Si alguien en el Ejecutivo no da puntada sin hilo ésa es Soraya Sáenz de Santamaría. Y la vicepresidenta, exquisita como es su patrón en las formas, lanzó dos argumentos muy claros para desmontar las críticas de José María Aznar, que siguen convulsionando la vida interna en el PP a la espera de que vuelva a tomar la palabra el próximo lunes, ni más ni menos, que en el seno de la soberanía nacional.
La primera réplica a Aznar fue, también, la más contundente en contenido. Le preguntaban por la "lánguida resignación" a ojos del expresidente. "La mejor forma de contestar no es con palabras sino con hechos", fue su tajante respuesta, sacando a colación la ley de Emprendedores aprobada este viernes por el Consejo de Ministros. "Le contesto con el proyecto que hemos traído hoy", enfatizó.
Una norma que también le sirvió para rechazar que el Gobierno no esté trabajando para bajar, lo antes posible, los impuestos. De hecho, frente a las voces dentro del propio PP que instan a una modificación urgente de la política tributaria, Sáenz de Santamaría explicó que la nueva ley incluye un régimen especial de criterio de caja en el IVA para autónomos y PYMES que permitirá, a partir de enero, no ingresar este impuesto hasta que se cobre la factura. Es "un cambio impositivo muy importante", dijo, para dejar el mensaje de que Mariano Rajoy ya toma decisiones para regresar a su programa electoral.
Así, puesto encima de la mesa que el Ejecutivo se mueve y aplica su plan de reformas, aún asestó un segundo golpe político al presidente de honor de su partido: "España estaba -hasta no hace mucho- en una situación límite y a veces se nos olvida o no queremos recordarlo", afirmó. Esto es, el Gobierno primero ha tenido que dar respuesta a cuestiones "urgentes" como esquivar "el rescate total" y es ahora cuando puede avanzar en otras materias. Y por ello, añadieron las fuentes consultadas, escocieron tanto las críticas del antecesor.
"¿Fue desleal Aznar?", le preguntan
En todo caso, la vicepresidenta esquivó aquellas preguntas que podrían representar un cuerpo a cuerpo con Aznar. "¿Fue desleal?", le llegaron a inquirir. Su contestación fue estándar: "Respeto las posiciones de cada cual. Como Gobierno, nuestra tarea es beneficiar la marca España y, con medidas como las de hoy, la beneficiamos". El miércoles ya dejó entrever que la entrevista del expresidente no iba, a su juicio, en la buena dirección.
Sáenz de Santamaría, fiel marianista -siempre ha estado al lado de Rajoy en los buenos y malos momentos-, todavía quiso agradecer "el apoyo y a la ayuda directa, muy claro y muy sensato, del Grupo Parlamentario Popular". Incluso en las circunstancias "de dificultad", se reafirmó. Un recado a los suyos de que mantener una fotografía de unidad es clave para el Ejecutivo: todos alrededor de Rajoy.
Reafirmada la política económica por el propio presidente y tras las palabras de su número dos, el Ejecutivo quiere dar por resuelta la crisis. Al menos, hasta el lunes, cuando Aznar, "muy tranquilo" según los suyos, regresará a Madrid para participar en un nuevo acto. Fuentes de la Moncloa no quisieron desvelar si habrá representación gubernamental en el acto mientras en Génova evalúan qué decisión tomar habida cuenta de que tampoco creen positiva una imagen de soledad. "Es nuestro presidente de honor", recordaron.
En privado, no faltaron quienes pidieron tender puentes entre los dos presidentes del PP porque "que a nadie le quepa duda, lo que dice Aznar ocupa y preocupa y las bases están muy pendientes de ellas". Si algo de eso hay, Sáenz de Santamaría no quiso desvelarlo. Tampoco entró en el "caramelo envenenando", según varios dirigentes populares, de otro de los ex: "No saldrá de mi boca ninguna crítica a Rajoy", aseveró José Luis Rodríguez Zapatero.