Se están cruzando agendas y la reunión se celebrará "cuanto antes". Si no hay contratiempos, Pedro Sánchez se hará la fotografía de rigor como líder de la oposición en la Moncloa antes del mes de agosto. A su lado estará un Mariano Rajoy deseoso de que el futuro secretario general del PSOE mantenga el consenso en los denominados "asuntos de Estado".
En los círculos del PP explican que "hasta hace dos días" Sánchez era un completo desconocido para la mayoría de ellos, y más aún en las estructuras nobles. "Ahora hay que ver, además de lo que se cuenta, lo que dice y lo que hace", resumió María Dolores de Cospedal, que le dio la enhorabuena formalmente en rueda de prensa. "No sé absolutamente nada de él", confesaba recientemente un ministro en conversación informal.
El presidente no quiere irse de vacaciones sin mantener una larga charla con el líder socialista. Confirmado su triunfo, ambos mantuvieron una breve conversación el domingo por la noche y se emplazaron a un encuentro en Moncloa cuanto antes. Hay "cuestiones importantes", y en concreto el Ejecutivo quiere contar con él para "garantizar los principios básicos sobre los que se sustenta el país", según destacó la numero dos del PP.
La unidad de España será el plato fuerte del despacho. Rajoy busca reeditar con Sánchez el "eje constitucionalista" ya exhibido con Alfredo Pérez Rubalcaba. "Tenemos que tener una misma voz en Cataluña y decir claro, sin titubeos, que el referéndum es ilegal y no se va a celebrar", interpretan en la Moncloa. A partir de ahí, el presidente no se cierra -y así se lo dirá al socialista- a una reforma de la Constitución bajo la premisa del consenso.
"Yo no me he negado nunca a una reforma constitucional", suele repetir el jefe del Ejecutivo. De hecho, incluso pidió elaborar informes sobre una hipotética reforma del texto de 1978. "Pero es muy importante saber cuál es el objetivo y cuál es el procedimiento", añade a renglón seguido.
El de Cataluña no será el único asunto a abordar. Rajoy quiere conseguir la complicidad de Sánchez en materia antiterrorista -en otras palabras, que no haga política con la lucha contra ETA- y también que el PSOE le siga apoyando en Bruselas. "Que el presidente sea la voz de España en su conjunto", apuntan fuentes diplomáticas. En este capítulo, el presidente requerirá "lealtad" al nuevo líder socialista en el capítulo de nombramientos en las instituciones comunitarias -si bien, este punto lo tendría prácticamente atado gracias a las gestiones de interlocutores secundarios-. El presidente también pondrá encima de la mesa otras cuestiones, por ejemplo en materia de Defensa.
En todo caso, en el Gobierno temen -y mucho- que vayan a echar de menos a Rubalcaba. El contexto ya de por sí es complejo: al final de la legislatura, cuando la vida política suele ser más tensa. Y Sánchez, al que muchos teóricamente preferían a Eduardo Madina, es un completo desconocido para el presidente. "Le recibirá con el deseo del mayor entendimiento", se limitan a decir formalmente en la Moncloa.
Lo que más preocupa al Gobierno es Cataluña. Si esta cuestión queda solventada, los estrategas del PP deslizan que el giro a la izquierda que pretende Sánchez podría ser beneficioso para el PP. "Querrán imitar a Podemos en muchos planteamientos y abrir debates cerrados como en su día hizo Zapatero", es el argumento, del que ya dio cuenta en su día este diario. Algo que, auguraban, habría sido mayor con Madina como líder.