El presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, su "ministro de Exteriores", Raül Romeva, y el "embajador" ante la Unión Europea, Amadeu Altafaj, son los protagonistas de una singular peripecia "diplomática" en Bélgica. La pretensión de Puigdemont en su primer viaje oficial al extranjero era la de ser recibido por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cuya secretaría alegó problemas de agenda para quitarse de encima tan engorroso visitante.
Amadeu Altafaj fue el encargado de la gestión, para lo que envió un correo electrónico a la secretaría de Juncker a fin y efecto de preparar el terreno para la "cumbre". El 'no' fue inmediato y camuflado bajo el apretado programa del presidente de la Comisión. Así lo ha dicho la portavoz del ejecutivo comunitario Mina Andreeva. También hizo gestiones Romeva con idéntico resultado.
Así pues, donde Puigdemont dijo que su intención no era la de reunirse ni con el presidente de la CE ni con ningún comisario cabe constatar que no se atiene a la verdad, puesto que ha sido desmentido en toda regla y a través de una portavoz oficial. "Cuando quiera reunirme con alguien de la UE, lo pediré y lo conseguiré", fueron las palabras del presidente de la Generalidad cuando se le preguntó por tan improductivo desplazamiento a Bruselas. Su intención, alegó, era otra.
La versión de la Comisión Europea confirma que, tal como informó Libertad Digital, Puigdemont sí que trató de reunirse con Juncker y hubo gestiones al efecto más allá del correo electrónico que se saldaron con un estrepitoso fracaso que pone de manifiesto el nulo crédito y endebles contactos de la "red diplomática" de la Generalidad. Además, según informaron fuentes parlamentarias a Europa Press, también intentó, sin éxito, reunirse con el presidente del Parlamento Europeo pero Martin Schulz esgrimió también "problemas de agenda".
El programa de actos de Puigdemont consistió en reunirse con dirigente del partido nacionalista flamenco N-VA y pasear en gabarra por el puerto de Gante.