El veto socialista a la aplicación del artículo 155 en los medios públicos catalanes permite que TV3 y Catalunya Ràdio exhiban sus dotes "informativas" en plena crisis social, económica e institucional. Ya antes del referéndum del 1 de octubre enseñaron sus afiladas armas. La conductora de las mañanas de la emisora pública, Mónica Terribas, instaba a los oyentes a dar parte de los movimientos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, cuando agentes del Instituto Armado registraban las imprentas donde se había impreso material propagandístico del 1-O y papeletas. El dudoso carácter informativo de la iniciativa fue objeto de una ágil intervención del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC), que reunido en pleno alumbró un informe sobre la "libertad editorial" en el que se afirmaba que Terribas no había incumplido normativa alguna.
El tratamiento del 1 de octubre por parte de TV3 también fue objeto de una contundente nota del CAC: "TV3 respetó el pluralismo en la jornada del 1-O y la TV pública estatal presentó falta de pluralidad de voces" era el título y la conclusión de un informe que reprochaba a TVE y los medios privados no haber destacado las cargas policiales. Desde el 1 de octubre se cuentan con los dedos de una mano los "telenotícies" en los que no se han emitido las cargas con variados pretextos, sea un informe municipal, de "Human Rigths Watch", unas declaraciones del primer ministro belga, Charles Michel, o el tuit de un diputado finlandés de extrema derecha.
Ahora, en plena tormenta judicial, TV3 ha alterado la programación para adaptarla a las necesidades de Puigdemont y compañía. La televisión catalana gana audiencia convertida en el instrumento de los golpistas y ratificada como minarete nacionalista exento de control público. Nada más proclamada la independencia y con el 155 de terciopelo, TV3 emitió un "mensaje institucional" del "presidente de la Generalidad". Fue la única vez que Puigdemont fue puntual y lo fue porque era un mensaje grabado que se emitió a la misma hora que el expresidente era visto de vinos por Gerona. La Delegación del Gobierno logró que TV3 dejara de tratar a Puigdemont como presidente, pero eso ha recrudecido los eufemismos sobre la legitimidad del último miembro catalán y sus miembros.
Una intervención "oficial"
El jueves por la noche, Puigdemont volvió a hacer uso de la televisión autonómica, que emitía un carrusel de concentraciones en contra de los encarcelamientos, para arengar a sus acólitos a través de la televisión a su servicio. Que Puigdemont ya no sea el presidente de la Generalidad no es óbice para que TV3 insista en presentarlo con esos atributos al abordar su reacción desde Bélgica como una intervención "oficial" en lugar de tratarla como la de otros dirigentes políticos como Inés Arrimadas, García Albiol o Iceta. Puigdemont sigue siendo el "president". Es un rango que justifican en que así nombran también a los expresidentes Mas, Pujol o Montilla. Está en el libro de estilo de la "Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals".
El "estado mayor" del golpe es como llaman en algunos medios al gobierno en la sombra formado por Puigdemont, Junqueras, Mas, David Madí, el exconsejero Francesc Vendrell, Marta Rovira, el editor Oriol Soler y algún otro notable. El control que ejercen sobre TV3 y Catalunya Ràdio es absoluto, decisorio incluso en cuestiones como el despido de Nuria Roca. Las consignas de ese "estado mayor" quedan perfectamente recogidas en TV3 y Catalunya Ràdio, que prescriben orientaciones y contenidos a los medios privados subvencionados por la Generalidad.