El expresidente del Gobierno José María Aznar ha asegurado que durante su mandato ETA puso "la capacidad de resistencia" del PP "al límite" debido a la estrategia de asesinatos de políticos de la banda terrorista.
En los extractos adelantados hoy de Memorias I (Planeta), Aznar revela que los asesinatos de ETA supusieron una "prueba política y personal muy dura". En cualquier caso, deja muy claro su convencimiento de que el Gobierno debía de "perseverar en la firmeza democrática".
"Pero eso no significa que no sufriera con cada atentado ni que dejara de plantearme hasta qué punto podía seguir pidiéndoles a mis compañeros de partido que aguantaran", explica el expresidente del Gobierno en el libro.
En concreto, Aznar recuerda "un momento especialmente drámatico" con el asesinato de Manuel Zamarreño, concejal del PP en el Ayuntamiento de Rentería, el 25 de junio de 1998. "La imagen cruel y humillante del cadáver de Zamarreño tirado en la calle, junto al portal de su casa, con la ropa arrancada por la explosión de una moto bomba, destrozó la moral de nuestra gente", afirma.
Así, recuerda que "poco después" de este asesinato se reunió para comer con la dirección y cargos públicos del PP del País Vasco, en un encuentro donde le mostraron "una mezcla de resignación y valentía" para hacer frente a ETA.
El expresidente menciona también los asesinatos entre julio de 1997 y junio de 1998 de otros miembros del PP: Miguel Ángel Blanco, José Luis Caso, José Ignacio Iruretagoyena, Alberto Jiménez-Becerril y su mujer Ascensión García Ortiz y Tomás Caballero.
La tregua
Por otro lado, Aznar también cuenta que Arzalluz puso en marcha una estrategia de convergencia con el mundo de la banda terrorista. "Ya en mayo me habían llegado ondas de que algo estaba pasando en las relaciones entre el PNV y el mundo de ETA. Se lo comenté a Jaime Mayor Oreja y quedó en hacer las averiguaciones correspondientes", afirma.
De esta manera, relata cómo cuando la banda terrorista declaró una "tregua ilimitada" el 16 de septiembre de 1998, no hubo un emplazamiento expreso al Gobierno para negociar. Por ello, asegura que no se trataba del fruto de la negociación entre terroristas y el Estado, sino el "instrumento" de un acuerdo entre nacionalistas "con objetivos que iban completamente en contra de la legalidad".
Contactos con ETA
Posteriormente, el expresidente del Gobierno explica quizá uno de los momentos más ampliamente recordados por los medios que apoyaron a Zapatero durante la negociación con la banda terrorista ETA. Dice Aznar que cuando anunció contactos con ETA, habló del MLNV (movimiento de liberación nacional vasco). "Algunos interpretaron esa mención al MLNV como una rendición dialéctica, cuando ésa es la denominación que recibe el complejo político y social dirigido por ETA. Al utilizar esas siglas, yo estaba haciendo público que el Gobierno se iba a reunir con ETA y también con representantes de su partido político", matiza.
El 11 de diciembre de 1998 tuvo lugar un encuentro entre miembros de Euskal Herritarrok y las tres personas designadas por Aznar como representantes del Gobierno: el secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Martí, Javier Zarzalejos y Pedro Arriola.
"Los portavoces de la antigua Herri Batasuna dijeron que ellos eran políticos y que sólo estaban ahí para hablar de política; que si nuestra intención era hablar del cese de la violencia, que habláramos con ETA. Como nosotros de política no teníamos nada que hablar con ninguno de ellos, la reunión no fue a más", explica.
La sucesión en el PP
Por otro lado, en este libro, José María Aznar también cuenta cómo fue el proceso sucesorio tras sus ocho años en el poder. Aznar cuenta que el exvicepresidente económico y exdirector del FMI, Rodrigo Rato, rechazó ser su sucesor en dos conversaciones que mantuvieron en el 2000 pero afirma que en el verano de 2003 le dijo que había "cambiado de opinión" y quería "ser el candidato". Aznar se decantó entonces Mariano Rajoy que era, de los tres aspirantes, el "menos" amigo suyo pero la persona "más indicada para neutralizar el ataque de la izquierda y de los nacionalismos" que se avecinaba en "el previsible" tercer mandato del PP.
Según el adelanto conocido este sábado, "la decisión más difícil que he tomado en mi vida fue la de mantener mi compromiso de no presentarme a un tercer mandato", desvela, tras asegurar que "mucha gente dentro y fuera" del partido le pidió que lo reconsiderara.
De hecho, señala que Adoldo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo le trasladaron "en reiteradas ocasiones" su criterio en contra de una retirada que "consideraban prematura". También hubo opiniones en ese sentido por parte de Tony Blair, George W. Bush, Vladimir Putin, Jacques Chirac, según confiesa.
Rajoy, el elegido
Aznar relata que el viernes 29 de agosto de 2003, al finalizar el Consejo de Ministros, explicó a los presentes que había dado instrucciones para convocar un Comité Ejecutivo Nacional el lunes y una Junta Directiva Nacional al día siguiente para proponer a la persona que a su juicio debía ser el próximo candidato a la Presidencia del Gobierno.
"A última hora, –detalla– pedí a Mariano Rajoy que viniera a verme a mi despacho. Nos sentamos frente a frente. Le di las gracias por venir. Me dijo: 'Presidente, prefiero que no me digas lo que intuyo que me vas a decir. Pero quiero que sepas que siempre te estaré agradecido. Nunca olvidaré que me has hecho cinco veces ministro y, además, vicepresidente del Gobierno. Con esto, todas mis aspiraciones políticas están más que colmadas'. Le contesté: 'Gracias, pero te lo voy a decir. Creo que tú eres la persona adecuada'.
Afirma que Rajoy le dijo que aceptaba el encargo. "Yo solo le pedí que de momento no le comentase nada a nadie", indica. Después relata que el sábado convocó a Rajoy, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja en la Moncloa, una reunión a la que se sumó Javier Arenas como secretario general, a los que trasladó que el criterio que había tenido en cuenta para elegir a su sucesor era "el interés de España".
"Sólo quiero que entendáis que en mi decisión no he pensado en nada más que en intentar servir lo mejor que sé al interés general de España. Con este criterio, he pensado que la persona que mejor puede hacerse cargo de la situación en estos momentos es Mariano", les dijo.
El exjefe del Ejecutivo asegura que Rato y Mayor Oreja le dijeron que "aceptaban la propuesta", aunque "su respuesta llevaba aparejada una cierta resignación, pero también una disponibilidad clara e incondicional para colaborar con Mariano". Ese mismo día, prosigue, habló con el Rey y Manuel Fraga, quien le dijo que había elegido "la mejor opción". "No estoy seguro de que fuese lo que pensaba, pero ésas fueron sus palabras", opina Aznar.
Además, cuenta que le garantizó a Rajoy que tenía "toda la libertad" para tomar las decisiones que tuviera que tomar y que le llamara cuando considerara necesario. "Jamás le propuse a nadie", recalca, para subrayar que el propio Rajoy le comunicó que quería que sus colaboradores principales fueran Ángel Acebes y Eduardo Zaplana.
El expresidente del Gobierno desvela que con el criterio de la jerarquía histórica del PP, el "sucesor natural" parecía ser Rato. "Así lo entendí y así se lo hice saber unos días después de nuestra victoria en las elecciones generales de mayo de 2000. Le pregunté a Rodrigo qué quería hacer. Teníamos que formar Gobierno y le ofrecí la posibilidad de escoger el puesto que quisiese", asegura, para señalar que repitió en Economía pero sin compartirlo con Hacienda.
Según agrega, meses después tuvo una segunda conversación con el exdirector del FMI sobre "sus aspiraciones", en concreto, en las Navidades de 2000, en un largo viaje en coche que hicieron juntos a la estación de esquí de Baqueira, en los Pirineos. En ese momento asegura que dijo a Rato que "debía pensar seriamente" si quería ser el próximo líder del PP y el candidato a la presidencia del Gobierno.
"Me dijo que por motivos personales _tenía niños muy pequeños_ no se veía capaz de asumir una responsabilidad tan relevante en esos momentos. Esa misma semana volví a insistir: 'Piénsate bien lo que te he dicho. Aún faltan cuatro años. Tienes tiempo. Yo no hablaré del asunto con nadie'", recuerda que dijo a Rato, que esa vez no le contestó directamente. Tres meses después era protagonista de una carta dominical del director del El Mundo bajo el título "Rodrigo no quiere".
Sostiene que no volvieron a hablar del asunto hasta el verano de 2003, unos días antes de marcharse de vacaciones. Entonces, continúa, fue Rodrigo quien puso el tema sobre la mesa. "Me anunció que había cambiado de opinión y que ahora sí quería ser el candidato", afirma.
Aznar le contestó: "Tú me has dicho dos veces que no". Y Rato respondió: "Pero ahora te digo que sí". El expresidente afirma que no le contestó nada en ese momento y sólo tomó nota. Volvieron a hablar a solas sobre la sucesión el día que anunció a los tres posibles candidatos su decisión.
"Cuando terminamos de comer, le pedí a Rodrigo que se quedase un momento. Quería tener un gesto de deferencia hacia él. Entonces me volvió a decir: 'Pues ahora hubiese querido'", asegura Aznar, que admite que sabía que el expresidente de Bankia "quería" sucederle pero, tras "una reflexión larga y profunda", había llegado a la conclusión de que elegir a Rajoy "tenía más ventajas que inconvenientes".
Según añade, esta elección "obligó" a Rato a reflexionar sobre su futuro y a rehacer sus planes, ya que poco después le pidió ayuda para optar a la dirección del FMI. Señala que pidió apoyo de Bush, Blair, Chirac y Gerhard Schroeder para esa candidatura.
"Quizás por eso me costó comprender la posterior reacción de Rodrigo. Yo era consciente de su decepción ante el desenlace de la sucesión y sabía que, después de tantos años de amistad, nuestra relación ya no sería la misma. Sin embargo, no esperaba que Rodrigo pusiese una distancia tan grande desde tan pronto", lamenta, para asegurar que él le contaba sus gestiones para conseguir ese puesto pero el ex ministro no le llamaba para contarle nada.
De hecho, afirma que la constatación de que se había abierto "una brecha" se produjo con motivo de la primera visita que Rato a España al frente del FMI, en la que se citó con una amplia representación del mundo político y económico español, pero a él no le llamó.
Aznar confiesa que de los tres aspirantes más claros a la sucesión, Rajoy "era el menos amigo" suyo, aunque tenían un trato "muy cordial". Eso sí, resalta que eso no afectaba en nada su valoración sobre su capacidad política.
"Además de su historial de servicios en el partido y el Gobierno, Mariano parecía la persona más indicada para abordar los dos grandes retos del momento: proporcionar al Gobierno cierta continuidad política, con tranquilidad y sin sobresaltos, y neutralizar el ataque de la izquierda y de los nacionalismos contra el entonces previsible tercer mandato del PP", asevera.