Tras siete meses de interinidad, la Policía Nacional vuelve a tener formalmente un Director Adjunto Operativo (DAO), el máximo puesto en el organigrama de la institución ocupado por un funcionario policial y por encima del cual ya solo quedan los puestos de designación política. El elegido por el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ha sido el hasta ahora comisario general de Seguridad Ciudadana, el comisario principal Florentino Villabona Madera.
Toca así a su fin un periodo en el que el organigrama del cuerpo ha estado de forma transitoria en manos del comisario principal Antonio Rodríguez, quien se hizo cargo en funciones de las riendas de la Policía Nacional tras la jubilación de Eugenio Pino el pasado mes de junio, coincidiendo la misma en plena guerra de comisarios en el seno de la institución, protagonizada principalmente por José Villarejo y Marcelino Martín-Blas.
Apartado de cualquier sórdida disputa conocida dentro del organigrama policial, esos escándalos internos protagonizados por las denominadas cloacas policiales, el comisario Villabona ha tenido una activa trayectoria en la lucha contra el terrorismo (ETA y GRAPO) y el crimen organizado. Su única mancha sería su cuestionada –por los sindicatos policiales– dirección del dispositivo del 22-M de 2014, en el que resultaron heridos un importante número de agentes.
Ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en julio de 1978. Su primer destino fue la Jefatura Superior de Policía de Navarra en la que prestó servicios en los Grupos de Información. En diciembre de 1991 ascendió a inspector-jefe, en 1997 a comisario y en mayo de 2012 a comisario principal. Su trayectoria profesional le ha llevado también a destinos como Estepona, Algeciras, Málaga, Melilla o Madrid.
Entre las actuaciones más relevantes de su carrera profesional se encuentra su participación en los años 80 –los denominados años del plomo de ETA– en operativos policiales que consiguieron la detención en Madrid y Navarra de más de una treintena de terroristas, así como la localización de pisos francos donde los etarras ocultaban armas y munición. Igualmente, también intervino en la desarticulación de varios grupos de los Grapo.
Tuvo un papel muy destacado en la liberación de Melody Nakachian, menor secuestrada por un grupo de delincuentes franceses en Estepona en 1987. Intervino en las vigilancias y seguimientos que condujeron a la vivienda en la que la pequeña estaba retenida. También en Málaga y su costa ha participado en múltiples servicios que han conducido al desmantelamiento de importantes organizaciones de tráfico de estupefacientes, crimen organizado y blanqueo de capitales.
El comisario Villabona cuenta con 112 felicitaciones públicas, entre ellas, tres cruces al Mérito Policial con distintivo rojo (1995, 2004 y 2014) y otras dos con distintivo blanco (1989 y 2000), la Cruz de la Guardia Civil con distintivo blanco (2012), la Cruz del Ministerio de Defensa con distintivo blanco (2012), la Encomienda de la Orden del Mérito Civil (2001) o la Encomienda de Isabel la Católica (2012).