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Rajoy refuerza el poder interno de Cospedal ante todo el PP

Rajoy agradece a Cospedal que haga de escudo. "Siempre me he sentido muy apoyada", responde. Feijóo asegura que Bárcenas "pagará por lo que ha hecho".

El Partido Popular se presentó como una familia unida, sin fisuras, en su momento más delicado desde que accediera al poder por culpa de quien fuera hombre de total confianza hasta 2009, y hoy nadie se atreve ni tan siquiera a mentar. Con Luis Bárcenas convertido en el protagonista sin nombre, Mariano Rajoy y, con él, todo el partido escenificaron un espaldarazo a María Dolores de Cospedal tan calculado como prácticamente sin precedentes.

De hecho, la mesa de autoridades era, a tenor de los comentarios, la más abultada de las montadas por el madrileño hotel Ritz, un habitual de los desayunos informativos. La organización sacó pecho de "los 1.000 invitados", entre ellos parte de la élite empresarial y miembros del cuerpo diplomático. Se dio el caso, incluso, de que el presidente volvió a tomar asiento una vez levantado para hablar ante la cantidad de medios gráficos y murmullo generalizado. En la calle, un reducido grupo de indignados y un imponente despliegue policial.

"Venimos a hacer piña", resumió Rita Barberá, alcaldesa de Valencia. También asistieron varios presidentes autonómicos, incluido Alberto Núñez Feijóo, cada vez con más peso interno y que poco después se reunía con el presidente en Moncloa. "Nos están atacando y tenemos que responder", analizaba uno de ellos, en conversación informal. "Tenemos que limpiar nuestra casa, pero todo parece estar teledirigido y también eso lo tenemos que decir", insistió.

El presidente, que desde que estallara la crisis de los papeles ha tomado todas las decisiones en la sombra, siguió sin citar al que fuera tesorero del PP. No se refirió directamente al caso. Si bien no sólo corroboró su confianza en Cospedal, sino que la encumbró en elogios. "Sin el sostén y el apoyo del PP, el Gobierno tendría dificultades innumerables para llevar a cabo sus políticas", afirmó, para calificar a su secretaria general como "magnífico ejemplo a seguir" en política.

Rajoy echó mano de la hemeroteca, y puso al auditorio en contexto: "Recuerden ustedes aquellos tiempos del año 2008", dijo, para poner en valor que Cospedal aceptara formar parte del equipo de dirección de Génova. "Aceptó, y por eso mi agradecimiento a la persona que nunca me dijo que no", pese a que podría no haber sido "lo sensato", enfatizó el hoy jefe del Ejecutivo, y con un poder interno que antaño era otro cantar.

"Optó por correr los riesgos que mis peticiones conllevaban", lo que volviendo a la realidad supone articular políticas "eficaces y ejemplares" en un momento en el que la corrupción se sitúa ya como segunda preocupación de los españoles. Rajoy no dijo más, y por lo cual tampoco dio explicaciones sobre Bárcenas. De hecho, con sus palabras, vino a agradecer a Cospedal que haga de escudo para que el caso le salpique lo menos posible, con todo lo que ello supone de desgaste para ella. Pero, también, fue su forma de llamar al orden a los suyos, tras una semana de críticas filtradas a los medios.

La número dos entendió, de hecho, que ésta es una de sus funciones: "Si en los momentos difíciles un secretario general no está donde tiene que estar, entonces no vale nada", sentenció. "Nunca me he planteado si es un desgaste o no. Es mi responsabilidad, soy secretaria general a mucha honra y lo llevo con toda la dignidad y todo el sentido de la responsabilidad", fueron sus palabras.

El 11-M "nos ha señalado para siempre"

Capitaneados por Soraya Sáenz de Santamaría, destacados ministros del gabinete le escucharon con atención. También los miembros de la cúpula, incluido Javier Arenas, de nuevo en los periódicos por ser el presunto interlocutor de Bárcenas. Se le preguntó si se sentía "sola" e, incluso, se había barajado en algún momento tirar la toalla. "No creo que sea el momento más complicado del PP. Estamos en un 11-M y ése fue el momento más complicado. Es una fecha que nos ha señalado para siempre sobre cualquier otra cosa", quiso dejar bien claro.

"Me he sentido apoyada por quién me tenía que sentir apoyada, por mis compañeros y por el presidente. Muy apoyada", recalcó sobre la presunta soledad o las fricciones que la gestión del escándalo ha generado entre el PP y el Gobierno o las propias familias que cohabitan en Génova. "Siempre apoyada", quiso enfatizar.

Ahora bien, dicho esto, sí que admitió que "las sensibilidades están más a flor de piel". En su intervención inicial, advirtió del daño que la irresponsabilidad política y el populismo pueden provocar. Ahora, continuó, "escandalizan más los comportamientos ilícitos y corruptos", y por ello "el PP y mi gobierno" están trabajando para erradicarlos. Y añadió: "El PP está haciendo lo que tiene que hacer, un ejercicio de transparencia como ningún otro partido".

Cospedal tampoco quiso entrar en materia. Esto es, no habló de la relación laboral que el PP mantuvo con Bárcenas ni tampoco el motivo por el que no se ha actuado directamente contra él en los tribunales. "Muchos asuntos están judicializados", se felicitó, y "yo confío mucho en los tribunales", afirmó sin entrar en más detalles.

Le llegaron a preguntar por cómo estaba viviendo el asunto su hijo Ricardo, de seis años. "Todavía no protesta demasiado, ya lo hará. Él entiende que su madre tiene una labor", afirmó en el momento más humano del acto. También agradeció "la gran ayuda y comprensión" por parte de su familia, y en especial de su marido. Pero, no desviando el tiro, resumió la encrucijada existente: "Nos jugamos España, y España no está en juego". Por ello, en un intento de recuperar la iniciativa política perdida por Bárcenas, exigió a los suyos "no perder ni un minuto" en la recuperación económica porque "España es nuestra fuerza y proyecto".

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