"He procurado ser prudente para no crear tensiones adicionales y continuaré siéndolo, pero eso no está reñido con dejar las cosas claras: mientras yo sea presidente del Gobierno, ni se celebrará ese referéndum que algunos pretenden, ni se fragmentará España. Que quede claro", proclamó Mariano Rajoy en Barcelona entre gritos de "viva España" y una sonora ovación de los más de mil asistentes. De principio a fin, abordó "lo que está pasando" en Cataluña, aunque dejó sin despejar su hoja de ruta en caso de que Artur Mas haga oídos sordos y atraviese la línea roja de la ilegalidad.
Rajoy apeló una y otra vez a la Constitución. "Vayamos al grano", dijo nada más empezar. Hacía tiempo que no pisaba suelo catalán y entonó un discurso contundente que levantó al abarrotado auditorio -clausuraba la convención del PPC- en varias ocasiones. "La obligación del Gobierno es no permitir que se celebre ese referéndum, porque de lo contrario, estaría violando la ley", expuso. La máxima está clara: el Ejecutivo impedirá la consulta, pero espera que Mas no llegue a tanto.
"Voy a garantizar, a todos los españoles en general y a los catalanes en particular, que siguen estando protegidos frente a cualquier arbitrariedad por las garantías del estado de Derecho, es decir, un Estado en el que la ley lo puede todo y la arbitrariedad no tiene sitio", zanjó. Pero no se refirió en ningún momento al artículo 155 de la Carta Magna, que le permite suspender la autonomía. Y, pese a las amenazas e incumplimientos de la Generalidad, se negó formalmente a "cortar el grifo" de las ayudas.
Soraya Sáenz de Santamaría y varios ministros se trasladaron a Barcelona para escucharle así como integrantes de la dirección del PP a nivel nacional -estaba Carlos Floriano pero no María Dolores de Cospedal, que inauguró el viernes el foro- y regional -como su líder, Alicia Sánchez Camacho, que también tomó la palabra-. Rajoy trató de ser muy didáctico; durante su intervención se hizo una serie de preguntas clave que, a renglón seguido, fue contestando. "¿Por qué la Constitución no permite la convocatoria? Porque el futuro de España no se puede determinar en una comunidad mediante un referéndum particular. Si España permanece íntegra o se fragmenta, no puede decidirse en una votación parcial", fue uno de sus análisis.
"Sin duda, votar es un derecho democrático, lo es. Pero no en cualquier sitio o a cualquier hora, ni de cualquier manera, ni sobre cualquier asunto. ¿Qué es lo que falta? El cumplimiento a la ley. La esencia de la democracia es el cumplimiento a la ley", respondió con claridad a quienes se les llena la boca sobre el derecho a decidir pero callan sobre la ilegalidad en la que se incurriría con la celebración de una consulta que no fuera en todo el territorio nacional.
El presidente se tomó su tiempo; algo más de 30 minutos. Fue vehemente, pero quiso transmitir la tranquilidad de aquél que asegura que tiene las ideas claras. Aunque no aclaró su "plan" sí que delimitó las competencias de cada cual: "Los habitantes de cada comunidad tienen derecho a escoger quién gobierna su autonomía, pero no tienen ningún derecho a decidir qué hemos de hacer con España". "Esto no debiera sorprender a nadie. Lo decidimos en 1978 y no era nuevo. El propietario de la nación española no ha cambiado desde la Constitución de Cádiz, que tiene 200 años".
Para Rajoy, el órdago de Mas es poco más que un invento que ha llegado demasiado lejos. Si quiere romper el país, le enseñó una vez más el camino. "¿Es posible cambiar la Constitución? Claro que es posible. Quien no esté a gusto con la ley puede tratar de cambiarla. Ese es el camino recto, el que marca la ley", volvió a contestarse. Y ese camino pasa por el Congreso de los Diputados, que rechazará tales pretensiones. "No me gusta oír que la Constitución es un estorbo para el ejercicio de la libertad, porque no es verdad. Todo lo contrario: es nuestra mejor garantía", añadió.
"Tensión que lesiona la convivencia"
"Me preocupa lo que está pasando: porque es malo para toda España, sin duda, pero es mucho peor para Cataluña", resumió. Lo peor, a juicio del propio Rajoy, es el clima "de tensión emocional entre los propios catalanes que, inevitablemente, lesiona la convivencia". Y añadió: "Lo que necesitáis las gentes de esta tierra no es agitar banderas, ni disputar entre vosotros, sino trabajar unidos para combatir el paro".
"Es muy chocante. Cuando alguien habla en serio, expone las ventajas y desventajas. ¿Habéis oído hablar aquí de alguna de estas últimas? No; es verdad. No se oye nada", destacó en otro momento de su intervención, en la que no paró de dirigirse directamente a los catalanes.
Tras las advertencias, llegó el momento de hablar de la Historia de todos y de cómo el Estado sale al auxilio de sus territorios cuando tienen problemas. "Cataluña gana siendo española", sentenció, tras resumir una serie de motivos y recalcar que "por eso es tan injusto y tan falso plantear el debate en los términos de España nos roba". La solidaridad "es de ida y vuelta, los catalanes han aportado mucho, pero el resto de los españoles también", enfatizó.
"No se cortará el grifo"
Fue entonces cuando hizo uno de los anuncios más claros, si no el más nítido: "Yo no voy a escuchar las voces que piden que se corte el grifo de las ayudas a la Generalidad. No las voy a escuchar, porque las consecuencias las pagarían quienes menos culpas tienen, que son las gentes de esta tierra, tan españolas para mí como todas las demás, y de las que me siento tan responsable como todas las demás".
Rajoy insistió en que está abierto al diálogo "pero que no se me busque en el campo de la ilegalidad". Esto es, no tiene intención de reunirse como Mas, como le reclama, si bien ministros y altos cargos del PP comparten mantel con él en Gerona. "Es muy conveniente que quien quiera dialogar respete a las formas y el decoro. Digo esto porque hay quien ya ha decidido todo unilateralmente: que va a hacer una consulta, la fecha, las preguntas y si me apuran hasta la respuesta", continuó, evidenciando que su Gobierno habla con la Generalidad de economía, pero no de ruptura.
"Nos jugamos lo importante: nuestra historia, lo que nos ha unido desde siempre", dijo Rajoy en los compases finales de su discurso. Por eso, pidió ayuda a los suyos, pero también a los catalanes que se sienten también españoles para "difundir un mensaje de sensatez, de unidad y de esperanza". "Nos jugamos mucho", intentó movilizar a la opinión pública, y en especial a los constitucionalistas. "No estáis solos. Os oye mucha gente que guarda silencio, pero por nada del mundo querría que vosotros callarais, porque no cuenta con más asidero que vuestra actitud y que vuestra palabra", expuso un Rajoy vitoreado al grito de "presidente, presidente".
No citó en ningún caso a Mas. A quién se dirigía era a los catalanes: "Sostened alto la voz de la convivencia, la voz del respeto a la ley, que es la voz de la mayoría, y que será la única, cuando toda esta fiebre se enfríe, que no necesitará rectificará su posición". Sus últimas palabras fue para reclamar que se alce la cabeza "con orgullo". Su tono enérgico hizo vibrar a los suyos: "Ha sido un discurso histórico, será recordado", coreaban al unísono. El PPC quiere que lo repita cada vez que pueda por toda Cataluña.