"Vamos en la buena dirección. El Gobierno sabe adónde va y es plenamente consciente de lo que está haciendo", prometió el presidente dos días después de que el Consejo de Ministros planteara un escenario económico desolador y no ofreciera reformas de choque para intentar salir del atolladero. El Partido Popular, los suyos, recibían el mensaje con abatimiento, enfrascados en una espiral de pesimismo. "Te tomas un café en la calle y te llueven las críticas", reproducían. Un ministro llegaba a reconocer en privado: "El paro nos puede llevar a todos por delante".
En efecto, tal vez, haya sido una de las semanas más duras para la formación en el poder. Algunos recuerdan el caso Bolinaga para explicar el nivel de la crisis interna, cuando pesos pesados -capitaneados por Jaime Mayor Oreja- tomaron la palabra en un Comité Ejecutivo para cantarle las cuarenta al ministro del Interior y, por ende, al propio Mariano Rajoy. Este lunes, el órgano que reúne al poder autonómico e interno se vuelve a dar cita, en un ambiente de expectación entre sus propios integrantes.
Fue Esperanza Aguirre, en silencio calculado desde hace semanas, la que puso voz a ese sector interno cada vez más crítico con la hoja de ruta gubernamental. Braman por una vuelta al programa electoral del PP en dos vertientes principales: el adelgazamiento de la administración pública y la bajada de impuestos, cuestiones que han pesado como una losa en el ánimo de las bases. Si bien, sólo Aguirre ha dado la cara, mientras el resto de desencantados sigue optando por el anonimato.
"La diferencia entre la España real y el programa electoral del PP son los 90.000 millones de déficit oculto que el Gobierno se encontró en deudas y déficit público", les contestó el pasado jueves Alberto Núñez Feijóo. Que el barón gallego, con gran predicamento interno, diera la cara por Rajoy fue todo un chute de energía para él. Más aún a tenor de que muchas comunidades populares han optado por el silencio en un intento de protegerse ante la sangría de votos.
Precisamente, los barones acuden a Génova con la idea preconcebida de que será un Comité para "reflotar el barco" y dar una imagen de unidad tras muchos titulares malos creados, reconocen, por ellos mismos. No esperan que se haga uso del turno de palabra, a pesar de que algunos barajan plantear sus inquietudes. Desde el poder autonómico están reclamando por distintas vías que el presidente no se quede en un mensaje de ánimo, sino que intente recuperar el discurso reformista "de verdad, planteando medidas". "No podemos quedarnos en las palabras, la gente está harta de palabras", en voz de un presidente que acudirá a la cita.
De nuevo habrá ausencias, como la del propio Feijóo, con agenda pública en Barcelona. O la de José Antonio Monago, cada vez más crítico y que toca otro talón de Aquiles para Rajoy: "Se quiere cambiar el objetivo de déficit para darle más a Mas, y Mas es el que ha hecho menos en objetivo de déficit. Cualquier criterio que no sea todos por igual es subjetivo", afirmó esta misma semana, augurando guerra próximamente.
En Moncloa se quejan de que sus barones piensan sólo en sus corralitos: "Tienen miedo porque pueden perderlo todo. Pero nosotros no estamos con la mente puesta en las elecciones, nosotros estamos en salir de la crisis", dicen. Podrían perderse, tal y como desveló este diario, feudos tan carismáticos como Madrid y Valencia. Rajoy les dirá que no hay otro camino que el marcado, y que hagan piña. Cree que el año que viene podrá empezar a vender buenas noticias y que esto tendrá efecto en las urnas. También se apoyan en la incapacidad del PSOE para reflotar, que quedó de manifiesto en el último CIS.
Intensa agenda del presidente
El presidente intenta recuperar el impulso político con una semana cargada de actos importantes. Tras el Comité Ejecutivo, se reunirá con su homólogo italiano, Enrico Letta, con quien está llamado a entenderse frente a Angela Merkel en los próximos y decisivos Consejos Europeos. El martes en el Senado y el miércoles en el Congreso, pleno monográfico sobre el plan de reformas incluido, tendrá que dar explicaciones sobre el rumbo económico. Y el viernes se verá con el mundo empresarial catalán, en el marco del Salón Internacional del Automóvil.
"Vamos a dar la cara. El PP no se puede permitir una semana como la pasada, en la que parecía que estábamos muertos. Tenemos que decirle a la gente que tenemos un plan y que ese plan, evidentemente, incluye adelgazar la administración. También, por supuesto, bajar los impuestos en cuanto podamos", resumía argumentario un alto cargo de Génova. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se comprometió a ejecutar la reforma estrella, pero insistió en que es difícil y necesita tiempo. La fecha límite es el próximo 28 de junio, cuando debe estar listo el informe para reconvertir el Estado en un marco administrativo eficiente. Sobre impuestos, fuentes del área económica alejan la posibilidad de dar "buenas noticias" hasta 2015, fecha de las generales.