Las televisiones buscan nuevos formatos para sorprender al espectador de cara a estas próximas elecciones. Cuando las legislaturas duraban cuatro años podían sacar al peñazo de Campo Vidal y ya casi nadie se acordaba de una vez para otra de lo insufrible que podía llegar a ser. Y si lo recordábamos nos daba igual porque, total, salía una vez cada cuatro años y eso era un castigo soportable. Sin embargo, ahora las legislaturas vienen durando cuatro meses, y esa circunstancia obliga a una renovación imperiosa si se quiere fijar la atención de una audiencia cada vez más cansada del circo electoral.
Bajo esta premisa, Telecinco ha considerado oportuno introducir a un grupo de niños en el mundo de la alta política para convertirlos en entrevistadores improvisados de los líderes de los principales partidos. En tu cole o en el mío, podría haberse llamado el programa si lo hubiera presentado Bertín, pero la anfitriona era Ana Rosa Quintana, la reina de las mañanas de Telecinco y, además, una figura maternal mucho más apropiada en ese contexto.
Y allá que compareció anoche Pablo Iglesias, dispuesto a someterse a las preguntas de las criaturas sin ningún miedo; a cuerpo gentil. Los niños, en efecto, le preguntaron cosas de niños (coño, lo que son), pero Pablemos se tomó muy en serio sus inquietudes y, como muestra de respeto, los trató con la misma condescendencia que utiliza con sus papás cuando se dirige a ellos en sus intervenciones públicas.
Los niños, qué quiere usted, tienden a ser simpáticos hasta en las situaciones más absurdas, como cuando los sientan en un plató a hablar de política con un tipo al que sólo conocen de haberlo visto por televisión. Pablemos estaba encantado de mostrar con los niños esa simpatía forzada típica de los políticos de la casta cuando están en campaña electoral. Sólo perdió los nervios cuando una de estas criaturas le preguntó por Maduro. Iglesias afirmó no haber coincidido nunca con "ese señor", que es la fórmula utilizada por Rajoy cuando le preguntan por algún presunto corrupto de su partido. Pues bien, resulta que Pablemos tampoco quiere saber ahora nada de "ese señor", un gesto de ingratitud que no debe haber sentado nada bien a los chavistas de Caracas, muy sensibles ante cualquier trato desdeñoso de sus asesores europeos.
Antes de terminar el programa Telecinco ejerció de Telecinco y disfrazó de Pablemos a un niño de la plantilla de la cadena (ha salido ya en algún concurso de talentos infantiles), para que le hiciera también alguna pregunta al original. El pobre niño hizo un esfuerzo para recitar las preguntas que le habían hecho aprenderse de memoria el día antes, pero al final metió la pata y se refirió al número dos de Podemos como Orejón. A Iglesias no pareció sentarle bien la inocente confusión del chiquillo pero, no obstante, respondió a la pregunta y afirmó que mantiene una excelente relación con su correligionario y amigo Íñigo Orejón. Aparentemente es cierto: a él todavía no lo ha llamado "ese señor".