Conseguir la independencia no es incompatible con la revolución y en la CUP se empeñan en demostrarlo con iniciativas que abarcan los más variados aspectos de la vida, desde la problemática de los tampones y las copas menstruales a la vida en tribu, del uso "heteropatriarcal" del lenguaje a la urbanidad en el transporte público.
La última gran contribución de la CUP viene de la localidad barcelonesa de Tarrasa, donde la formación antisistema y anticapitalista ha presentado una propuesta de resolución en el pleno del Ayuntamiento en la que exige una campaña de publicidad en las marquesinas y paradas del transporte público contra el "manspreading", práctica que consiste en sentarse con las piernas abiertas y ocupar de ese modo más de un asiento.
La coordinadora de la CUP en Tarrasa, Sara Moya, considera que no sólo se trata de mala educación, sino que es una muestra de "machismo" y una "microagresión". Su compañero de formación, Ander Zurimendi, añade que el "uso expansivo de espacio" por parte de algunos hombres evidencia la necesidad de que los varones asuman una "perspectiva integral de género". Según la CUP, son las mujeres quienes más sufren este comportamiento.
La CUP de Tarrasa también está en contra de lo que consideran señalización sexista en los baños. En concreto, contra los carteles que muestran a los hombres con pantalones y a las mujeres con falda. Así pues, propone al ayuntamiento que proporcione a bares y restaurantes otro tipo de material gráfico, que no concreta, para señalizar los baños.