Mariano Rajoy lo repite una y otra vez: nada ha cambiado en la lucha contra ETA y la única vía que le queda a la banda terrorista es la entrega de las armas y su disolución. Si bien, él mismo reconoce que existe un sentimiento mayoritario en la opinión pública de que no se hizo lo suficiente con la doctrina Parot y la brecha con las víctimas es un hecho. En este contexto, fuentes del Gobierno anunciaron que el presidente recibirá a Iñigo Urkullu, pero pusieron el acento en que no se aceptarán sus requisitos de fondo en esta materia.
La relación con el lehendakari ha dado un salto a peor desde que ha incluido en su discurso público sus pretensiones secesionistas y, más recientemente, cuando el PNV se manifestó con la marca heredera de Batasuna. Rajoy quiere reconducir esta situación, y recibirá a Urkullu en la Moncloa, aunque no se ha desvelado la fecha.
Dicho lo cual, "no hay previsión alguna" de modificar la política penitenciaria, como le reclama el líder vasco. Así lo puso de manifiesto el propio presidente en una conversación informal con periodistas tras su intensa agenda de trabajo en Washington. "Ninguna intención", resaltó.
En todo caso, Rajoy escuchará de Urkullu todo lo que tenga que decirle. De hecho, una vez el lehendakari le reclamó acabar con "la dispersión" de los presos de ETA así como un despacho en Moncloa, el presidente conversó por teléfono con él para asegurarle que dicho encuentro se produciría.
El presidente también quiso restar importancia al hecho de que el PP aún no tenga candidato a las elecciones europeas. Este fin de semana, mantuvo un retiro con la cúpula de la formación y no se refirió en ningún momento a esta cuestión a pesar de que Jaime Mayor Oreja, el presumible favorito, participó en el cónclave. No se ha fijado "ningún plazo", quiso dejar claro. "No tengo ninguna prisa", añadió. Además, recordó que otros partidos, como el PSOE, aún no han comunicado cuál va a ser el suyo.
Nadie le pregunta por Cataluña
Por lo demás, satisfacción por un viaje en el que el presidente pudo vender la recuperación económica en reuniones y discursos. "Para España, este viaje ha sido exitoso", dijo sin medias tintas. El presidente notó en los empresarios norteamericanos "una mejora en su opinión", aunque admitió que aún es insuficiente.
También quiso ser claro con respecto a Cataluña. Según desveló, nadie le preguntó durante lo dos días por la amenaza secesionista. "Sólo la agencia EFE", precisó, en referencia a la única pregunta que recibió en el despacho oval, junto a Barack Obama. Entonces dijo que la secesión "no se va a producir". Ni el presidente estadounidense, ni los empresarios, ni los políticos anfitriones le sacaron a relucir la espinosa cuestión.