Albert Rivera nunca ha disimulado en exceso su falta de pasión por los asuntos internos o reglamentarios del partido, que le preocupan menos que las líneas ideológicas o estratégicas. Una actitud que ha quedado de manifiesto en la rueda de prensa posterior a la última reunión de la Ejecutiva naranja en 2016.
La reforma de los estatutos de Ciudadanos a la que el Consejo General dio luz verde el sábado en Barcelona, y que todavía pueden ser enmendados por la militancia, ha ocupado casi monográficamente su comparecencia, en la que ha presumido de presidir el partido "más democrático de España" e, incluso, "de Europa".
Corrientes que quieren desestabilizar
Rivera ha negado que se vaya a perseguir a las voces críticas y ha argumentado que "hay que proteger a los militantes del partido" para referirse al artículo que considera una falta muy grave, susceptible por tanto de expulsión, "la creación o participación en corrientes de opinión que sean contrarias a los intereses del partido en su conjunto".
Esto último, ha explicado, respondería a una práctica detectada como habitual por la secretaria de organización que dirige Fran Hervías: la infiltración de militantes en masa procedentes de otras organizaciones para desvirtuar los procesos de primarias. "Tendremos que tener algún mecanismo para detectar ese tipo de gente organizada era distorsionar en definitiva la voluntad de nuestros militantes" ha zanjado el líder centrista.