El Gobierno hará un profuso análisis del resultado de las elecciones europeas en Cataluña. Tras ello, se tendrán que tomar decisiones cruciales a fin de dar solución al intento de ruptura. Y existe debate en el seno del Consejo de Ministros sobre cuál ha de ser la hoja de ruta, con independencia de que se tenga claro "el final". Esto es, que la consulta no se puede realizar por ilegal ya que atenta contra la soberanía de todos los españoles.
En el gabinete existe verdadera preocupación ante la amenaza separatista. A Artur Mas "nada le ha parado hasta ahora", reconoce un ministro consultado. En el Gobierno -y también en el PP, especialmente en el catalán- temen que el líder autonómico no vaya a dar el paso atrás reclamado por el Estado e intente llevar al límite la crisis política e institucional, hasta el punto de buscar cualquier treta posible para sacar las urnas a la calle.
A día de hoy, Mariano Rajoy ve absurdo reunirse con Mas. Este jueves, ambos estuvieron en el Foro de Marcas Renombradas que tuvo lugar en Barcelona y ni tan siquiera se cruzaron. El presidente le pidió esta misma semana "imaginación" para salir del atolladero y advirtió de que únicamente habrá diálogo en el marco de las leyes. "Les corresponde a ustedes decir ahora qué quieren que hagamos", si bien Mas sigue haciendo oídos sordos a sus peticiones.
En este difícil contexto, el Ejecutivo entiende que los comicios europeos serán una prueba de fuego. Estarán muy pendientes del resultado de CiU porque, consideran, un mal resultado pondrá muy nerviosos a sus dirigentes y Rajoy podría buscar otro interlocutor en la formación, que no tiene por qué ser necesariamente Duran Lleida. "Hoy hablar con Mas es imposible. Él no quiere hablar, quiere imponer, y nosotros no podemos admitirlo", en voz de un asesor del jefe del Gobierno. Pero si Mas se da un palo en las elecciones, argumenta este sector, tal vez en CiU haya movimientos, incluso, para forzar su salida y reconducir la situación.
Hasta el 25-M, la estrategia se mantiene. Y, pase lo que pase entonces, la línea roja seguirá siendo la misma que la ya delimitada: la Constitución no permite la consulta. Pero en el Ejecutivo también hay una facción que entiende que hay que empezar a contemplar escenarios de una mayor firmeza por parte de la Moncloa. Una opinión con adeptos en el PP. "Ahora que estamos de actos de campaña, muchas veces nos piden nuestros votantes, los nuestros, que seamos más firmes", en palabras de un presidente autonómico, que añade: "Rajoy es el presidente de toda España y ningún español puede verse desamparado por la locura de Mas".
"¿Cree usted que la situación creada en Cataluña tiene una solución dialogada que contente a todas las partes?", le preguntaron los empresarios recientemente a Rajoy, a lo que respondió: "Yo, sinceramente, espero que sí. No se me ha pasado por la imaginación otra cosa y yo creo que hay que hablar". Pero, en privado, en el Ejecutivo admiten que tienen otras herramientas, amén de que el primer paso si Mas convoca la consulta sea presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional.
El presidente no quiere ni pensar en suspender la autonomía, pero en el Gobierno hay quienes cavilan que hay que estar preparados. El artículo 155 de la Carta Magna permite la medida "si no se cumple las obligaciones de la Constitución y otras leyes" o "se atenta gravemente contra el interés nacional de España". De igual forma, fuentes gubernamentales destacan que Mas podría incurrir en un delito de desobediencia o prevaricación -motivos que le podrían llevar a la inhabilitación- si sigue por el camino emprendido.
Rajoy sopesa las opciones y no moverá ficha hasta después de las elecciones. Él entiende que está protagonizando un pulso con Mas y espera que sus fuerzas flaqueen antes de tener que tomar decisiones extremas. De igual forma, nada hará sin descolgar antes el teléfono y lograr el plácet de Alfredo Pérez Rubalcaba. De hecho, si de algo se felicitan en el Ejecutivo es de tenerle de aliado en esta cuestión, a pesar de que él esté empeñado en una reforma de la Constitución a la que el presidente no dirá sí sin tener un consenso mayor.
En paralelo, el desembarco del Ejecutivo y el PP en Cataluña empieza poco a poco a ser una realidad. Este mismo jueves, en la Ciudad Condal, Rajoy volvió a lanzar un mensaje de unidad nacional pero sin estridencias. "Para ir rápido puede ser mejor andar solo, pero para llegar lejos, mejor bien acompañado", fueron sus palabras. En su gabinete, mientras, el debate se mantiene. No todos piensan lo mismo, aunque todos tienen claro que el presidente tomará la última palabra y que, en ningún caso, se precipitará. En momentos críticos, suele repetir, cabeza fría.