Mariano Rajoy mantiene su confianza en Pedro Antonio Sánchez. Cree en su palabra, que "jamás" mantuvo vínculos con la trama Púnica y que, en consecuencia, debe seguir al frente del Gobierno de la Región de Murcia. Aún más, su entorno recordó que en su día fue imputado en más de una ocasión, y después la Justicia siempre le ha acabado dando la razón. "Nunca se contrató nada con ninguna de esas empresas", transmitió el líder regional, convencido de que todo acabará aclarándose.
El PP se mantuvo unido en este sentido, pese a que la polémica trastocó el guión de campaña previamente establecido. El equipo de Sánchez remitió a Génova los certificados oficiales que, según ellos, muestran que "no" existe ninguna relación con las empresas investigadas, y la dirección nacional dio por descontado que todo es humo. "No se firmó ningún contrato, ni hubo encargo de trabajo, ni se efectuó ningún pago", se puede leer en los argumentarios remitidos a los portavoces del partido, pese a que Soraya Sáenz de Santamaría optó por lavarse las manos. En conversación informal con este diario, el propio Sánchez negó la mayor, aunque "cueste otra cicatriz": "A pesar de lo que insistían", dijo, "nunca" hubo acuerdos.
Hechas las explicaciones, Rajoy optó por creer en Sánchez, líder autonómico en alza, heredero de su buen amigo Ramón Luis Valcárcel. Y, a renglón seguido, puso el foco de atención en el papel que está jugando Ciudadanos, pieza clave para que el PP mantenga el poder en la Región de Murcia. "Albert Rivera sabrá lo que hace", apostillaron desde su entorno, una vez pudieron leer en los periódicos digitales la amenaza de ruptura del partido naranja.
El propio Rajoy se refirió veladamente a la presión que ejerce Ciudadanos sobre el PP. "Si su campaña va a ser la crítica al PP, se van a quedar en muy poquito", afirmó a micrófono encendido, en un almuerzo-mitin con militantes en Badajoz. Su entorno aclaró a renglón seguido que "se refería a Ciudadanos", y lo vinculó a la crisis abierta en Murcia.
En el PP se mostraron desafiantes. Si rompe el acuerdo en Murcia, vinieron a decir, que se atenga a las consecuencias. "Ya han pactado con Podemos en muchos sitios", declararon al más alto nivel. Sin ir más lejos, Fernando Martínez Maíllo exigió a Rivera la pasada semana que cambie de posición en Granada, donde los votos de Ciudadanos se unieron a los de la formación morada para echar a los populares. "Yo no me he sentado con Podemos", aclaró Rajoy este mismo lunes, al tiempo que prometió que "plantará batalla" al radicalismo.
En síntesis, Murcia volvió a distanciar aún más si cabe a Rajoy y Rivera, que la pasada semana vivieron otro encontronazo por el viaje del segundo a Caracas (Venezuela). Según las fuentes consultadas, actualmente no hay interlocución entre ambos, aunque las relaciones no estén rotas. Pese a ello, a grandes rasgos, la estrategia de campaña del PP sigue intacta: plantear las elecciones como una suerte de pulso entre la moderación -representada por el PP- y la radicalidad -que llegaría con Podemos en la Moncloa-.