Finalmente será el jueves uno de agosto, a partir de la nueve de la mañana, en el Senado. Mariano Rajoy prepara su comparecencia, y posterior rifirrafe con la oposición, como si se tratara de un Debate sobre el estado de la Nación, la cita parlamentaria con más solera del año. El presidente acude a petición propia para despejar dudas, que reconoce son muchas. "Sí, es un pleno importante", corroboran desde su gabinete. Los diputados del PP respiran aliviados -"Ojalá hubiese sido antes", lamentan- y esperan que el golpe en la mesa sea sonoro.
Hay mucho que recuperar, admiten. La imagen del presidente está muy deteriorada -las encuestas de los últimos días generaron auténtica alarma- y toca revertir la percepción en la opinión pública de que ha existido financiación ilegal en el PP con la connivencia de Rajoy. Pinchar en las Cortes, analizan, sería un auténtico desastre, pero ministros y altos cargos confían en Rajoy y sus dotes parlamentarias.
La estrategia del presidente pasa porque Luis Bárcenas -sobre el que se pronunciará- no ponopolice la sesión. Hará un análisis sosegado de la situación por la que atraviesa España. Esto es, desgranará su plan de acción contra la corrupción, prácticamente listo, pero también hablará mucho de economía y avanzará las próximas reformas -como la relativa a pensiones o la fiscal-. Además, podrá sacar pecho de la bajada de desempleados -la EPA que se publica este jueves será muy positiva- y proclamará que ya se ve la luz al final del túnel.
En un argumentario interno de Génova a sus altos cargos se incide en este sentido: "El presidente explicará a todos los españoles lo que piensa acerca de la situación política, económica y social". Y recalca: "A los españoles les interesa el paro y la situación económica. Les interesa saber cómo estará su país cuando vuelvan de verano". Y es que, para la dirección popular, "ahora que se empieza a hablar del inicio del fin de la crisis no tiene ningún sentido frenarse y paralizar los cambios que harán posible esa recuperación".
¿Crisis de Gobierno a la vista?
Rajoy yambién abordará el "futuro", según anunció este lunes. De inmediato, en los círculos políticos arreciaron todo tipo de hipótesis. Se coló la tesis de que podría aprovechar las circunstancias para anunciar una crisis de Gobierno, lo cual acapararía toda la atención mediática trasladando al extesorero y sus explicaciones a un segundo plano. Si bien, cargos del Gobierno aseguraron a este diario que no hay movimientos en este sentido. "No está en el ánimo del presidente", contestaron.
En las estructuras nobles del Ejecutivo y el PP creen que Rajoy no moverá ficha todavía. Si hay remodelación del gabinete, interpretan, será a finales de año, cuando haya que elegir un candidato a las elecciones europeas. El presidente aprovecharía entonces para hacer otros cambios, por ejemplo en las baronías. Los ministros que se presuponen más quemados respiran tranquilos. "Con franqueza, el presidente no está en esas cosas", contestó uno de ellos. Aunque el presidente siempre ha dicho, enemigo acérrimo de las filtraciones, que no diría nada hasta llegado el momento; que no se lo diría absolutamente a nadie.
Rajoy querrá departir de economía y diferenciar fotografías: la de hace un año, con España al borde del rescate e incapaz de financiarse en los mercados, y la actual, con claros signos de recuperación. Si bien, en la réplica y en la contrarréplica tendrá que escuchar las críticas de la oposición e, incluso, peticiones de dimisión. El formato de la comparecencia, extraordinaria, será el similar al de un pleno posterior a un Consejo Europeo: durará prácticamente toda la mañana con una intervención inicial del jefe del Ejecutivo sin límite de tiempo.
Los suyos aseguran que el presidente está "fuerte", a pesar del cambio de estrategia y de la enorme presión política y mediática. Siguen dando por descontado que agotará la legislatura e, incluso, que volverá a presentarse a las elecciones. Pero el temor a Bárcenas sigue existiendo: ahora lo que más preocupa es que hubiera grabado alguna conversación con el jefe. Una posibilidad, bulo o no, que rápidamente se ha extendido como la pólvora. La percepción generalizada es que esto no ha terminado: "Seguro que Luis tiene más cosas, la pregunta es si de verdad son comprometedoras". De momento, la impresión es que "hace daño" pero no para derrumbar al Gobierno.
"Rajoy no puede ir por detrás de Bárcenas"
Hasta la cita en la Cámara Alta -el Congreso sigue de obras-, el presidente apenas tendrá agenda pública. Sólo algunos despachos, todos en la Moncloa. Sus asesores -Pedro Arriola incluido- ya están en la preparación de los papales. "¿Cómo un Debate sobre el estado de la Nación? Yo creo que es más importante todavía. No estamos hablando de la gestión del Gobierno, estamos hablando de la palabra del presidente, hoy en tela de juicio", interpreta un diputado que se define a la espera. "Tiene que ser lo suficientemente convincente como para que los españoles vuelvan a confiar en él. Rajoy no puede ir por detrás de Bárcenas, tiene que recuperar la iniciativa", añadía. La expectación recorre cada espacio político de España: el día uno, todas las miradas virarán al Senado.
El debate político siguió girando un día más en esta cuestión. "El presidente ha acertado perfectamente compareciendo en el momento que ha considerado más oportuno", dijo Ana Mato, ministra de Sanidad, en rueda de prensa. "Si con esto se evita la moción de censura, los socialistas evitan el ridículo y el resto de los españoles un bochorno", incidió Esteban González Pons, a pesar de que el PSOE sigue sin descartarla. El veterano José Antonio Bermúdez de Castro elevó al máximo el interés político-social: Rajoy dirá "toda la verdad" frente a "insidias, mentiras e informaciones interesadas".