Mariano Rajoy acudía a su cita anual de Sitges -donde se reúne el Círculo de Economía- cargado de potentes anuncios económicos. Para empezar, que los datos de empleo de mayo son "desconocidos en mucho tiempo" y que la tendencia continuará en los meses venideros. La renovación del plan PIVE, la rebaja del Impuesto de Sociedades, planes contra el paro y el crecimiento... Pero el auditorio, repleto de altos cargos de empresas catalanas, tenía en la amenaza separatista una de sus principales preocupaciones, sino la mayor: el presidente recibió hasta 12 preguntas sobre el tema, muchas de ellas sin firmar.
El jefe del Ejecutivo quería acotar la cuestión catalana a la ronda de preguntas. Su discurso, avanzaron desde su equipo, era principalmente económico."Esto tiene otro color, mejor pinta y hay que seguir perseverando", afirmó en un momento de su intervención. Pero, ya antes de que tomara la palabra, Antón Costas -el presidente del Círculo- le sacó el tema para hacerle una petición: "de la misma manera que se atrevió a rechazar a aquellas fuerzas que pedían el rescate, atrévase ahora también a rechazar las fuerzas que tiran al inmovilismo, que dicen que no hay nada que hacer porque no pasará nada". Y añadió: "lo mejor en la convivencia también está por llegar, y creo que es cuestión de pequeños gestos que abrirían un camino de esperanza y una segunda oportunidad".
Rajoy recogió el guante visiblemente molesto y abrió la puerta a una reforma de la Carta Magna. "No me he negado nunca a una reforma de la Constitución, nunca". Si bien, volvió a poner encima de la mesa sus dudas: "yo tengo que tener muy claro cuál es el objetivo", apuntó, tras mentar "el sistema federal simétrico y asimétrico" y preguntarse "en qué se diferencia de la España de este momento".
El presidente parece ahora más propenso a cambios, pero con reservas. Según El Mundo, al menos cuatro ministros le dan vueltas al problema y dos de ellos preparan informes sobre una hipotética reforma del texto de 1978. El propio Rajoy habló del Senado como otra de la instituciones sobre las que trabajar: "¿Pero qué Senado se quiere? Es muy importante saber cuál es el objetivo y cuál es el procedimiento", insistió.
"Por favor" dentro de la ley
Y entró en la crisis catalana. "Mi posición de fondo es conocida. No hace falta que la reitere. Soy español y quiero una Cataluña como toda la vida, la siento como propia", arrancó. Aunque, más que nunca, hizo constantes menciones al diálogo y en ningún caso se refirió a las herramientas que le otorga la Constitución para parar el órdago. "La única forma de resolver estos temas es hablando, claro que estoy dispuesto a hablar", incidió, no sin recordar que se enteró "por el periódico" de la convocatoria de la consulta ilegal.
"Al presidente del Gobierno se le puede pedir todo salvo que se incumpla la ley", señaló como línea roja. Y desveló que, ni antes ni después de que se pudiera fecha al referéndum, Artur Mas tuvo la deferencia de llamarle para conversar. Esto es, el líder catalán miente cuando dice que ha pedido una reunión en la Moncloa. Cita que, en caso de producirse en el futuro-y así lo repitió-, será con luz y taquígrafos.
De nuevo, rechazó "el choque de trenes". Aunque hizo una reflexión, que provocó risas y algunos aplausos: "nadie quiere un choque de trenes pero este problema solo pasa por una razón: cuando alguien va por la vía equivocada". Y reiteró: "no me voy a sacar conejos de la chistera" ni tener "ocurrencias", aunque en ningún caso va a romper el puente del diálogo. "No quiero rechazar a nadie, yo quiero hablar, pero dentro de la ley y la transparencia".
Los empresarios, de forma mayoritaria, le preguntaron por Cataluña. "Yo no estoy enrocado", "soy constructivo", fueron otras de las expresiones utilizadas. "Para algunos, asumir el liderazgo es una cosa y para otros otra absolutamente distinta", siguió reflexionando. El presidente pareció dispuesto a ceder en todo lo posible "pero por favor, dentro de la ley". "No se me pasa por la imaginación que nadie convoque un referéndum que es ilegal. No puedo contemplar ese escenario. Somos un país importante en el mundo. Lo veo impensable", remató el jefe del Ejecutivo pese a que Mas, en ese mismo foro, advirtió de que no necesita "ningún acuerdo de legalidad" para celebrarlo.