El Gobierno y el partido que le sustentan dieron definitivamente por superado el trance interno que les supuso la irrupción de José María Aznar hace tres semanas. Si tras su entrevista en Antena3 miembros de la cúpula se declararon en estado de shock mientras Moncloa se apresuraba a pedir a los suyos que no respondieran al aldabonazo, en esta ocasión se respiraron aires de tranquilidad. "Ha hecho su diagnóstico" pero "está superado", incidieron los mismos cargos que, días antes, reconocían su aprieto y nerviosismo.
Para acabar de sepultar el discurso de Aznar, el Ejecutivo quiso asimilar su receta con la que Mariano Rajoy ofrece desde que alcanzó a la Moncloa. "Llevamos más de 16 meses de reformismo muy intenso para sentar las bases del crecimiento y la generación de empleo", contestó Fátima Báñez, ministra de Empleo, al expresidente. Rápidamente se sumó a esta tesis el PP de forma oficial: "Hemos venido aquí para cambiar las cosas y abrir un periodo de reformas para que España funcione", enfatizó Alfonso Alonso, portavoz del grupo en el Congreso.
El propio Rajoy aprovechó la puesta de largo de la Ley de Emprendedores para reafirmarse en el "objetivo y rumbo" marcados. Incluso avanzó nuevas medidas, como la enérgética, en semanas. "La determinación y la perseverancia del Gobierno siempre están presentes en sus actuaciones", afirmó sin hacer referencias de ningún tipo a Aznar. "Reformas sinfín" en "todos los frentes", a lo que sumar -aseveran en el Ejecutivo- los últimos datos de paro del mes de mayo. Esto es, una respuesta "con hechos" y no "con palabras", como se encargó de apuntalar Soraya Sáenz de Santamaría en plena tormenta interna. La estrategia parece clara: para reformas, las de Rajoy.
"Normalizar" relaciones
Siendo ésta la base, la intervención del club siglo XXI sirvió para "normalizar en cierta forma" las relaciones, en opinión de Génova. Creen que Aznar "relajó el tono y volvió al discurso de expresidente" y, aunque firme en el fondo, sus palabras no chirriaron a los cargos allí presentes. Fueron "asumibles" a oídos del Gobierno, muy satisfecho por el golpe de efecto de la vicepresidenta, que con su presencia se convirtió en "tan protagonista o más" como el propio Aznar.
Si bien diputados consultados, algunos declarados aznaristas, rechistan sobre la esencia de la estrategia escudriñada por los círculos oficiales: "Es que lo que está haciendo Rajoy está muy lejos de lo que reclama Aznar". Y a partir de ahí, el argumento se tambalea: "La pelota está en el tejado del Gobierno. Aznar les ha dicho cuál cree que debe ser el camino y ahora son ellos los que deben actuar". En FAES rechazan que el expresidentes rebajara el tono, más al contrario afirman que fue "de altura, el requerido" por el escenario.
Campus de verano de FAES
Aznar volverá a tomar públicamente la palabra en el campus de verano de su fundación -antes reúne al Patronato de FAES, pero a puerta cerrada-. Allí se verá cara a cara con Rajoy el siete de julio. Los miembros del Gobierno y el PP que asisten afirman que van "más tranquilos" tras la fotografía de Sáenz de Santamaría con Aznar. El presidente de honor tiene mucho predicamento en las bases, conecta con ellas, y la dirección nacional dice ser consciente de ello.
Aunque, más allá de debates sesudos, lo importante para la cúpula es que ven superada la crisis, aunque sea a corto plazo. Esto consiste en ir apagando día a día incendios y "el globo está desinflado", recalcaron. "La prueba está en las portadas digitales de este martes", quisieron corroborar. No todos piensan así: "Hay que tomar nota de lo que dice Aznar. Coincide con nuestras bases y con nuestro programa, y esto es importantísimo. Y sería un error garrafal no darse cuenta de ello y quedarse en si Soraya fue o no fue o en sí el tono fue de una forma o de otra. Vayamos a lo importante", reflexionaba un parlamentario. El globo, en todo caso, se volverá a inflar una vez se acerque el día de que Rajoy estreche la mano de quién le colocó al frente del PP, y más aún si pasa el tiempo y Aznar entiende que la senda sigue sin ser la correcta.