Jaume Coltet y Ricard González son dos periodistas catalanes que firman este miércoles un artículo de opinión en The New York Times, donde emplean con precisión todos los tópicos habituales del victimismo nacionalista. Desde la represión franquista a la "cultura catalana" hasta el robo descarado de la riqueza de los catalanes por parte del Estado español.
Casi al estilo del exentrenador del FC Barcelona, Josep Guardiola, que definió Cataluña como "un país llamado Cataluña ahí arriba", ambos periodistas hablan de "una región autónoma del tamaño de Bélgica en la esquina noreste de España". También advierten de que el "Parlamento de Cataluña apoyó por abrumadora mayoría la celebración de un referéndum sobre la independencia a pesar de la prohibición de la Constitución Española sobre la secesión". Por este motivo, ambos periodistas estiman que España "enfrenta una crisis constitucional profunda".
Pero donde cargan las tintas es en el asunto de la pela. Dicen que "la región representa alrededor de una cuarta parte de las exportaciones españolas" que, de no ser por el "saqueo fiscal" de España, Cataluña sería "la cuarta región más rica de las 17 comunidades autónomas de España", una situación a la que se llega por "una forma de redistribución forzada sin parangón en la Europa contemporánea". Para ambos periodistas "la carga de las transferencias fiscales" está paralizando "la capacidad de la economía catalana para competir a nivel mundial".
Tanto es así que "recientemente Cataluña tuvo que pasar por la humillación de tener que pedir un rescate a Madrid" y añaden que "los norteamericanos saben muy bien que un sistema tributario injusto puede incendiar rápidamente la mecha separatista".
En cambio, obvian realidades como que Cataluña necesita al resto de España para poder pagar a sus jubilados, ya que no recauda mediante el pago de las cotizaciones sociales el dinero suficiente como para afrontar el pago de las pensiones. Además, tampoco reparan en el gigantesco tamaño de su administración autonómica, engordada a base de gasto público al servicio de su espiral independentista. Pero es que, a más a más, la realidad refleja que Cataluña recibe cuatro veces más que Madrid en el reparto autonómico del que tanto se quejan los separatistas catalanes.
La "represión" española
Y del dinero, a la represión. Dicen ambos periodistas en el diario progresista norteamericano que "nosotros los catalanes nunca hemos aceptado la pérdida de soberanía nacional después de ser derrotados por la monarquía española en 1714" ya que "durante tres siglos, Cataluña se ha esforzado por recuperar su independencia", unos intentos constantemente "reprimidos por la fuerza", dicen. Además, señalan que "la cuestión catalana" fue "un importante catalizador de la Guerra Civil española en la década de 1930 y la dictadura del General Franco" quien "reprimió duramente la cultura catalana".
El idioma "catalán" también ha sido reprimido duramente durante el siglo XX. Claro que no señalan que ahora quienes son multados son los comerciantes que tratan de rotular sus comercios en Español. Tampoco describen el calvario que atraviesan los padres que quieren escolarizar a sus hijos en español y no pueden hacerlo. O las empresas que ya han manifestado su intención de abandonar la Comunidad Autónoma catalana en caso de que se declare la independencia.
Precisamente, en cuanto a la cuestión del catalán en las escuelas dice que "desde el restablecimiento de la democracia en España, el catalán ha sido revivido en las escuelas de la región. Sin embargo, una reciente sentencia del Tribunal Constitucional de España pone en peligro esa política". Dicen que el idioma es una "línea roja" y que si el sistema actual no puede garantizar su protección, "la independencia es la única solución".
Nacionalismo "cívico y cultural"
En cualquier caso, precisan que su sentimiento independentista no está impulsado por el odio a España. Dicen que el nacionalismo catalán es "cívico y cultural", a diferencia del nacionalismo étnico que tantas veces ha plagado Europa. Olvidan que el nacionalismo catalán fue defendido a sangre y fuego durante años por una organización terrorista como Terra Lliure. Que las juventudes separatistas de Esquerra Republicana (ERC) organizan actos tan cívicos y culturales como la quema de banderas españolas o fotografías del Rey, amén de amenazar a políticos constitucionalistas catalanes con balas sin percutir.
En cambio, dicen que este "crecimiento del movimiento secesionista" se debe a "una nueva oleada de nacionalismo español". Y expresan su deseo de que "españoles y catalanes seguirán siendo miembros de una comunidad de naciones, y los vínculos más importantes económicos y culturales serán preservados".
Concluyen señalando que "la Constitución de España no puede permitir que las regiones se separen, pero los principios de la democracia y la justicia hacen necesario encontrar una solución política a las demandas de Cataluña. En un mundo en el que profundos agravios nacionales a menudo conducen a la violencia, los catalanes ofrecen el ejemplo de que el cambio pacífico es posible. Negar a los catalanes el derecho a la libre determinación sería una afrenta a los ideales democráticos que España y Europa afirman abrazar".