"Esta partida la vamos a jugar y veremos que pasa", pronunció Mariano Rajoy sobre Cataluña, en una reunión a puerta cerrada este lunes. Se espera con expectación en los círculos políticos el discurso que va a pronunciar este sábado en Barcelona, ciudad a la que no acude desde antes de que miles de personas clamaran por la independencia y Artur Mas iniciara el pulso con el Estado. Pero, este jueves, avanzó el estilo de campaña al que aspira, y que tituló "Moderación".
El presidente del Gobierno quiere que el PP represente "lo que la gente quiere, un partido serio centrado en la crisis económica y que no genere problemas donde no los hay". Y quiere situar enfrente a un nacionalismo "radical, que chantajea al Estado y que no dice las cosas a las claras". "Si la responsabilidad, la moderación y la confianza son siempre exigibles a un líder político, se hacen más imprescindibles cuando se trata de dejar atrás la crisis y dar pasos hacia la recuperación económica", resumió Rajoy.
Unas credenciales con las que presentó a Alicia Sánchez Camacho en Madrid, ante un puñado de empresarios de las principales empresas del país y escoltada por lo más granado del Gobierno. "Entendimiento, diálogo y voluntad de acuerdo", fueron sus claves. "Hoy con Alicia, la voz del PP se oye más que nunca en Cataluña", enfatizó, recordando que en las últimas autonómicas alcanzó 18 escaños, y la aspiración ahora es convertirse en segunda fuerza política de la Cámara.
El Gobierno asegura que "todo el mundo le ha pedido" que se mantenga en la senda del diálogo. Principalmente los empresarios -en el desayuno informativo estuvieron altos cargos de Bankia, Grupo Santander, ACS, Acciona, SACYR...-. Aunque, remachan con claridad, "teniendo muy claros que los límites están delimitados por la Constitución" y que el Ejecutivo hará cumplir la ley utilizando "todos los instrumentos a su alcance". En otras palabras, que si se diera el caso, no permitirían la celebración de un referéndum claramente ilegal.
La reforma del modelo no es prioritaria
Una puesta en escena electoral con la que Rajoy vino a acallar todas las peticiones que, sólo horas antes, le hizo con una firmeza meridiana su antecesor en el cargo. José María Aznar no sólo denunció que el nacionalismo catalán "ha dado una patada al tablero de juego", sino que llamó a tomar decisiones de inmediato: "Hay que reconstruir desde su base el proyecto nacional".
Réplica de Sánchez Camacho
La elegida de Rajoy para Cataluña también descartó una "centralización", si bien el jefe de FAES no se pronunció en dichos términos. En los informes de la Fundación sí que se pide abrir el debate para que algunas competencias, como Educación o Justicia, pudieran volver a manos del Estado. "Soy defensora del estado autonómico descentralizado", reiteró, si bien siempre dentro de la "lealtad institucional" con el Gobierno de España.
El debate se instaló de inmediato en el seno popular, a la espera del discurso del jefe en Barcelona. Ignacio González -que estuvo en el acto de FAES- y Alberto Núñez Feijóo se posicionaron del lado de Aznar y criticaron la deriva nacionalista. Mientras, el PP intentó rebajar el choque de trenes asegurando que ambos discursos "se compaginan" y que no hay mejor ejemplo que la presencia de Rajoy junto a su antecesor."El presidente tiene las ideas muy claras, pero no podemos hacerles el juego a los nacionalistas. Somos el Gobierno de todos los españoles y lo que menos nos interesa es un país inestable que sea objeto de dudas en el exterior", opina un portavoz autorizado.
Un nuevo plan Ibarretxe
Rajoy dejó la firmeza a Sánchez Camacho, que alertó de un nuevo plan Ibarretxe, en esta ocasión a la catalana. "El éxito de Cataluña depende del resto de España y el éxito de nuestro país va ligado al de Cataluña", enfatizó en un profuso análisis de situación. Destacó "la gravedad del momento", y puntualizó que "frente a la deslealtad de Mas" el PPC se situará junto al Gobierno, que ha apoyado a la Generalidad en tiempos de vacas flacas.
Además, en un claro guiño a su base electoral, se comprometió a seguir luchando porque se cierren todas las "mal llamadas" embajadas catalanas por el mundo, ya que "existe un país, que es España". Sánchez Camacho se comprometió a no esconder la bandera.