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El Rey apela a la unidad de España en el XXV aniversario de los Juegos de Barcelona

Sosiego institucional: Puigdemont obvia el proceso en plena escalada verbal y contenciosa de la Generalidad.

Sosiego institucional: Puigdemont obvia el proceso en plena escalada verbal y contenciosa de la Generalidad.
Felipe VI, Puigdemont y otras autoridades presentes en el acto | EFE

Mejor unidos. La España del 92 es el modelo. El rey Felipe VI ha apelado a valores como la lealtad, la unidad y la colaboración en los modestos actos de conmemoración del XXV aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona. La apariencia de cordialidad definió la jornada institucional en Barcelona. No fue exactamente una tregua porque la Generalidad anunciaba dos recursos al Tribunal Supremo y el Constitucional por el control de gastos del Fondo de Liquidez Autonómica mientras el Rey y Puigdemont conmemoraban la efeméride en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, que a su vez celebraba tres décadas de existencia.

Felipe VI cerró el acto en el centro deportivo con un discurso en el que apeló a la unidad, la lealtad y la concordia institucional y ciudadana que hizo posible la celebración con éxito de los Juegos. Recordó que en 1992 la democracia española sólo se remontaba tres lustros y que tanto los Juegos, como la Expo de Sevilla y la capitalidad cultural europea de Madrid mostraron al mundo la capacidad y el talento de España.

Puigdemont también glosó los Juegos e incluso reconoció la figura de Juan Antonio Samaranch como presidente del Comité Olímpico Internacional y su papel en la candidatura. El recordatorio de que el catalán fue lengua oficial de los Juegos fue el único punto vagamente reivindicativo de Puigdemont. "El catalán es un idioma olímpico", se felicitó.

La proyección de un vídeo con profusión de banderas catalanas e imágenes olímpicas clausuró el evento. La nota más destacada del montaje fue la práctica eliminación de Jordi Pujol, que sólo apareció una vez entre decenas de imágenes de Juan Carlos I, el entonces alcalde Pasqual Maragall y el secretario de Deportes de la Generalidad, Josep Lluís Villaseca, con cuyo nombre se ha rebautizado el CAR.

Una bandera estrellada

Leve incidente con un sujeto que enarbolaba una bandera separatista que fue retirada por los servicios de seguridad. El tipo continuó de pie con un cartel que ponía "volem votar" (queremos votar).

En cuanto al protocolo, novedad: el "Major" de los Mossos, Josep Lluís Trapero, era el primero en saludar a Felipe VI. Metros detrás esperaban Puigdemont, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Tomas Bach, la alcaldesa de Sant Cugat, la convergente Mercè Conesa, y la vicepresenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. En segundo rango, el ministro de Cultura y portavoz Iñigo Méndez de Vigo, y el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo.

Sosiego institucional

Por la tarde, en el palacete Albéniz de la capital condal, teórica residencia oficial de los Reyes cuando pernoctan en Barcelona, se mantuvo el guión del sosiego institucional, levemente alterado por un discurso punto inflamado de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que parecía tener más interés en conmemorar la Olimpiada Popular del 36, dramáticamente cancelada por el estallido de la Guerra Civil, que en la radical transformación urbana implícita en los Juegos así como la proyección internacional de Barcelona, de cuyas inercias aún subsiste la economía de la ciudad.

Junqueras, ausente

La ausencia de consejeros de la Generalidad en el acto era la nota discordante. A diferencia de otras ocasiones, Puigdemont ejercía de cara amable mientras Junqueras y la mayoría de los consejoros se ausentaban de las dos citas. En la última, Puigdemont elogió a Pasqual Maragall y volvió a tener palabras de recuerdo para Samaranch. "Sin la complicidad de ambos no habría sido posible que el catalán fuera idioma olímpico", volvió a incidir el presidente autonómico.

El proceso sobrevolaba el ambiente como el elefante de la habitación, pero Puigdemont tampoco se refirió al caso en su segundo encuentro con el Rey, la vicepresidenta y el ministro de Cultura. Rememoró incluso la "pax olimpica" mediante la que Estado, Ayuntamiento de Barcelona y la Generalidad de Cataluña, esta a regañadientes y en menor parte, se comprometieron a sacar adelante lo que entonces se consideraba un reto sólo al alcance de las naciones más eficaces del mundo.

Las reglas y las leyes

Como en la jornada matutina, Felipe VI puso el punto final a los parlamentos con una intervención en la que la combinó a partes iguales catalán y español. "Toda España se sintió orgulla de esta ciudad", aseveró el Rey.

El "toque" político del discurso vino a cuenta de valores deportivos como el respeto a las reglas/leyes, un principio olímpico que debe trascender para lograr "la concordia, el respeto y la unión", declaró el jefe del Estado, que viajó a Barcelona sin la compañía de la Reina Letizia.

El patrimonio de Sijena

Además de los dos recursos ante el Constitucional y el Supremo por la fiscalización del FLA, el departamento de Cultura de la Generalidad, del que ha sido purgado el número dos, que sólo llevaba en el cargo desde el comienzo de los ajustes de cuentas, ha notificado que no piensa devolver las obras de arte del Monsastero de Sijena con la excusa de que la comunidad de Aragón no puede hacerse cargo tan bien como la Generalidad de de la preservación de las piezas que ahora están en un museo en Lérida.

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