización, mejorar la rendición de cuentas. Vamos a crear un nuevo proyecto socialista laico, un PSOE apasionado en la noble tarea de modernizar España y Europa". Y para ello, prometió "una Ejecutiva que va a estar tan a la izquierda como la militancia de base".
Sánchez fijo sus enemigos con "nombres propios: la desigualdad, la pobreza, la falta de trabajo, la precariedad laboral...". Y añadió: "Nuestro enemigo se llama también injusticia como la que está sufriendo el pueblo palestino en Gaza". Y añadió aquellas ideologías que rechazan la libertad y la igualdad de las mujeres o la pluralidad de todos los pueblos de España.
Sobre la corrupción prometió que "no me va a temblar el pulso contra la corrupción" en una actitud que dio en llamar "la honradez intransigente", aunque su promesa de "ser implacables" contraste con la defensa de la actuación de la Junta de Andalucía en la trama de los ERES que hizo el pasado lunes en el debate entre los candidatos.
El secretario general de la igualdad
En cuanto a los compromisos, se comprometió a tres cosas. Una sobre el paro: "Voy a trabajar para que en España regresen todos los jóvenes que se han tenido que marchar de España", aunque en el cómo, se limitó a "políticas audaces" para crear empleo. La segunda fue en clave interna: "Va a haber unidad. Voy a ser el secretario general de la unidad y voy a contar con Juan Antonio y con Eduardo", dijo para acto seguido asegurar que "en el PSOE no sobra nadie, faltan muchos y todo el mundo que quiera arrimar el hombro va a contar con el apoyo del secretario general del PSOE".
Y tercero, el compromiso máximo, en clave electoral con la vista puesta en las próximas elecciones municipales y autonómicas: "Tienen que ser el principio del fin de Mariano Rajoy. El reto es ser un partido ganador. Ése es nuestro rato, a eso os convoco y estoy confiado en que lo vamos a conseguir".
Compromiso en el que obvió la fuga de voto socialista a Podemos, la formación de Pablo Iglesias, a quien sólo se refirió de forma velada alegando que el PSOE es el "único partido" capaz de combatir a la derecha. "Y cuando digan que todos los partidos somos iguales y que no hay democracia, tenemos que decir alto, claro y con orgullo que en el PSOE la crisis de la democracia la resolvemos con más democracia en la elección del próximo secretario general".