La Sexta y Jordi Évole comenzaron este domingo su nueva temporada de Salvados con el documental Astral, una película sobre la labor que realiza una embarcación de la ONG Proactiva Open Arms en el Mediterráneo central, en los límites de Libia, un estado fallido donde las mafias del tráfico de personas están haciendo su agosto lanzando al mar en condiciones precarias a los refugiados e inmigrantes que tiene aspiraciones de conseguir una vida mejor en Europa.
"Un barco de ricos para ayudar a los pobres". El enganche publicitario no podía ser mejor, ya que la ONG está utilizando en sus labores humanitarias un velero de recreo modificado, el Astral, para poder tener unas mínimas capacidades para realizar labores de salvamento. El trabajo que realizan estos voluntarios no es cuestionable, la visión mostrada por Évole con la ayuda de esos mismos voluntarios sí lo es, pues no reflejaron a sabiendas la realidad de lo que está pasando.
Durante todo el programa se dio a entender que se trata de un grupo de voluntarios que se han lanzado al mar para combatir casi en solitario, junto a otras ONG, una tragedia humanitaria. Ese mensaje lo apuntalan con la frase lapidaria de unos de los entrevistados: "Alguien no está haciendo el trabajo que tiene que hacer". Una acusación directa a las instituciones europeas, dando a entender que no tienen ningún tipo de presencia en la zona.
La realidad no puede ser más distinta. Tan sobredimensionada está la aportación del Astral frente a las costas de Libia como oculto el trabajo real de las misiones internacionales que operan en la zona. Sólo de pasada se habla del Centro de Coordinación y Rescate de Roma (IMRCC), el centro neurálgico desde el que se dirigen todas las operaciones de salvamento, rescate y lucha contra las mafias del tráfico de personas, y que se encarga de mover los recursos públicos y privados en el gran tablero de ajedrez que es el Mar Mediterráneo.
Es este centro el que recibe los avisos sobre las barcazas o dinguis cargadas de inmigrantes que están en el agua y han abandonado ya el espacio marítimo libio. Las alertas les llegan desde los aviones de las misiones europeas, los buques de las armadas, gendarmerías o guardacostas, o desde las propias embarcaciones, ya que los traficantes de personas utilizan teléfonos satélite para llamar al centro y activar los servicios de salvamento para que sus clientes puedan ser rescatados.
Es por tanto el IMRCC el que coordina las tareas de salvamento y el que avisa a los barcos que pueden llegar más rápidamente a la zona y cómo se va a realizar, una vez solventado el salvamento, la labor de rescate, es decir, qué barcos van a llevar a los inmigrantes a un puerto italiano, en función de la capacidad de carga, víveres y combustible que tienen para hacer el día y medio o dos de navegación que tienen los grandes buques hasta la costa italiana.
Salvo la ONG Médicos sin Fronteras, que cuenta con un barco de tamaño grande en la zona, son pocas las embarcaciones que no pertenecen a una misión internacional que tienen capacidad para trasladar a los inmigrantes hasta tierras italianas y de proporcionarles servicios médicos y tres comidas diarias durante el trayecto.
Las únicas menciones en el programa de Évole sobre la presencia de las armadas, gendarmerías y servicios de guardacostas de la gran mayoría de los países europeos son para cuestionar su labor en aguas del Mediterráneo, pese a que el Astral solo puede hacer labores rudimentarias de salvamento y las misiones internacionales aportan también de rescate, apoyo sanitario y lucha contra las mafias. De nada sirve salvar inmigrantes en medio del mar a si no tienes capacidad para llevarlos a puerto.
Escasa mención se hace a estos medios pese a que durante el propio documental el Astral realiza una transferencia de inmigrantes al buque logístico de la Armada alemana A514 Werra –llamada equivocadamente como Terra en la grabación–. Ni una palabra para explicar por qué se está haciendo ese trasvase de inmigrantes o sobre qué pasa con los inmigrantes una vez han llegado a esa embarcación, algo clave para conocer toda la realidad.
El trasvase de inmigrantes al buque militar A514 Werra no es un hecho puntual, sino que en los meses en los que ha estado en la zona ha hecho transferencias de inmigrantes a otros barcos militares como el P409 Sirio de la Armada italiana, los ITCG Datillo y CP920 Gregoretti de los Guardia Costera italiana o, incluso, al F-84 Reina Sofía de la Armada española.
La principal misión internacional para estabilizar el Mediterráneo es la Operación Sophia de la Unión Europea. Su objetivo es luchar contra los traficantes de seres humanos mediante su detención y la identificación, interceptación, captura y eventual destrucción de los buques y medios empleados por estos criminales, de cara a desbaratar su modelo de negocio y los elementos que se utilizan para llevarlo a cabo.
Los propios voluntarios del Astral reconocen el valor de esta tarea cuando observan cómo algunos mafiosos merodean las embarcaciones de las que acaban de sacar inmigrantes para reutilizar los motores y otros elementos para el siguiente envío de inmigrantes al mar: "Los militares queman las embarcaciones, deberíamos hacerlo nosotros", dice uno de los voluntarios. Su interlocutor le da la razón. Aunque el primero se echa atrás rápidamente: "No creo que sea buena idea enemistarse con esta gente", dice en alusión a los mafiosos que ya no podrán recuperar material.
Aunque su misión principal no es el salvamento y rescate, la realidad es que es el pan nuestro de cada día para los buques de esta misión, convirtiéndose casi a diario en su actividad principal. Es habitual que tengan que declarar eventos SOLAS (Safety of life at sea) y en cumplimiento del derecho internacional marítimo proceder para salvar la vida a estos inmigrantes.
A la Operación Sophia aportan material 25 de los 28 países miembros de la UE. La Armada española tiene una fragata de forma permanente en la misión. Actualmente está la F-85 Navarra. Durante los meses anteriores han estado la F-86 Canarias y la F-84 Reina Sofía. Además, el Ejército del Aire aporta un destacamento aéreo con un avión P3 Orión de vigilancia marítima, con sede en la base italiana de Sigonella.
A fecha del pasado 12 de octubre, cuando se cumplió el primer aniversario de la misión, 89 sospechosos de contrabando y tráfico ilegal de personas habían sido detenidos y procesados por las autoridades judiciales italianas. Se habían capturado asimismo 310 embarcaciones (246 neumáticas, 59 de madera, y 5 pesqueros), evitándose que sean reutilizadas por los traficantes de personas.
Estos medios navales realizan también una importante labor de salvamento y rescate. 27.148 personas (4.200 mujeres, 1465 niños y 25 bebes, entre ellos) han salvado la vida de forma directa gracias a los medios de la Operación Sophia, que han colaborado en el rescate –han sido salvadas por otras embarcaciones– de otras 39.844 vidas. Los buques españoles de la Armada han permitido el salvamento y rescate de casi de 6.000 personas.
Los medios aéreos españoles han detectado y puesto en conocimiento del IMRCC la presencia en el mar a la deriva de 375 barcazas, con unas 20.500 personas a bordo, durante las 1.200 horas de vuelo divididas en 163 misiones que llevan hasta el momento. Además, han aportado muchas horas de grabación para desarticular a las mafias que se dedican al tráfico de seres humanos en el Mar Mediterráneo.
Una segunda misión europea está trabajando también en la zona. Se trata de la Operación Tritón, que está patrocinada por FRONTEX –la agencia de la UE encargada de gestionar la cooperación para el control de las fronteras exteriores– y en la que también hay presencia española. Exactamente, un avión de vigilancia marítima CN-235 Vigma y el patrullero de altura Río Segura, ambos de la Guardia Civil. Precisamente, esta embarcación puso a salvo a más de 1.200 inmigrantes en una sola jornada hace apenas diez días.