Reconocen cargos del PP que en cuanto salen a la calle, despachan en la barra de un bar y toman un café con amigos, les llueven las críticas. El cabreo es monumental, advierten de inmediato. Incluido entre los votantes de toda la vida, esos que hasta la fecha, pasara lo que pasara, introducían la papeleta azul en la urna. Y, en más de una ocasión, no saben qué responder ante las quejas. En consecuencia, el pesimismo invade los círculos de poder del partido en el Gobierno, que ve las elecciones cada vez más cerca, y temen perderlo todo. Incluso plazas históricas, importantísimas, como Valencia o Madrid.
Éste es el panorama, y la puntilla fue el último Consejo de Ministros. Desencantados dentro del propio PP lo resumen así: "Más paro, más impuestos, nada de reformas". Pero el presidente, el hombre del aguante y defensor de sus tiempos, mantiene su imperturbable confianza en el rumbo marcado, en su mandato, y cree que ponerse en el peor escenario posible le permitirá, a medio plazo -esto es, a partir de 2014-, empezar a dar buenas noticias y recuperar así cierto optimismo. Su entorno, sus ministros, se agarran desesperadamente a esta tesis, mientras la desilusión galopa en su propio círculo ideológico.
Mariano Rajoy dio la cara ante una opinión pública cada vez más enfadada -incluidos sus votantes- e importantes medios de comunicación de cabecera bramando por la falta de reformas y su incapacidad para parar la sangría de parados. "Soy consciente de que las previsiones económicas pueden frustrar a mucha gente, pero el Gobierno sabe lo que hace. La situación es difícil y complicada", respondió Rajoy sobre ese malestar, en rueda de prensa desde la Alhambra (Granada).
El presidente se mostró enérgico, en ningún caso dio una imagen de abatimiento. Descartó de forma tajante que la difícil circunstancia económica, dos años después de accediera al poder, vaya a suponer movimiento alguno en su gabinete. "Ni está planteado ni voy a hacer ningún cambio de Gobierno", zanjó. Más al contrario, "en una situación como ésta" respaldó a su equipo económico, destacando los datos positivos que se van conociendo, como la balanza de pagos o las exportaciones.
"Vamos en la buena dirección. El Gobierno sabe adónde va y es plenamente consciente de lo que está haciendo", insistió varias veces. Esto es, tiene rumbo y no va a cejar en su intento de sacar a España del agujero. Pero, añade, "no vamos a engañar a la gente" y, por ello, se pusieron en el escenario más aterrador a la hora de diseñar el cuadro macroeconómico. "De lo que se trata es de que trabajemos todos para ir a mejor. Es mejor decir la verdad, explicar la realidad y no huir de ella ni hacer castillos en el aire", se justificó.
Didáctico, como siempre en los malos momentos, Rajoy miró al pasado para explicar dónde estaba España y los avances que, a su juicio, se están consiguiendo. Se tomó su tiempo: "El año pasado fue muy difícil, se superó una crisis financiera de primer orden y una crisis de deuda muy importante, con la prima de riesgo en más de 600 puntos". Y no hubo rescate, recuerda su equipo. Ahora, destacó el presidente, el Gobierno trabaja para superar los "desequilibrios", y va por el buen camino. Su augurio es que "el año que viene por estas fechas estaremos mejor y estaremos creciendo".
Matiza su anuncio sobre impuestos
En presencia del primer ministro irlandés, que también es presidente de turno de la UE, Rajoy se mostró plenamente coincidente en la necesidad de que Bruselas no se demore en la toma de decisiones y en junio haya un supervisor bancario único. El discurso de Enda Kenny es prácticamente calcado al de su homólogo español. De hecho, ambos coincidieron en censurar la recomendación de Alemania al BCE de subir los tipos de interés: "Todos debemos respetar la independencia del BCE", enfatizó, evitando focalizar la "batalla" que pretende dar contra Angela Merkel. "No es contra nadie sino a favor del euro", precisó.
Diálogo con Pérez Rubalcaba
Precisamente, ciñó a las cuestiones europeas los únicos temas a los que llegar a acuerdos con el líder de la oposición. "Hablo muy a menudo con Rubalcaba", desveló. Dejó claro que le gustaría que en las grandes cuestiones nacionales también fueran de la mano, pero "no ha votado a favor de ninguna de las medidas estructurales, ni sobre las preferentes ni sobre los desahucios", explicó. "El Gobierno tiene que hablar y habla pero es consciente de que la responsabilidad lo tiene que asumir él".
Así, Rajoy apuntaló otra idea clave: será él quién asuma la pesada losa de la crisis económica, y no la va a descargar en ninguno de sus ministros, principalmente los económicos, a los que aplaudió."Hay que mantener esta política porque con esta política llegará la creación de empleo. Es mejor explicar la realidad y no decir luego que me he equivocado. Pero las previsiones se pueden superar", reiteró con vehemencia, en un intento de calmar los ánimos en la calle. "Paciencia", imploró.