La dirección nacional bendijo la designación de Arantza Quiroga y desterró la posibilidad de un congreso abierto, mediante la fórmula de un militante un voto, al menos de momento. "No se ha planteado esa posibilidad", zanjó con rotundidad María Dolores de Cospedal, que la semana pasada dio su plácet a la sucesora de Antonio Basagoiti al frente del PP vasco.
Así, Génova resolvió en apenas una semana la crisis interna de los populares vascos. "Ante una situación sobrevenida entre un congreso y otro", el partido ha optado por la receta de "seguir administrando el partido" gracias a la persona que decida la Junta directiva autonómica, argumentó Cospedal. Ésta se reúne el martes en Bilbao, y proclamará a Quiroga como líder. "Ha sido así en muchísimas ocasiones", quiso legitimar la número dos de los populares. Ocurrió, rememoran, con Carlos Iturgáiz y María San Gil.
La posibilidad de abrir el proceso a otras candidaturas quedó cerrada a cal y canto. "El PP no contempla la posibilidad de un congreso abierto", quiso reiterar. Más aún, desdeñó a quienes, como el exparlamentario vasco Santiago Abascal o José Antonio Oretga Lara, lo han reclamado estos días: "No sé cuáles son las voces a las que se refiere", dijo, preguntada expresamente a tal efecto.
El adiós de Basagoiti, que generó malestar en la cúpula nacional por "prematuro", propició en las últimas jornadas toda una serie de reuniones para elegir al candidato ideal. Aunque en la terna sonó con fuerza Alfonso Alonso, de la línea de Soraya Sáenz de Santamaría, finalmente se optó con Quiroga, que se reunió con la propia Cospedal en Madrid en un encuentro del que no se informó a la prensa.
A partir de ahora, la maquinaria del PP se pondrá en marcha para arropar al delfín de Basagoiti, si bien -incluso en el Gobierno- existen quienes enfatizan que se trata de una elección "de transición" a la espera de un congreso ordinario, que no se espera en breve. Ni tan siquiera entonces, al menos de momento, la dirección popular estima necesario abrir la urna a las bases.