"Nunca he recibido ni repartido dinero negro, ni en este partido ni en ninguna parte. Es falso todo lo que se ha dicho. Lo digo con toda serenidad. Lo estoy leyendo porque no quiero pronunciar una palabra más alta que otra. No he venido a la política ni a ganar dinero ni a engañar a Hacienda". Fue la primera y única vez que Mariano Rajoy se pronunció con tanta contundencia y de forma tan extensa, ante los suyos reunidos de forma extraordinaria, y mientras periodistas de España y el mundo seguían sus palabras a través de una pantalla de plasma. Fue el 2 de febrero, con "los papeles" del innombrable en los medios -entonces ya ni siquiera le citó-, y en medio de una brutal conmoción entre sus filas.
Ahora, con esos papeles, en esta ocasión presumiblemente originales, apuntando directamente contra él, el presidente ha optado porque nadie le marque la agenda -"ni Bárcenas, ni tampoco ningún periódico", dicen los suyos-, enrocándose en sus asuntos y guardando un silencio ya marca de la casa, aunque exaspere de puertas para adentro. Rajoy no alteró su agenda, sin actos públicos, y mantiene para este miércoles una visita a la factoría zaragozana de Opel en la que protagonizará un discurso sin opción a preguntas, alejado de los periodistas. A su juicio, se reafirman en Moncloa, las explicaciones ya están dadas y no puede perder la vista de lo importante: la economía. "No hay nada nuevo", es el mantra en los círculos más marianistas, que quisieron envolverse en un aura de "normalidad".
Los ministros le siguieron en ese espeso y calculado mutismo. Varios se reunieron en un desayuno informativo en Madrid, y esquivaron a la prensa como pudieron. En el Senado, a pesar de la sesión de control -única cita parlamentaria de la semana-, apenas una declaración, pero contundente: "Por supuesto, pongo la mano en el fuego por Rajoy", dijo en los pasillos Jorge Fernández Díaz. El PSOE hizo del tema centro de debate parlamentario, pero no entraron al quite. En otros escenarios, Soraya Sáenz de Santamaría vio "explicaciones cumplidas" por el PP mientras que Alberto Ruiz Gallardón se limitó a incidir en la separación de poderes, y pidió respeto para la Fiscalía y los jueces.
El Ejecutivo sólo movió ficha en privado. Lo hizo para pertrechar un ataque directo contra el que fuera hombre de confianza de Rajoy, convertido hoy en un "mentiroso ruin", en palabras de un ministro amparado en el anonimato. Para Moncloa, la única novedad es que Bárcenas "en vez de tener 23 millones en Suiza tiene 48 y que sus abogados le han mandado al carajo por impresentable". Esto es, el extesorero busca distraer la atención y alejarla de su inmensa fortuna. "Hasta el juez Ruz dijo en su último auto que no se investiga las remuneraciones de dirigentes del PP sino los millones de Bárcenas", se enfatizó desde los conductos más oficialistas.
Comunicado del PP, y más silencio
Con el presidente fiel a su estrategia y el Gobierno imitándole, la respuesta pública vino del partido que le sustenta. Se articuló, tal y como avanzó este diario, a última hora del lunes, con la información de El Mundo ya descargada a través de Internet. María Dolores de Cospedal y su núcleo duro -entre ellos, Carlos Floriano- decidieron que se debía hacer un comunicado, desmentir categóricamente lo publicado, y después callar. A las siete de la mañana, y tras consultar a Rajoy, se procedió a la revisión final del documento y a las ocho -antes de las tertulias de radio y televisión- ya estaba en las redacciones. El PP "desconoce" las anotaciones publicadas así como "su contenido" que, en ningún caso, se pueden interpretar "como contabilidad" de la formación, fue el primer titular.
El segundo punto clave, el relativo a los presuntos sobresueldos: "El PP niega el pago a personas concretas de retribuciones distintas a las incluidas en las nóminas mensuales, con sus correspondientes retenciones fiscales y a la Seguridad Social". Ningún alto cargo se aunó a este comunicado con sus declaraciones: la consigna, tras el mismo, era el silencio, y se cumplió a rajatabla. "Estamos ya cansados de esto: es lo mismo de siempre, lo mismo. El papel lo pudo haber escrito hace dos años, cuatro meses o una semana. Las declaraciones de Cospedal el lunes se mantienen, como las de la semana anterior y la de la anterior. Retamos a que se demuestre lo contrario", incidía un portavoz autorizado.
Barones piden "contundencia" sin demora
Claro que, de nuevo, fue una noche y una jornada de tensión. Puede que menos que en otras ocasiones, sí, pero volvió a convulsionar la vida interna de un partido que se resigna a nuevos "ataques" hasta que el proceso judicial concluya. El debate se movía en una idea clave: "¿Qué podemos hacer para parar esto que tanto daño nos está haciendo?". Y, otra vez, los barones autonómicos fueron los que clamaron con más fuerza por una respuesta tan inmediata como "contundente".
"Hay que marcar una línea muy clara. No se puede hacer chantaje al partido y hay que disipar todo tipo de dudas y hablar claro", zanjó un presidente con responsabilidades de gobierno a este diario. Esta idea se extiende por los feudos populares. Las encuestas no son buenas, las bases están enfadadas y el caso sigue latiendo en vez de apagarse, resumen. "Evidentemente algo estaremos haciendo mal si el incendio sigue devorándonos. La estrategia no funciona", en voz de otro homólogo regional.
Reclaman más acciones judiciales
En los cuadros medios la desazón también aumenta: "El sentimiento general es de cabreo, de enfado, por todo. Tenemos que ser más contundentes", coincidían varios diputados. Algunos miembros del PP aducían a la necesidad de recurrir a la vía judicial. "Si Bárcenas miente, ampliemos las acciones judiciales", protestan. Que "todos vayan a los tribunales". "Yo creo que lo que se dice de Rajoy es mentira pero, para cortarlo y demostrar que no tenemos miedo, el presidente debería de ir a la Justicia", analizaba otro cargo popular. En Moncloa replican que no es el estilo de Rajoy querellarse contra nadie, que nunca lo ha hecho, y que el PP ya abrió la puerta de los tribunales en su momento y ahora estudia las palabras del extesorero el domingo por si hubiera que tomar una decisión.
Teléfonos que no paraban de sonar, mutismo oficial, cabreo entre los dirigentes... El combo no es nuevo, pero "el vaso va a empezar a rebosar", decía gráficamente un veterano, que palpó "el enfado real de prácticamente todo el mundo". Ministros y altos cargos aseguran entenderlo, pero oficialmente se reitera que la respuesta dada es la correcta: la contabilidad es pública y está auditada y se está "ayudando" a la Justicia. "Todo es perverso, tenemos que defendernos de una mentira", en voz de un miembro de la dirección.
En el debate interno parecía, incluso, que quedaba apartado el tema de fondo: si Rajoy cobró sobresueldos en su época de ministro. En las estructuras nobles se revolvían ante el "ataque" y en las baronías y la segunda fila se pedía "contundencia" pero, en cierta forma, se excluía al presidente. Entre tanto, alguien que mucho ha despachado con Rajoy en esos momentos en los que se fuma relajado un puro, advertía a navegantes: "Este hombre aguanta lo que haga falta".