Las dos Españas separadas por una calzada. La esquina de la calle Prim con el Paseo del Prado ha sido testigo ,desde primera hora de la mañana, de la división que provocaba la comparecencia de María Dolores de Cospedal. A un lado, preferentistas y yayoflautas que le han gritado "chorizo", "ladrona" o el lema estrella del día: "Cospedal, a Soto del Real". Al otro, unos jóvenes bien vestidos y acicalados que se desgañitaron coreando el nombre de su ídola.
"Mi presidenta", decía uno. "He venido a pasar a pasar el día a Madrid, he visto la manifestación y me he unido", aseguraba otro. "Soy de Castilla la Mancha y he visto a la gente y también me he unido porque Cospedal es una persona seria y veo como allí está luchando contra la corrupción", aseguraba un tercero. Todo muy espontáneo. Los cospedalistas han negado ser de Nuevas Generaciones. Todo era fruto de la casualidad.
La tensión era evidente. Tanto, que a la llegada de Cospedal a la Audiencia, a las 9:27, ha sido necesaria la intervención de las Fuerzas de Seguridad para que no llegasen a la manos. Desde ese momento, se optó por vallar a los indignados y poner en la otra acera a los cospedalistas. Aún así los gritos cruzados y los gestos provocadores han sido una constante.
Los dos bandos han estado separados, en el cruce de la calle, a unos 50 metros de la puerta de la Audiencia. Todo estaba blindado, a diferencia de la declaración de Arenas y Cascos, cuando los manifestantes se concentraban detrás de la valla de prensa. Este miércoles los accesos a la calle Prim han estado presididos por vallas, agentes y decenas de "lecheras" de la Policía Nacional.
Ni la solana, ni la canícula veraniega ha hecho mella en los manifestantes. Los dos bandos no se han ido hasta que la secretaria general no ha abandonado la Audiencia Nacional. Cualquier momento era bueno para gritar, a favor o en contra, con la esperanza que dentro de la sala, la presidenta castellano-manchega les oyese. "Cuando acabe nos iremos a tomar algo por ahí", afirmaba un cospedalista señalando a sus compañeros de fatiga, "nos hemos hecho amigos". La casualidad es lo que tiene.