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Rajoy defiende con uñas y dientes el sistema, incluido el modelo autonómico

Rajoy se comprometió a no "desmayar". Tampoco en la defensa del sistema: no entró a las críticas al Rey. Mantendrá el sistema autonómico.

La convicción del presidente de que la senda escogida es la que sacará a España de la crisis sigue imperturbable. "Este es un Gobierno fuerte que no va a desmayar hasta cumplir con su objetivo", resumió tras dos largas jornadas de rifirrafe parlamentario, en el que la oposición ha bailado entre el reproche y la petición de dimisión. Pese a ello, los suyos ven hoy a Mariano Rajoy "más fuerte" frente a un líder de la oposición "al que le esperan los lobos en casa".

El jefe del Ejecutivo salió hinchado de su primer Debate sobre el estado de la Nación. Cree que ha recuperado la iniciativa política a pesar de que la sombra de Bárcenas, al que no mentó, sigue siendo del todo alargada. Ejemplo de ese "Gobierno que se mueve" será el Consejo de Ministros de este viernes, en el que se empiezan a aprobar algunas de las medidas anunciadas por Rajoy el jueves.

"Creo que lo que estamos haciendo es una reforma estructural de primer orden", le dijo a su bancada. Ésta también era una prueba de fuego en clave interna, con un PP con las defensas bajas, pero la sensación generalizada es que "se comió" a Alfredo Pérez Rubalcaba. De igual forma, se descartó con más énfasis que nunca que estuviera cerca una crisis de gabinete, a pesar de que algunos dirigentes vieron "más sola de lo normal" a Ana Mato, la titular de Sanidad.

Silencio sobre el Rey "para protegerle"

Más allá de reafirmarse en su estrategia, el presidente intentó proteger al jefe del Estado por omisión. Nunca antes la Corona había cobrado tanto protagonismo en las Cortes. Una relevancia en negativo, a consecuencia del caso Urdangarín. Los grupos minoritarios -no así el PSOE- utilizaron el escándalo para ahondar en la idea de una severa crisis del sistema. El PNV llegó a reclamar la "reinvención" de la Casa del Rey en la sesión plenaria.

Sin embargo, Rajoy -que no rehuyó otros temas espinosos como la amenaza independentista, que incluso sacó a colación en su discurso inicial- evitó en todo momento recoger el testigo y hablar del Rey o su familia. La estrategia fue cuidadosamente trazada: no pronunciarse para evitar así los titulares. Ni tan siquiera hizo una defensa de la Monarquía, en el marco de una defensa de las instituciones en su conjunto. La consigna era guardar silencio.

La preocupación en el Gobierno por la situación de la Casa que dirige don Juan Carlos existe, y va en aumento. Pero Rajoy considera que es consecuencia, principalmente, de la crisis económica. "El presidente no va a alimentar la polémica. No va a contestar a un portavoz de un grupo que no representa a la mayoría. El PP y el PSOE defienden a España como una monarquía parlamentaria", resumió un alto cargo de la formación en el poder. Esto no quita para que los quehaceres en la sombra del marido de la infanta Cristina provoquen "indignación", coinciden varios consultados.

En privado, el Ejecutivo cree que la Justicia actuará "con todo su peso" contra Urdangarín, pero en privado entienden que la Monarquía -esto es, el Rey y su familia directa- debe quedar al margen. Si bien, los cargos consultados -incluido ministros- a lo largo de los últimos días -no sólo en el tránsito del debate-, admitieron que cada día aparecen nuevos datos y "no sabemos cómo va a terminar esto", en voz de uno de ellos.

Rajoy, en todo caso, optó por dar un paso atrás y dar la callada por respuesta. Lo que sí que hizo fue entonar un encendido apoyo al sistema. "Y con ello incluyó a la Corona", recalcan fuentes gubernamentales. "España es un país limpio", dijo en su discurso. En las medidas prometidas para la luchar contra la corrupción se incluyó una modificación de la Ley de Transparencia a fin de que se aplique a partidos políticos y organizaciones empresariales y sindicales. De dicho control quedará fuera la Casa del Rey.

Defensa del sistema autonómico

Precisamente, en esa defensa del sistema, el presidente del Gobierno volvió a dejar claro que no piensa hacer modificaciones del modelo autonómico. Aunque algunas voces de su propio partido reclaman, por ejemplo, que determinadas competencias regresen al Estado -como la Justicia o la Educación- se declaró "profundamente" creyente del vigente sistema, a pesar de que admitió unos "problemas" que deben ser solucionados.

"Yo no tengo ninguna intención de recentralizar nada", alivió a Aitor Esteban, portavoz del PNV. Más aún, aseguró que el esquema por el que se han regido las comunidades "ha funcionado de forma razonable". Según el presidente, y así lo ha dicho en varias ocasiones, el modo de proceder es a través de la reforma de la administración, prevista para junio, y que tiene por objeto acabar con las duplicidades y solapamientos.

En la réplica, insistió: "El Gobierno no tiene voluntad de recentralizar nada", dijo, para volver a defender la Constitución. E incidió: "Hasta que no vea una solución mejor, es un texto que dio el mayor autogobierno de la historia de España y de cualquier país de nuestro entorno". A ERC todavía le recordó: "Ningún Gobierno ha ayudado tanto a las CCAA, y especialmente a Cataluña, como éste".

Breve y dura respuesta a Amaiur

Por último, en la segunda de las jornadas de debate, el jefe del gabinete se refirió a la banda terrorista ETA. Tras reiterar en las Cortes su máxima -"Lo más importante es que ETA tome la decisión de su disolución definitiva", contestó al PNV-, se revolvió ante la equiparación de Amaiur de víctimas y etarras. "El problema de déficit democrático no lo tiene España, lo tiene usted y algunos como usted que todavía no han pedido a ETA que se disuelva y que no han condenado sus crímenes", sentenció, recibiendo la ovación de los suyos.

Rajoy no consintió que las palabras de Iker Urbina quedaran sin respuesta. La banda asesina, argumentó, tiene que "arrepentirse" y "pedir perdón" por el daño provocado. Y, hasta entonces, le dijo al portavoz del brazo político de ETA, "no tiene ninguna autoridad para hablar del derecho de las personas". "Pida perdón y a partir de ahí hable de democracia, de libertad, y de todo lo demás", remató el jefe del Ejecutivo.

Más de once horas de debate, y sin motivos de complacencia, dijo un Rajoy visiblemente cansado ya en los pasillos de la Cámara: "Ninguna satisfacción hasta que no se cree empleo", contestó. Aunque la cifra se acerca peligrosamente a los seis millones de parados, el presidente proclamó en reiteradas ocasiones: "Sí, hay vida detrás de la crisis".

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