Mariano Rajoy dejó de tratar a Albert Rivera como un actor político secundario y éste rectificó su discurso de campaña y dejó abierta la puerta a una abstención. En síntesis, un giro evidente de posición por ambas partes, y que sitúa la pelota en el tejado del PSOE para evitar unas nuevas elecciones. El presidente en funciones se reunirá con Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso, y no es optimista. "Si –el despacho- dura más de cinco minutos, ya será mejor que el anterior", deslizaron desde su entorno.
En todo caso, el PP mostró cierta satisfacción, toda vez entienden el movimiento de Ciudadanos como una herramienta más para presionar a Sánchez. "Ya no estamos solos", proclamaron, aunque el partido naranja no contemple hoy por hoy votar a favor de la investidura ni formar parte del Ejecutivo de Rajoy. "No vamos a estar en el Gobierno, no lo vamos a apoyar, pero somos un partido realista, constructivo y responsable. Estamos dispuestos a negociar y a llegar a acuerdo", expuso Rivera al término de la cita con Rajoy, que sirvió de primera toma de contacto.
La reunión duró cerca de hora y media, y se celebró en la misma sala del Congreso donde se dieron cita tras las elecciones de diciembre. Pero algo había cambiado.Para empezar, tras el Comité Federal del pasado sábado -en el que Sánchez reiteró su "no" a Rajoy-, el PP pasó de ningunear a Ciudadanos a considerar "clave" un acercamiento. "Hoy por hoy, es más importante la reunión con Rivera que con Sánchez para que el PSOE se dé cuenta de también tiene que moverse", arguyeron desde la cúpula, aún con el encuentro en marcha.
Y, por supuesto, el giro de Rivera. Del veto a Rajoy al "estamos abocados a entendernos". Esto es, los dos quisieron dejar a un lado la hemeroteca, según las fuentes consultadas, y centrarse en lo importante. Y coincidieron en lo prioritario: la opción de unas terceras elecciones es inviable, por lo que España necesita un Gobierno antes de las vacaciones de verano. Aún más, el líder de Ciudadanos asumió como propio el plan de Rajoy de sacar el techo de gasto en agosto para, ya en septiembre, empezar a diseñar los Presupuestos Generales del Estado.
Así las cosas, el PP dio por descontada la abstención de Ciudadanos, aunque esta decisión tendrá que ser aprobada el miércoles por la Ejecutiva del partido naranja. Con tono conciliador, Rivera llamó a dejar atrás "la política de bandos" para entrar en una etapa de "política con mayúsculas", aunque también avisó de que –salvado el escollo de la investidura- habrá momentos de dificultad. De hecho, ya avanzó que no renuncia a intentar sacar adelante su programa de reformas.
Una negociación que Ciudadanos hará desde la oposición. Dicho de otro modo, Rivera renunció a entrar en el Ejecutivo, aunque el PP evitó cerrar esa puerta todavía. "Será Rivera el que decida hasta dónde quiere llegar", precisó un miembro de la dirección nacional. En este sentido, Rajoy designará en las próximas horas una comisión para negociar con aquellas formaciones proclives al acuerdo y mandará, por fin, un documento base para empezar a trabajar. Además, tras la constitución de las Cortes, tiene previsto volver a verse con Rivera, así como con los líderes del resto de formaciones políticas.
En su intervención, Rivera reconoció que el actual no es el escenario que hubiera querido, pero que se ha amoldado para evitar una nueva cita electoral. Y culpó directamente a Sánchez de que las formaciones constitucionalistas no hayan logrado un pacto para un Gobierno "de consenso y fuerte". A partir de ahí, dio por descontado que Rajoy aceptará el encargo del rey Felipe de ir a la investidura, y que intentará conformar un gabinete en minoría. Es lo que denominó "el plan B", en el que Ciudadanos quiere tener un papel destacado.
Poco después de escuchar al líder de Ciudadanos, el PP quiso mostrarle su agradecimiento. Primero, por escrito, destacando su "voluntad constructiva" y "el esfuerzo que ha mostrado para intentar entenderse". Y, después, en boca de Rafael Hernando, hasta hace pocos días muy crítico con el partido naranja. Antes incluso del encuentro ya le elogiaba Soraya Sáenz de Santamaría. Si bien, hasta hace prácticamente nada, Cristina Cifuentes y Pablo Casado eran de los pocos dirigentes de la formación que, en los últimos tiempos, abogaron por tender puentes con Rivera.
Ahora, Rajoy cree que la previsible abstención de Ciudadanos le servirá para poner entre la espada y la pared a Sánchez. "Sería un sinsentido el tener que acudir otra vez a las urnas para que los ciudadanos resuelvan un problema que es perfectamente solucionable si estamos a la altura", afirmó Hernando. Todo el PP se dedicó a lanzar las mismas consignas. Este miércoles, tras la reunión con el líder socialista, el presidente en funciones comparecerá para hacer balance de la primera ronda de contactos. "O cambia el PSOE o habrá elecciones. Esperemos que lo de Rivera sirva", remataron desde su equipo.