El Partido Popular aguarda taciturno a que el líder tome la palabra. La sordina de los últimos días, consecuencia del accidente de Santiago y el posterior luto institucional, no supone en modo alguno que los miedos internos se hayan disipado. Todo el mundo quiere escuchar a Mariano Rajoy y, más aún, que sus explicaciones sirvan de verdadero dique ante una crisis interna que, además de grave, se alarga minando la moral de sus cargos.
Algunos veteranos hablan de un castillo de naipes a punto de desmoronarse. "Está en juego las siglas, no un dirigente o, ni tan siquiera, el presidente. Estamos hablando del partido", explican para dar a entender la gravedad de la situación. "Algunos se quieren salvar ellos solos, pero de nada les servirá si no existe partido", añaden. Un PP a la espera, cuyos dirigentes, en sus distintas estructuras, tachan la comparecencia del jueves de "decisiva".
El presidente ya tiene en mente qué quiere decir. Durante los últimos días su equipo ha ido preparando su intervención, que incluirá "anuncios". Rajoy quiere dar la sensación a la opinión pública de que el Gobierno actúa contra la corrupción, e informará de las medidas contra esta lacra en las que su gabinete trabaja desde hace meses y que verán la luz en septiembre con o sin el apoyo del PSOE y resto de fuerzas. Habrá más controles, que también afectarán a sindicatos y patronal. Las subvenciones públicas estarán bajo lupa, aseguran. De nuevo, Soraya Sáenz de Santamaría está especialmente atenta a ese paquete de reformas.
Las dudas dentro del propio PP
Si bien en el PP esperan más, y temen que no llegue a tanto. ¿Pedirá perdón? ¿Responderá directamente a Luis Bárcenas? En Moncloa auguran que Rajoy será "contundente", tanto como en el Comité Ejecutivo en el que negó contabilidad B en el partido. A ello sumará, evidenciado el intento de chantaje, el mensaje deque nadie ha conseguido coaccionarle, y que se siente fuerte para agotar la legislatura.
"El Gobierno no se va a detener, sigue en marcha porque todavía queda camino para lograr el objetivo primordial: coger velocidad de crucero económicamente para reducir la tasa de desempleo", proclama María Dolores de Cospedal en una columna escrita para este diario. Una idea que, a día de hoy, no parece suficiente ni tan siquiera de puertas para adentro. "Puede que estemos callados, este partido es así. Pero necesitamos saber que tenemos un presidente en el que podemos confiar. Ése es el sentimiento que yo percibo", transmite un diputado consultado.
En las estructuras medias y en las baronías regionales y locales se clama por un golpe seco, sordo, que disipe dudas. "No podemos vivir con miedo a qué dirá Bárcenas. No podemos vivir pendientes todos los días a qué sacará un periódico. No podemos vivir todos los días teniendo que responder sobre actitudes presuntamente ilícitas", se queja un líder autonómico. Esto no significa que crean que Rajoy haya participado o encubierto una contabilidad ilegal -"Yo jamás he visto esos sobres", suelen repetir- pero sí que es el momento de coger el toro por los cuernos y no acudir a las Cortes "por cumplir".
Prácticamente todos los días aparecen nuevas informaciones -Génova reconoce que el PP vasco es "un auténtico polvorín", por poner un ejemplo-, y los cargos se exasperan. "Yo ya no voy ni a comer con amigos. Acabo siempre enfadado con los míos. Nos acusan a todos, sin excepción, de chorizos y cuesta rebatirles cuando Rajoy no dice nada", lamenta un diputado. Varios son los testimonios en este sentido a los que, en municipios medianos y pequeños, se unen "insultos por la calle" o pintadas o roturas de cristales en las sedes. "No sólo están haciendo daño a las personas, también a las instituciones", contestó a los periodistas Elvira Rodríguez, presidenta de la CNMV.
Cambios internos a medio plazo
Todos están pendientes a lo que diga Rajoy en el Senado, pero también se empieza a opinar que es el momento de cambios, sin ir más mejor en el poder interno de Génova13. En ABC este domingo, Cospedal dejó la puerta abierta: "Ha habido cambios en una parte muy importa y se tienen que seguir produciendo. No se producen siempre de golpe, sino paulatinamente". Miembros de la cúpula consultados por este diario consideran que estos cambios tendrían que venir a la vuelta de las vacaciones. Javier Arenas y Jaime Mayor Oreja aparecen en las quinielas aunque, reconocen, Rajoy será quien tome la última palabra.
Sobre la posibilidad de una crisis del Gobierno, ministros y altos cargos ven posible que Rajoy mueva ficha en otoño o ya en los primeros meses de invierno, de cara a las elecciones europeas. Sólo suena un nombre como fijo, y precisamente es el mejor valorado según el CIS: Miguel Arias Cañete, cuyas presuntas pretensiones de marcharse a Bruselas son una habitual en los corrillos políticos.
En todo caso, nadie en el PP opina que Rajoy pudiera hacer alguna referencia en este sentido en el Parlamento. Por el contrario, en el Ejecutivo dejan claro que Bárcenas no lo monopolizará todo: la economía será protagonista. "Hoy el país está cerca de salir de esa larga doble recesión que hemos padecido", expone Cospedal para justificar este hecho. Aunque, aún siendo cierto, lo que el PP reclama de su líder es que dé la cara y se explique. "Los españoles tienen que recuperar la confianza en nosotros. No pueden creer más a Bárcenas", argumenta un parlamentario. La estrategia no parece fácil, a tenor de la réplica de Moncloa: "Un mentiroso compulsivo no nos puede marcar la agenda". Será el presidente el que decida la intensidad y profundidad de sus palabras frente a una oposición previsiblemente muy dura.