Los que siempre han asistido a los actos de la Fundación Gregorio Ordóñez dejaron constancia de que pocas veces antes la primera fila estuvo tan concurrida. Ana Iribar premiaba a Manuel Valls por su defensa del "patriotismo frente al nacionalismo" y hubo desembarco de cargos populares. Como nunca antes. Pesó mucho en este hecho la presencia de Ciudadanos, aunque finalmente Albert Rivera delegó en Juan Carlos Girauta, que pudo comprobar de primera mano las tensiones entre las distintas facciones del PP.
Estuvieron prácticamente todos pero no muy bien avenidos. Mariano Rajoy se perdió el reencuentro. José María Aznar se hizo de rogar y se vio cara a cara con Soraya Sáenz de Santamaría después de criticarla a través de FAES por su gestión de la crisis catalana. Se saludaron y poco más. Frialdad, según los asistentes.
Tampoco se mostraron mucho afecto la vicepresidenta y María Dolores de Cospedal, muy distanciadas. Llegó la primera y la segunda prácticamente ni se inmutó. No suelen coincidir en actos públicos más allá de verse todos los viernes en el Consejo de Ministros. Ya ante las cámaras, Ana Botella se puso entre las dos mientras que Aznar quedó en un extremo al lado de Valls.
El reparto de asientos fue llamativo. Cospedal y Juan Ignacio Zoido, su gran aliado en el Gobierno, a un lado y Santamaría y el expresidente, con Valls en medio, a otro. Caras de circunstancias cuando Iribar se dirigió a la vicepresidenta en términos muy duros.
En segunda fila, Jaime Mayor Oreja y María San Gil, con Consuelo Ordóñez, lejos de la nueva cúpula del PP vasco, con Alfonso Alonso a la cabeza. Estuvieron Borja Sémper y Javier Maroto entre otros. Saludo frío del que fuera ministro del Interior a Cospedal. También asistió Santiago Abascal, que dejó el partido y fundó Vox.
El Gobierno vasco no envió a ningún representante. El PSOE estuvo representado por Idoia Mendia y también estuvo el embajador de Francia en España, Yves Saint-Geours.