Miquel Iceta, primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), ha revalidado su cargo con un 54'14 por ciento de los votos de los militantes socialistas que han respondido a la convocatoria de primarias. A pesar de que Núria Parlon, la contendiente de Iceta, partía como favorita, la militancia ha optado por la continuidad y por el mensaje de Iceta en relación a la investidura de Mariano Rajoy, un no rotundo que contradice de plano la evolución del PSOE hacia la abstención. En ese aspecto coincidía con su rival, que hace dos años rechazó hacerse cargo del partido tras la renuncia de Pere Navarro.
Iceta ha obtenido 4.889 votos frente a los 4.142 de Parlon. Nueve mil de los dieciocho mil afiliados de los que dispone el PSC y sus juventudes han participado en las primarias, según el recuento del partido. Cuando tuvo que tomar las riendas del partido advirtió de que no pensaba ser un líder de transición, que asumía el mando con todas las consecuencias. Su mandato coincide con la debacle electoral socialista. Cataluña no ha sido el granero esperado por los socialistas, pero Iceta ha logrado salvarse de la pira e incluso de su encendido apoyo a Pedro Sánchez.
Núria Parlon, por contra, ha quemado buena parte de su capital político y deberá pasar a un segundo plano, a pesar de que Iceta la conminó recientemente a ejercer su papel de número dos en el partido. El revés ha sido muy duro para Parlon, que con 42 años pretendía ser un recambio generacional a Iceta, de 56. La edad media de la militancia del PSC es de 62 años.
En su primera intervención como reelegido primer secretario, Iceta afirmó que "hemos demostrado que este es un gran partido, lo que debemos en parte a Núria Parlon". Según el dirigente socialista, las elecciones internas han reforzado a la formación.
El problema de la gestora socialista
Nada cambia en el PSC. El partido pretende hacer valer sus rasgos diferenciales en la votación de investidura de Mariano Rajoy. No acepta la disciplina de voto que quieren imponer la presidenta andaluza, Susana Díaz, y el de Asturias, Javier Fernández, presidente a su vez de la gestora del PSOE. Tanto Iceta como Parlon han enarbolado la bandera del no a Rajoy y fueron muy explícitos en su apoyo a Pedro Sánchez en la pasada fiesta de la rosa en Gavá, el fin de semana anterior a la defenestración del exlíder socialista.
Este es un nuevo capítulo de los escollos de Fernández y Díaz para facilitar la investidura de Rajoy y puede suponer otra grieta en el edificio en fase de desmoronamiento del PSOE. Al respecto, Iceta dijo que "mantener la coherencia es bueno". "Hay que escuchar a la militancia, eso es bueno. No debemos ser la muleta de un gobierno conservador".
Tampoco habrá cambios en la posición del PSC respecto al proceso separatista. Iceta es un federalista convencido mientras que Núria Parlon, a pesar de gobernar en una ciudad, Santa Coloma de Gramenet, no precisamente nacionalista, se había proclamado partidaria del derecho a decidir, lo que introduciría de pleno al partido socialista en el bloque secesionista. Sin embargo, sus principales apoyos, los alcaldes y cargos del área metropolitana de Barcelona (el antaño denominado "cinturón rojo"), han tratado de minimizar el perfil soberanista de Parlon.
El enfrentamiento en el seno del partido ha tenido más que ver con el eje ideológico que con el identitario. Parlon mantiene unas excelentes relaciones con Podemos encarnadas en su trato frecuente con Íñigo Errejón y con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Iceta es la encarnación del aparato, un político práctico que ha conducido el tránsito del partido desde el constitucionalismo de Pere Navarro, su antecesor, a una indefinición que incluye el referéndum como último paso de una compleja reforma constitucional que reconozca a Cataluña como nación y sujeto político. Parlon, según sus críticos, es más primaria e intuitiva.
Sea como fuere, el PSC marca distancias con Ciudadanos y el PP, pero también con el PSOE. Vuelve a estar en cuestión el sentido de la federación, los estatutos que dotan al PSC de una cierta independencia respecto a "Madrid".
Ahí tampoco cambia nada. A contrapelo de la mayoría de los militantes, que sí apoyan el no a Rajoy, en el PSC pesa un catalanismo dependiente de los marcos referenciales de Convergència y ERC. El entendimiento con la mayoría de los barones socialistas es imposible, para los que el trato diferenciado del Estado con la Generalidad no tiene sentido, como tampoco lo tendría un sistema de financiación diferente para la administración catalana.