"No sabemos a quién hacer la pelota". De esta forma tan gráfica, un diputado autonómico radiografiaba hace pocos días la situación interna del Partido Popular de Madrid. Las elecciones de 2015 se acercan, pero Mariano Rajoy parece dispuesto a mantener la incógnita. "Todavía no tenemos el candidato a las europeas así que pueden esperar sentados", ironizaba un miembro de la dirección nacional. Pero en la plaza electoral más importante del centro-derecha se impacientan y surgen roces, encuestas fantasma y quinielas.
Desde hace meses, suenan cuatro nombres por encima de otros. Dos con mando en plaza, pero que no han concurrido a las elecciones como cabeza de cartel. Alberto Ruiz-Gallardón dejó al frente de la alcaldía a Ana Botella y Esperanza Aguirre a Ignacio González en la Comunidad. Ambos han tenido que hacer frente a la dura crisis económica y a momentos de gestión difíciles, pero aspiran a luchar por el puesto. En la terna, otras dos opciones: Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno, y la propia Aguirre, que mantiene la presidencia del PP de Madrid y podría aspirar al consistorio.
Hay más nombres -incluso se llegó a poner encima de la mesa el de Soraya Sáenz de Santamaría para su propio disgusto-, pero en síntesis estos cuatro están en boca de todos: en círculos regionales, pero también a nivel nacional. "La calle es muy sabia y tenemos que oírla", afirmó recientemente María Dolores de Cospedal sobre posibles cambios en Madrid. "No nos equivocaremos en eso", dijo, no sin apuntar que elegirán a quienes tenga "más opciones que ganar".
El presidente no da pistas a los implicados; no habla del asunto con ellos ni en las conversaciones privadas. Sólo González ha dado claramente el paso y se ha declarado dispuesto a concurrir a las elecciones. Botella aún no despeja la incógnita, aunque muchos creen que quiere y que irá a los comicios si tiene el apoyo de Rajoy. En paralelo, Cifuentes y Aguirre se saben en las quinielas y conviven con ello, mientras el partido especula y especula con el miedo a perder las elecciones. Más que miedo, auténtico pavor, al que se suma que existen bajas de militantes.
La polémica de las manifestaciones
En este difícil contexto, con todo el mundo vigilante esperando los puñales, estalló la polémica en una cuestión en la que, de base, las partes parecen estar de acuerdo, pero que ha generado un cruce de declaraciones inédito y estridente entre el poder institucional de Madrid. La cuestión: las manifestaciones que con asiduidad se celebran en la capital y la necesidad de regularlas.
Se pregunte a quien se pregunte, él fue el primero que puso la cuestión encima de la mesa, quien más la defendió y te señala a la hemeroteca. Esto es, Botella (con teletipo sobre la cuestión fechado el 27 de septiembre del año 2012), González y Cifuentes aseguran que en su día, hace meses, plantearon individualmente la idoneidad de dar solución al problema. La chispa llega con lo ocurrido el sábado en Madrid. Desde la alcaldía se envía una carta a la delegada del Gobierno reclamando que limite las manifestaciones en el centro, como ocurre en París. De inmediato, la Comunidad recuerda que la Puerta del Sol está "tomada" por manifestantes diariamente, y pide un mayor control. Y Cifuentes replica que se entera por los medios de las quejas y que la ley no permite modificar los itinerarios. Crisis servida.
"Ayer -por el miércoles-, a la señora alcaldesa se le ocurre una idea. A mí no me parece ni bien ni mal. Mi reflexión es la siguiente: la Constitución garantiza el derecho a manifestación. Yo no autorizo ninguna manifestación, simplemente, tengo constancia de ellas. Yo solo he prohibido tres manifestaciones", dijo Cifuentes en Es la mañana de Federico de esRadio. "Si es tan urgente, ¿por qué no cogen el teléfono? Yo no estoy compitiendo por la alcaldía de Madrid, bastante trabajo tengo".
En el ayuntamiento destacan que su deber es gestionar y que Botella escucha a los sectores implicados, que le demandan soluciones. "De la delegada es la labor de coordinación", sostienen. Y de ahí que le hayan reclamado una reunión. Desde la Comunidad, se rechaza "ningún tipo de pelea", pero se defiende que hay que dar solución al asunto y regular unas manifestaciones que generan un enorme perjuicio a la ciudad. Y desde la Delegación, se repite que la ley es ley y que "existe una asentada doctrina jurisprudencial que impide modificaciones salvo en muy contadas ocasiones"; por ello, ven una intención de quemar a Cifuentes políticamente.
"No tengo ninguna ambición política. No me voy a dejar distorsionar por unos o por otros. Tengo que trabajar para preservar la seguridad y que las cosas funcionen lo mejor posible", se defendió Cifuentes en esRadio; entrevista, por cierto, a la que todo el mundo en el PP hacía hoy referencia. En especial a la respuesta de Ignacio Cosidó, el director general con la Policía. "Es que tiene problemas hasta con él", apuntó un cargo autonómico, que se define en sintonía con Botella. Desde el entorno de Cifuentes se niega.
En Génova, más allá de la cuestión de las manifestaciones, se califica de "grave" el problema. "En Madrid tenemos una situación muy jodida", en palabras explícitas de un miembro de la dirección nacional, que advirtió de que no ve signos de que Rajoy vaya a darle solución a corto plazo. "Él será quien va a tomar la decisión y la va a tomar cuándo él crea que corresponda". Hasta entonces, las teorías se multiplican. Algunos creen que mantendrá a Botella y a González si los sondeos se lo permiten. Otros, que Botella no, pero González sí o viceversa. "Vale que hagamos tonterías en Asturias o en el País Vasco, pero Madrid no lo podemos perder", es, en todo caso, la impresión más extendida. Y los nervios aumentan, y las tensiones también.