"Las calles serán siempre nuestras", se acostumbraba a gritar en las manifestaciones separatistas. Se expresaba así la gran capacidad de convocatoria de las organizaciones separatistas Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural y su determinación republicana. Ese clamor ha cesado. La consigna ya no se aguanta y menos cuando las protestas son cada vez menos numerosas.
Las concentraciones por la libertad de los Jordis, Sànchez y Cuixart, Oriol Junqueras y Joaquim Forn han extenuado a unas bases ayunas de hechos políticos que sustenten sus reivindicaciones. Quedan los irreductibles, entre ellos el medio millar de personas que el miércoles respondió a la llamada de la ANC para manifestarse ante el "parlamento republicano".
A falta de nuevos plazos para la ilusión de la independencia, la "revolución de las sonrisas" ha perdido incluso la careta. Abundan los insultos, los abucheos y las amenazas. Cada vez que aparecía Inés Arrimadas en la pantalla gigante instalada por la ANC para que sus seguidores pudieran seguir el pleno constitutivo, el término "puta" sobresalía en la cascada de insultos proferidos también por señoras ya de una edad. Un individuo que pasaba por allí con una bandera de Ciudadanos, la del corazón con la enseña nacional, la señera y la bandera de Europa, tuvo que salir pitando para que no se pasara de los abucheos e improperios a mayores.
A pesar del declive en la asistencia a los actos separatistas, en la última reunión de la ANC, el pasado sábado, se aprobó una "hoja de ruta" que alude a la "movilización permanente".
En el documento, la organización subraya que para conseguir la implantación de la república catalana "haremos las movilizaciones que haga falta" y se anima a la ciudadanía "a plantar cara al Estado en todo momento". No obstante, las fuerzas están muy justas y se han registrado ya varios pinchazos. La "épica" se reduce a portar lazos amarillos y llenar el mobiliario urbano con plásticos de ese color. De momento, se ha descartado la manifestación en Estremera. Se prepara, eso sí, un acto que pretende ser masivo de cara a la sesión de investidura y se mantienen en activo los Comités de Defensa de la República (CDR).